01 marzo 2022
Antonio Rubio: «Es tan doloroso el dolor de una víctima de ETA como el de una víctima de los GAL»
Antonio Rubio representa el periodismo por antonomasia: el que investiga y revela con pruebas irrefutables aquello que los grandes poderes intentan ocultar. Su podcast 'GAL: El Triángulo' ha sido reconocido con el premio Ondas Globales del Podcast a Mejor Podcast de No Ficción.
Antonio Rubio Campaña representa el periodismo por antonomasia: el que investiga y revela con pruebas irrefutables aquello que los grandes poderes intentan ocultar. Es más, ha conseguido en varias ocaciones la aspiración última de cualquier buen informador: que el resultado de sus pesquisas se conviertan en ‘notitias in criminis’, es decir, que motiven la apertura de una investigación judicial. El GAL, el uso de fondos reservados para el terrorismo de Estado, la fuga de Luis Roldán, las escuchas y papeles del CESID, la operación Nécora, la operación Sokoa, el impuesto revolucionario de ETA,el caso Zabalza, las investigaciones sobre el 11-M, la corrupción en Marbella de Jesús Gil… son solo algunos de los temas que ha convertido en titulares en los diversos medios en los que ha trabajado, productoras que ha fundado, libros que ha escrito y, ahora,el podcast GAL: EL Triángulo, en el que condensa la investigación a la que le ha dedicado casi 40 años y en el que recoge nuevos hallazgos. Una serie de ocho episodios magistralmente producidos que acaba de ser premiada con el Premio Ondas Globales del Podcast a Mejor Podcast de No Ficción.
Rubio es el presidente de la Asociación de Periodistas de Investigación (API), director del Máster de Investigación Periodística, Nuevas Narrativas, Datos, Fact-Cheking y Transparencia de Maldita.es y la Universidad Rey Juan Carlos y fue, entre otros cargos, subdirector de El Mundo, redactor jefe de Cambio 16 y vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.
Conversamos con él en el marco de una de las magistrales clases que suele dar a alumnos de periodismo con los que despliega el mismo encanto, respeto e interés que con sus fuentes más preciadas. Porque como él insiste, al final se trata de personas y cuando las escuchas y les hablas con verdadero interés, siempre promoverás que surja una historia con enjundia y profundidad. Como se puede comprobar en la entrevista, Rubio suele recurrir a metáforas compuestas por tres elementos. En su caso, la pasión, la erudición y el rigor son tres de los rasgos que definen a este reportero, escritor, profesor, editor y guionista.
Ha dedicado casi 40 años a investigar los GAL, ha desvelado prácticamente todo lo que entrañó este grupo de terrorismo de Estado en distintos medios de comunicación, en libros y hasta como asesor para películas. ¿Por qué ahora decide hacer un podcast?
El podcast lo he hecho porque quería aportar mis nuevas investigaciones y revelaciones de los últimos años, datos y documentos sobre el último atentado que cometieron –en 1987 contra Juan Carlos García Goena–. Y, también, llegar a la gente más joven al que no creo que fuese a llegar con otros formatos, como el libro que escribí sobre los GAL con mi exsocio periodístico Manuel Cerdán. Me preocupa que las nuevas generaciones no tengan conciencia del terrorismo de Estado y como periodista y docente tenía la obligación de buscar una narrativa que les pudiera llegar.
Gracias a todas las cintas de vídeo, grabaciones y libretas que guardo en mis trasteros he podido profundizar aún más en este podcast sobre el GAL. Robert Allan Caro, ganador en dos ocasiones del premio Pulitzer, decía: “El tiempo es igual a la verdad. Cuanto más tiempo le dedique uno a una historia, más cerca estará de la verdad”.
Un podcast que se llama GAL, El Triángulo porque cuenta con tres voces: las de los verdugos, las de las víctimas y la del periodista que investiga y narra. ¿Por qué es tan importante este tridente?
La información objetiva cien por cien no existe, pero como periodistas debemos ser lo menos subjetivos posible. Quería que se entendiese que la víctima no tiene color, tiene dolor. Y es tan doloroso el dolor de una víctima de ETA como el de una víctima de los GAL. No hay víctimas de primera ni de segunda, hay víctimas. He querido que cada parte expresara, contara su por qué y su dolor. Por eso he recuperado esas entrevsitas.
De hecho, usted consigue reunir en el podcasts a José Amedo, uno de los policías encargados de coordinar la acción de los GAL, y a Pili Zabala, hermana de una de sus víctimas, José Ignacio Zabala. ¿Cómo consigue que sus fuentes no sientan que es partidaria de una de las partes, que sigan confiando en usted tras tantos años de relación?
Con la fórmula de las tres ‘c’: café, constancia y cariño. Y una cuarta: tiempo. Cuando las cosas se hacen pensando en el largo recorrido se entiende que todo necesita tiempo. El tiempo es el que te permite acercarte y que te vean como alguien confiable. El café representa la cercanía, la constancia es la del periodista que gasta suela de zapatos o pica piedra, y el elemento del cariño, entender que las fuentes no son solo fuentes, sino personas. Personas a las que llamo tres o cuatro veces al año para saber cómo están y para que entiendan que el periodista no solo recurre a ellas cuando quiere algo. Y luego está el respeto. Cuando me encuentro con alguien de ETA o de los GAL mantengo mi criterio y mi personalidad, pero les escucho porque cada uno de ellos tiene su historia.
Esto es lo que me ha permitido sentar juntos a Pili Zabala y a José Amedo, porque, al final, el tiempo sitúa a cada persona en su sitio, demuestra los errores que han cometido. Y cuando los tratas como a personas, se abren mucho más. Y ahí es cuando puedas ahondar, crear un estilo narrativo desde la profundidad.
He vivido atentados casi en primera persona, he estado amenazado por narcos, por yihadistas, por etarras y por miembros de los GAL. Pero, por primera vez, durante la grabación de este podcast, tuve una sensación que no había vivido. Fue con Haize Goikoetxea, la hija de Txapela, un dirigente de ETA que fue asesinado con un rifle de mira telescópica cuando la llevaba de la mano. Entonces, aquella niña tenía un año lleva en terapia desde los seis años. Se sentó frente a mí en una fundación en Bilbao que había sido casa de Unamuno. Me dijo que llegó a creer que nunca podría amar. Puso las manos sobre su barriga. Estaba embarazada. Ese momento me afectó.
Tenemos que trasladar ese dolor para que la ciudadanía tengan conciencia de que con las armas y con el terrorismo no se consigue nada.
¿Cuáles son en su opinión los rasgos de un buen periodista de investigación?
Soy de Melilla y, por tanto, rifeño. Llegué a Barcelona en 1968 y me fui en el 86. Hay muchos que hacen análisis sobre Catalunya o sobre el País Vasco cuando solo las han pisado cuatro o cinco veces. Pero para entender la dinámica de ambos territorios tienes que haberlos palpado. Hay periodistas que llegan al lugar del reportaje para confirmar lo que piensan. Y si no encuentran elementos que los corroboren, los buscan. Y es al revés: tienes que llegar, estudiar, y después empezar a construirte un enfoque.
El concepto es el de trasladarte en barco: desembarcas, ves, tocas, te mueves y, luego, escribes para que tu historia enganche y el lector llegue hasta el final.
En estos casi 40 años investigando los GAL, ha conocido hasta casi el último detalle y a prácticamente todos los personajes que estuvieron implicados. Cuando se puso a trabajar en el podcast y revisar los materiales que tenía, ¿qué descubrió que no había visto en su momento?
He conseguido identificar a la persona que marcó a la víctima del último atentado de los GAL, el que acabó con la vida de Juan Carlos García Goena. Supuestamente fue un fotógrafo el que facilitó su foto a los mercenarios. He podido acreditar la importancia que tuvo la masonería en los GAL. También cómo el ministerio de Interior y los servicios secretos se gastaron importantes sumas para grabar a Pedro J. Ramírez cuando estaba manteniendo relaciones íntimas con una señora. Y que una de las personas implicadas en este espionaje explique cómo recibió el dinero y lo distribuyó. Y también he podido hacer entrevistas a víctimas y verdugos que antes no había podido hacer.
Lo cual demuestra que las historias no se acaban cuando pensamos que hemos terminado una investigación.
El catedrático de Historia Joseph Pérez, de la Universidad Michelle de Montaigne de Burdeos, que recibió el Príncipe de Asturias, recuerda que lo importante de la historia es la tempestividad: buscar el elemento del ayer y coger uno nuevo desde el que poder contarlo. Por ejemplo, que en esa nueva Ley de secretos oficiales que nos están vendiendo ya nos adviertan que no van a incluir el 23-F ni los GAL. Ese es el hecho noticiable desde el que podemos contar esos dos hechos. Hay que recordar que la actual Ley de Secretos Oficiales es de 1968, de la época franquista, y que los gobiernos de UCD, PSOE y PP no han sido capaces de cambiarla.
Los periodistas somos historiadores que investigan y exploran. De ahí que, por ejemplo, mi tesis doctoral sea sobre cómo se contó el fracaso de Annual a través de la prensa. Annual es el hoy. El 21 de julio de 1921 murieron 13.000 soldados españoles porque Alfonso XIII le dijo al General Fernández Silvestre que no le hiciera caso al ministro de la Guerra, el Marqués de Eza –el abuelo de Jaime de Marichalar– y que tirara para adelante.
El desastre de Annual conllevó la dictadura de Primo de Rivera, la salida de Alfonso XIII, la República y el golpe de Estado del 36 que llevaron a cabo los generales y militares africanistas. Por tanto, hoy estamos viviendo el ayer, pero para entender el hoy tenemos que comprender el ayer. Y los que fueron a la guerra fueron los pobres que no pudieron pagar para salvarse del Ejército.
Podemos contar cosas del ayer, pero siempre y cuando podamos aportar algo nuevo que nos sirva de elemento noticiable para el arranque.
¿Por qué el PSOE sigue negándose a que en la reforma de la Ley de secretos oficiales de 1968 se incluya la información de los GAL y del golpe de Estado del 23F?
Cuando era subdirector del diario El Mundo publicamos todos los papeles del CESID –antecesora del CNI–, pero no se pudieron convertir en Notitia Criminis porque los Gobierno del PSOE y del PP no permitieron que se desclasificaran. Esos documentos dejaban muy claro cómo , quién y de qué forma se crearon los GAL y su desclasificación habría supuesto la apertura de nuevas instrucciones judiciales o nuevas investigaciones parlamentarias. Ese es el problema fundamental.
Y sobre el 23F quedan muchas cosas por ver. Hubo una reunión en Lleida entre algunos militares y políticos que habría que aclarar.
Recuperar toda esa documentación permitiría reescribir la historia de España y completar todas las páginas que siguen con espacios en blanco.
Que sigamos teniendo una Ley de secretos oficiales de la dictadura explica algunas cosas…
1968 es el año del Mayo francés, del nacimiento del actual rey y de la conformación de la Organización Nacional Contrasubversiva, el origen del CESED, del CESID y del actual CNI. Estaba dentro del Ministerio de Educación porque se dedicaba a controlar e investigar a los estudiantes de las universidades para que no hubiera problemas. El ayer es el hoy. Por eso, suelo utilizar el hashtag en Twitter #MirandoAtrasAdelante. Porque para entender el adelante hay que conocer el atrás.
En la presentación del podcast explicó que su objetivo es mostrar la verdad periodística, que no tiene nada que ver con la verdad judicial ni filosófica. ¿A qué se refería?
Una de mis investigaciones más conocidas ha sido la de los GAL pero, para mí, la más importante es la del asesinato del padre Ignacio Ellacuría, uno de los jesuitas asesinados en 1989 en El Salvador. Participé como testigo en el juicio que se celebró en Madrid por un documento que había conseguido del Estado Mayor salvadoreño en el que se recogía cómo se le asesinó. El abogado de la parte contraria me dijo que yo no estaba en posesión de la verdad. Y yo le respondí que efectivamente no lo estaba porque hay tres verdades: la verdad periodística, que es la que yo he documentado con las pruebas que muestro; la verdad judicial, que es la que dicta un tribunal; y la filosófica, la que podemos tener cada uno de nosotros.
La verdad periodística la podemos tener clara, pero si no la confirma la verdad judicial se queda solo en eso. Por eso es muy importante que los reportajes de investigación se conviertan en notitia criminis, es decir, que un juez o una jueza los tome como elemento y parte importante del sumario o de la causa que se puede abrir. Los periodistas no somos fiscales ni policías ni jueces. Somos periodistas y lo que podemos mostrar es la verdad periodística porque no tenemos la capacidad de juzgar a nadie. En el periodismo de investigación no tenemos ni siquiera la capacidad de opinar, solo de explicar y de describir. Y los calificativos se ponen en el sitio donde mejor estar, en la papelera.
Sin embargo, a menudo se presentan informaciones en los medios de comunicación que no responden a los principios éticos del periodismo de investigación. ¿Qué debemos hacer?
En la Asociación de Periodismo de Investigación tenemos un código ético que es lo primero que hay que respetar. La ética tiene que estar por encima de cualquier información porque en el periodismo no vale todo. El problema es que los perros no comen carne de perro. Y los colegios de periodistas deberían pronunciarse sobre las informaciones que no cumplan con el código deontológico, pero lo primero que dicen es que necesitan una denuncia. Y solemos arreglar los temas en la barra de un bar. Debemos ser más activos y exigir a los comités de ética de los colegios que actúen.
¿Qué supone para el equipo de GAL: El Triángulo haber sido reconocido con el Premio Ondas Globales del Podcast a Mejor Podcast de No Ficción?
Quiero pensar que es el reconocimiento a la constancia, al trabajo bien hecho y al periodismo de calidad. Y eso nos animará a seguir trabajando en la misma línea y a seguir #MirandoAtrasAdelante para recuperar y desvelar temas que aún permanecen en la sombra de nuestra historia más reciente. Y ahora apostaremos por convertir ese podcast en una serie de televisión
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