05 abril 2016
Exclusiva La Razón La amenaza
yihadista
Setmarian, un español al frente del
aparato militar de Estado Islámico
Abu Musad ha
abandonado las filas de Al Qaeda, convencido de que la estrategia criminal de
Daesh es la adecuada para lograr un gran «Califato Mundial».
Mustafá Setmarian, alias «Abu Musad Al Suri», es el jefe «militar» de Daesh, el Estado Islámico, según informaciones que obran en poder de expertos antiterroristas europeos, que confirman el paso definitivo de este individuo, que tiene las nacionalidades siria y española, a las filas de la banda yihadista que manda Abu Bakr al Baghdadi y el consiguiente abandono de Al Qaeda, al frente de la cual se encuentra el egipcio Ayman Al Zawahiri.
Setmarian, que permanece escondido en Siria, sustituye a Abdelmahid
Abbaoud, muerto en un enfrentamiento coj fuezas especiales de la Policía francesa en el
barrio de Sait Denis de París.
La noticia no ha sorprendido a dichos expertos. Desde que fue liberado, en 2012, de la cárcel de Alepo (su ciudad natal),
en Siria, el paradero de este «maestro» e instructor de terroristas ha sido un
misterio. Si hay alguien
que conoce bien la clandestinidad, porque la ha practicado y porque la ha
enseñado, es Setmarian; es una pieza que a todos los servicios de información
internacionales les gustaría cobrar. Las noticias que se han difundido en los
últimos años sobre su muerte carecen de fundamento y, posiblemente, hayan sido
puestas en circulación por él mismo o por su entorno. Hasta que se le ha logrado «centrar» en el Estado Islámico, a través de
determinados indicios, las dudas sobre su pertenencia al reino de los
vivos o de los muertos era su mejor cobertura.
Este individuo, como le ocurre a todos los «ideólogos» de las
bandas terroristas, tiene una influencia directa sobre el funcionamiento
«militar» de la organización criminal.
Se le atribuye la queja de no haber sido consultado sobre
los atentados del 11-S en Estados Unidos: ya que «yo habría recomendado que se
eligiesen aeronaves realizando vuelos internacionales y haber introducido armas
de destrucción masiva era, y todavía es, algo difícil y complicado, pero es una
posibilidad que podrá realizarse».
Es decir, que los casi 3.000 muertos causados por
aquellas acciones criminales perpetradas por Al Qaeda, a la que pertenecía
entonces, se le quedaron cortos. Sus ansias por asesinar «infieles» están
acreditadas.
De Alqaeda a EI
Hasta hace poco se le suponía al lado de Ayman Al Zawahiri,
como uno de sus más estrechos colaboradores, pero su paso a las filas del Daesh, como han hecho muchísimos militantes de Al
Qaeda, era hasta cierto punto previsible. La
estrategia que sigue esta banda terrorista, sobre todo en lo que se refiere a
los ataques indiscriminados contra
Estados Unidos y los
países que forman la coalición internacional, forman parte de los libros y
manuales que ha escrito para formar combatientes. Al Qaeda se ha quedado en los
ataques contra objetivos emblemáticos mientras que el Estado Islámico ha optado
por los denominados «blandos», en los que prima acabar con el mayor número de
vidas de «infieles cruzados».
Además, en dichos libros y manuales para formar a los
muyahidines (combatientes) hablaba, entre otras cosas, de la necesidad
de que el movimiento yihadista se transformara «en un fenómeno estratégico y sus armas de disuasión
llegaran a los hogares de los infieles y sus aliados de todas las
nacionalidades y en todo lugar». «La nación islámica debe empezar a moverse
con todos sus segmentos», subrayaba. Esto está ocurriendo en la actualidad.
De hecho, en uno de esos manuales recomendaba que la yihad sirviera para «infligir el mayor número de
pérdidas humanas y materiales como sea posible a los intereses de los infieles,
y para que interioricen que la yihad se ha transformado en un fenómeno del
levantamiento popular en contra de ellos (...) a lo largo del mundo islámico,
además de lugares poblados con los musulmanes».
En fin, cuenta con la experiencia suficiente para
hacerse cargo del «aparato militar» de Daesh, sobre todo en lo que se refiere a
ataques terroristas en todo el mundo.
Los expertos no dudan que Setmarian va a ser un temible dinamizador de
cientos de combatientes del Daesh, ya que su fama le precede y hay muchos que han
leído sus panfletos. Hace años ya se le atribuía por dichos expertos la
posibilidad de que un día pudiera desempeñar un papel de cabecilla en una banda
yihadista. Se mantiene en la sombra, en la clandestinidad, lo que no resta para
nada su peligrosidad.
Los nuevos cabecillas de «acción exterior»
Tras la muerte de Abdelhamid
Abbaoud, que se había trasladado a Francia con su particular «batallón
de la muerte», integrado por casi un centenar de individuos, los nuevos responsables de «acción exterior» para Europa son el belga de
origen marroquí Mohamed Abrini, nacido en 1984, y Naim Al Hamed, de
nacionalidad siria, nacido en 1988. El caso de Abaaoud, uno de los altos
cabecillas de Daesh, trasladado a Francia y expuesto a lo que al final le
ocurrió, demuestra la importancia que Bagdhadi y los suyos dan a los atentados
cometidos en Occidente, en especial en Europa.
Abrini y Hamed, según las citadas
fuentes, son dos sujetos muy peligrosos, ya que forman parte del citado «batallón de la muerte»
que Abaaoud entrenó en Siria y eran directos colaboradores de este individuo.
Por lo que respecta a Mohamed Abrini, se le imputa su
participación en los atentados de París a las órdenes de Abaaoud. Dos
días antes de la masacre, el 11 de noviembre, fue captado en compañía del ya
capturado Salah Abdeslam en una gasolinera de Ressons, en la autovía en
dirección da París, a bordo de un Renault Clio que fue utilizado en las
acciones criminales. Abdeslam no se suicidó por pura cobardía, pero el Estado
Islámico quería preservar para el futuro a Abrini, al igual que a Abaaoud.
Según los expertos consultados por este periódico, era uno
de los lugartenientes del fallecido.
El sirio Naim al Hamed, de 28
años, está considerado como uno de los personajes clave de la trama yihadista
vinculada a los atentados de París y de Bruselas. La policía belga logró identificarlo y difundió una
orden europea de búsqueda y captura (OEDE).
La ficha de este individuo, que está en poder de todas las
policías europeas, incluye la foto que aparece en su pasaporte. Tampoco se le
requirió desde el Estado Islámico el suicidio, por las mismas razones que el
anterior.
Hamed entró en Europa en septiembre de 2015 por la isla
griega de Leros, camuflado entre decenas de refugiados.
Desde allí, viajó a la ciudad
alemana de Ulm, donde fue recogido por un miembro de la red yihadista de
Bruselas. Las autoridades belgas encontraron su ADN en un
apartamento de la rue Max Roos, en el distrito de Schaerbeek.
De la venta ambulante a la cima del terrorismo yihadista
«Abu Musab», que tuvo un puesto en El Rastro, fraguó la
primera célula de Al Qaeda en España. Llegó en 1987, tras tres años en Francia,
huyendo del régimen del padre de Asad
¿Cómo un vendedor callejero puede convertirse en uno de los máximos dirigentes del terrorismo yihadista? Mustafá Setmarian (Alepo, Siria, 1958), de nacionalidad española, tiene la respuesta, pero por ahora no parece muy dispuesto a compartirla con nadie. En paradero desconocido desde hace más de una década –se le llegó incluso a dar por muerto–, el lugarteniente de Bin Laden, el artífice de la primera célula de Al Qaeda en España, el ideólogo de la generación de los «lobos solitarios» tiene una biografía plagada de enigmas y un rastro que se desvanece en territorios marcados por la guerra y en campos de entrenamiento terrorista.
«Abu Musab al Suri», su nombre de
combate, tiene DNI español, está casado con una española y tiene cuatro hijos, todos de nacionalidad española.
Vivió seis años en nuestro país, en dos etapas, en Madrid y Granada, pero en
1995 inició en Reino Unido un periplo que, veinte años más tarde, le ha llevado
a la cúpula del terrorismo yihadista a nivel mundial, codeándose con los
líderes talibanes afganos primero, con la Shura de Al Qaeda después y, finalmente, le
habría permitido auparse a la cúspide del autoproclamado Estado Islámico
(Daesh).
«El pelirrojo», como le apodan las Fuerzas de Seguridad,
llegó a nuestro país en 1987, tras tres años en Francia, huyendo del régimen de
Hafed Al Asad, padre del actual presidente sirio, decidido a acabar a toda
costa con el movimiento fundamentalista de los Hermanos Musulmanes. En Madrid
vivió en la calle León Felipe de Vallecas y tuvo un puesto en El Rastro y en la Escuela de Idiomas de la
capital conoció a la que sería su esposa, Helena Moreno, una joven de familia
de izquierdas que estudiaba Filología inglesa y que acabaría convirtiéndose al
islam al casarse con Setmarian. Con los años, su familia le perdió la pista en
sus idas y venidas a la sombra del emergente dirigente islamista.
En 1988, «Abu Musab» se trasladó a Peshawar (Paquistán), donde
conoció a Bin Laden y pasó a engrosar las filas de Al Qaeda. De regreso a España,
tres años después, puso en marcha una red de captación de yihadistas, el
embrión de la primera célula de Al Qaeda en nuestro país, la célula de «Abu
Dahdah». En septiembre de 2003, cuando el juez Baltasar Garzón acordó su
procesamiento e ingreso en prisión en rebeldía ya era demasiado tarde.
Setmarian estaba en paradero desconocido. En esos años, junto a «Abu Dahdah»,
se dedicó «a captar jóvenes musulmanes que se encontraban viviendo en España y
a enviarlos a campos de entrenamiento situados en Bosnia», según consta en la
sentencia que condenó a los integrantes de la primera célula islamista
española. Uno de ellos, Abdullah Khayata Kattan, le definió como «un gran
luchador, rápido y fuerte». A principios de los años 90 vivió en el municipio
granadido de Alfacar, donde montó una tienda de ropa. De esa época es el carnet
de comerciante ambulante que le expidió la Junta de Andalucía para vender «artesanía» y
«complementos de moda» (en la imagen). Caducaba el 27 de mayo de 1996. En esa
fecha, Setmarian y su familia ya no estaban en España, sino en Londres, donde
dirigió la revista «Al Ansar», el altavoz mediático del Grupo Islámico Armado
(GIA), la organización terrorista argelina a las órdenes del clérigo Abu
Qutada, «mano derecha» de Ben Laden en Europa. En 1998, se trasladó a Afganistán,
poniéndose al frente de un campo de entrenamiento de muyahidines, «donde se les
adiestraba en el manejo de armas y explosivos para utilizarlos después cuando
Al Qaeda decidiera perpetrar ataques indiscriminados», reza la aludida
sentencia de la «operación Dátil». «Abu Musab» se beneficiaba en territorio
afgano de su «posición preponderante» respecto a los líderes del régimen
talibán. Su estancia en territorio afgano le sirvió para integrarse en la Shura (Consejo Consultivo)
de Al Qaeda y auparse a la cúpula de la organización terrorista liderada por
Ben Laden, de quien, sin embargo, terminaría distanciándose.
A finales de 2004, unos meses después de los atentados de
Madrid, Setmarian difunde «Llamada a la Resistencia Islámica
Global», 1.600 páginas en las que marca las pautas del futuro del terrorismo
islamista, enterrando las estructuras piramidales y apostando por la «yihad
individual». En esa obra
ensalza el 11-M como paradigma de «operación de disuasión» capaz de «derrocar a
un Gobierno» y forzarle a retirar las tropas de Irak «sólo a costa de un
pequeño grupo de mártires y de cautivos».
Su rastro se pierde entonces hasta que, en octubre de 2005,
es detenido en Paquistán y, supuestamente, entregado a Estados Unidos, que lo
habría enviado a Siria para ser encarcelado desde la base naval estadounidense
de la isla Diego García, en el Índico.
Opinión:
Para empezar, felicitar a “Zulo” por su
excelente revisión del caso y por actualizar datos que son muy importantes para
conocer la realidad sobre el peligro que plantea el Daesh para lo que conocemos
como Occidente.
El relato que comenta sobre el tal
Mustafa Setmarian es algo que compartimos los que llevamos muchos años
estudiando la problemática del terrorismo de origen yihadista y más aún, los
pocos que empezamos en esto en la década de los 80 en España.
Hago mención especial a esa década
porque conozco a víctimas de un atentado causado por el mencionado Mustafá
Setmarian. No estoy hablando por hablar y aunque se cite la llegada de este
individuo a España en 1987, hay numerosas pruebas que nos llevan a pensar que
ese asesino es el responsable de un atentado cometido contra el Restaurante “El
Descanso” de Madrid en abril de 1985, con el saldo de 18 asesinados y mas de
setenta heridos. Un atentado que tenía como objetivo a los numerosos militares
americanos que acudían en tropel a ese restaurante aunque aquella noche de
abril, casualmente, no había ninguno.
Desde que empecé en este tema, el nombre
del terrorista que fue vendedor callejero ha sido uno de los nombres que más he
pronunciado y oído pronunciar, especialmente en mi época como delegado en
Cataluña de la antigua AVT. Tuve y todavía tengo contacto con víctimas de aquel
atentado del que, casi 31 años después, todavía no hay autor detenido ni
juzgado.
¿Quizás la razón para ello sea que no ha
habido el interés suficiente en detener al tal Mustafá Setmarian?
Se sospecha de su detención en la isla
de Diego García. Una rápida consulta a la Wikipedia nos dice que “La isla Diego García es
un atolón del Archipiélago de Chagos, situado en el Territorio Británico del
Océano Índico, un Territorio Británico de Ultramar. La isla alberga una base
militar estadounidense….
Pero examinemos un caso
menos conocido, uno del que no sabríamos nada de no ser por David Vine, que
enseña antropología en la Universidad Americana. Vine ha escrito un libro, “Island of Shame” y
un artículo sobre el mismo tema en el Huffington Post, sobre el salvaje trato
que ha recibido el pueblo de Diego García, una isla del archipiélago de Chagos,
en el océano Índico. Los estadounidenses han oído hablar de Diego García como
sede de una base militar de su país. “Ayudó a lanzar las guerras de Afganistán
e Irak y participó en el programa secreto de la CIA de rendiciones de
sospechosos de terrorismo”, escribe Vine.
¿Dónde está en estos momentos este
asesino?
Ahora sólo queda esperar la respuesta que pueda aportar alguna agencia de inteligencia española o americana.
Y
tenemos otra cuestión que, personalmente, me sorprende. La comento en la
siguiente entrada.
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