14 junio 2020
Viaje a las sospechas y silencios
de Ripoll sobre los terroristas de la
Rambla
La periodista Anna Teixidor
publica 'Los silencios del 17-A' (Editorial Diéresis), una detallada
investigación sobre los orígenes y motivos del atentado
Tras los atentados del 17 de agosto de 2017 de La Rambla de Barcelona y
Cambrils, nadie en Ripoll se podía explicar nueve jóvenes de la localidad
habían pasado de jugar en el equipo de futbol del pueblo a segar vidas. Pero
debajo de esa incredulidad en la superficie, sí había sospechas: varios amigos
de los jóvenes estuvieron a punto de ir a denunciar a la Policía sus
comportamientos "extraños". Pero no lo hicieron.
Lo ha descubierto la periodista de TV3 Anna Teixidor tras
más de dos años de investigación plasmados en 'Los silencios del 17-A'
(Editorial Diéresis) y en catalán 'Sense por a morir. Els silencis del 17-A'
(Editorial Pòrtic), un nuevo libro que se publica cuando están a punto de
cumplirse tres años de los atentados y tres miembros de la célula están
pendientes de juicio en la Audiencia Nacional.
¿Cómo pasan unos jóvenes de Ripoll de salir por la noche,
beber alcohol y ligar con chicas a abrazar un rigorismo religioso extremo
y obsesionarse con volar la sagrada Familia? ¿Su entorno vio señales de
radicalización? ¿Cuántas caras distintas tenía el imán Abdelbaqui Es
Satty? Más de 100 entrevistas y un análisis detallado del sumario
permiten a Teixidor dar algunas respuestas.
La autora ha acudido semanalmente a Ripoll para contactar y
hablar con el entorno de los terroristas y ha viajado a Marruecos para conocer
a la familia del imán Es Satty –"un auténtico impostor"– en palabras
de Teixidor. La figura de Es Satty, junto al proceso de radicalización de los
jóvenes que formaron la célula terrorista, es la columna vertebral del libro.
Algo sospechaban sus amigos –no así sus familias, que de
hecho valoraban positivamente que algunos de los jóvenes dejaran de ser 'ovejas
descarriadas' para centrarse en la religión–, pero no lo llegaron a denunciar.
¿Por qué? "Entre la sospecha y la denuncia hay un largo camino, sobre todo
si es para denunciar a un amigo y que consideras 'de los tuyos'. Uno de sus
amigos optó por marcharse a Francia días antes de los atentados para que no se
le relacionara con los ataques y al volver le dijo a su familia '¿veis por qué
he desaparecido unos días?", relata Teixidor.
El proceso de radicalización de los jóvenes pilotado por Es
Satty empezó antes de la llegada del imán a Ripoll en 2015. "Primero fue
el interés por la violencia, luego vino la religión", expone Teixidor. Los
mayores de la célula –Younes Abouyaaqoub, Mohamed Hichamy y Youssef Aalla–
empezaron a sentirse atraídos por los vídeos de propaganda de ISIS. Mientras
visionaban sin parar imágenes violentas del califato en sus dispositivos
móviles, vivían un conflicto en su identidad al sentirse marginados, pese a
llevar en Ripoll casi toda la vida. Un cóctel peligroso, descrito a la
perfección por Teixidor, que la influencia de Es Satty terminó convirtiendo en
mortal. "Es Satty fue el catalizador", afirma la periodista.
El tiempo y la minuciosidad de la investigación han
permitido a Teixidor no solo trazar una cronología de la preparación de los
atentados y del camino personal de conversión de los jóvenes en terroristas,
sino también observar las carencias que, casi tres años después de los
atentados, persisten a la hora de detectar los procesos de radicalización.
En este sentido, Teixidor echa en falta un esfuerzo de la Generalitat y del
resto de administraciones. "Se ha hecho poco o nada en el ámbito
preventivo, no se han dedicado recursos para que los entornos de potenciales
radicalizados reciban el asesoramiento necesario para poder explicar o
denunciar los hechos tanto dentro, como fuera de la comunidad. Es duro decirlo,
pero estamos prácticamente igual", lamenta.
La obra de Teixidor no da pábulo a las teorías de la
conspiración que han surgido alrededor de los atentados y que la periodista ve
influenciadas por la "polarización política" derivada del procés. Tal
y como ha reconocido el propio CNI, los servicios de inteligencia estuvieron en
contacto con Es Satty en 2014 mientras cumplía condena en la prisión de
Castellón, pero Teixidor rechaza que los contactos se prologaran hasta justo
antes del atentado. "Es Satty era un impostor y mantuvo un doble juego
tanto en sus relaciones sociales, como con el CNI y los cuerpos policiales",
afirma.
"También salieron teorías de la conspiración tras los
atentados del 11-S y el 11-M. No hay ningún indicio que permita afirmar que Es
Satty siga vivo", abunda Teixidor la semana en que el diputado de JxCat y
abogado de una de las víctimas, Jaume Alonso-Cuevillas, ha sembrado dudas sin
pruebas sobre si el imán está muerto. El letrado ya ha sido desmentido por
los Mossos.
Descartadas las teorías de la conspiración, Teixidor sí
recuerda que todavía existen cabos sueltos sobre los atentados. "En muchos
atentados se descubren hechos relevantes sobre su preparación varios años
después", asevera. El más importante en el 17-A son las conexiones
internacionales de Es Satty, cuyos frecuentes viajes a Bélgica antes de los
atentados pusieron en alerta a los cuerpos policiales y han formado parte de la
instrucción judicial sin resultados concluyentes.
"Mossos, Policía y Guardia Civil enviaron muchas
comisiones rogatorias al extranjero y peticiones de información, pero con poco
éxito", explica Teixidor, que sí cree posible que Es Satty no fuera en
realidad el único cerebro de los atentados, sino que recibiera las órdenes
desde Bélgica o incluso Siria, donde el ISIS tenía hace tres años mucho poder.
Por desgracia, muchas de las respuestas a las preguntas pendientes quedaron
reducidas a escombros en la explosión del chalé de Alcanar.
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