12 abril 2016
San Sebastián 2016
analiza la violencia de ETA como “fenómeno político y cultural”
Una gran exposición
analizará la historia de la violencia y los tratados de paz que la
interrumpieron
El segmento número 7 del apartado Casos de estudio, englobado
en el proyecto Tratado de paz –eje
axial y apuesta prioritaria de la capitalidad cultural europea San Sebastián
2016-, se titula como sigue: 1989. Tras las conversaciones de Argel. Delirio y tregua.
En
su descripción se habla, en referencia al terrorismo de la banda criminal ETA,
de conceptos como “el exorcismo cultural de ETA”, “el binarismo que ha impedido
todo intento de reflexión”, “un fenómeno a la vez político, militar y cultural”
y la propia ETA como “epítome de un conflicto total que ha movilizado hasta la
última partícula de la sociedad”.
El
ideólogo de todo ello, en calidad de director y coordinador del proyecto Tratado de paz, es Santi Eraso, que entre 2009 y 2011
fue director cultural de la candidatura de San Sebastián para la Capital Europea de
la Cultura
2016 y hoy es director general de
contenidos culturales de la empresa Madrid Destino, la sociedad anónima
responsable de los equipamientos del Ayuntamiento de Madrid destinados a
cultura y eventos. Eraso fue nombrado por el gobierno municipal de Ahora Madrid
que encabeza Manuela Carmena.
Eraso
habla del terrorismo como “el fenómeno”. Y Pedro G. Romero, el comisario
general de la exposición Tratados de paz, que a partir del 18 de junio reunirá
en San Sebastián (Museo San Telmo y Centro Cultural Koldo Mitxelena) más de 400
obras procedentes de 21 museos sobre el tema de la paz y las formas y
representaciones complejas que ha atravesado históricamente, habla, cuando se
le pregunta sobre el espíritu de esta iniciativa, de “hablar de las treguas de
ETA y no tanto de la violencia de ETA”.
Como
ya queda claro y no puede ser de otra forma, el vocablo formado por las siglas
E.T.A. tendrá cierto protagonismo en el proyecto más ambicioso de la
capitalidad cultural de San Sebastián. Porque tanto la exposición de San
Sebastián -1516-2016. Tratados de Paz, patrocinada por Telefónica y que en
verdad se antoja apabullante con obras que viajan desde el siglo XVI hasta el pop-art con Pieter Brueghel, Goya, Rubens,
Murillo, Ribera, Picasso, Kokoschka, Le Corbusier, Maruja Mallo, Nancy Spero,
Richard Hamilton, Yoko Ono, Elena Asins y Marcel Broodthaers entre otros-, como
los denominados Casos de estudio que
se activarán en lugares como Vitoria, Pamplona, Bayona, Bilbao, Barcelona o
Salamanca, presentan una clara vocación de viaje por la Historia … pero no pueden
escapar a la mayor metáfora de la dicotomía guerra y paz que
han vivido Euskadi, España y, en gran medida, Europa: los 823 muertos a manos
de la banda terrorista. Un “fenómeno” producto de “un conflicto”, según las notas
redactadas por Eraso y su equipo.
El
indudable prestigio y atractivo del proyecto, cuya puesta de largo ha tenido
lugar este martes en el auditorio del Museo del Prado, viene dado por el mérito
de los responsables de la capitalidad al haber logrado un botín artístico de
altura: un auténtico compendio de las visiones que el Arte y el Derecho han
proyectado sobre la paz y la guerra, a través de los fondos de instituciones
como el propio Museo del Prado (que cede medio centenar de obras, el mayor
préstamo nunca concedido por la pinacoteca para una exposición), el Louvre, el
Reina Sofía, el Centro Pompidou, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el
MACBA de Barcelona, el Museo de América, la Biblioteca Nacional ,
el Bellas Artes de Bilbao, el Artium de Vitoria, la Fundación Jorge
Oteiza, la Fundación
Tàpies , la
Universidad de Salamanca, el Parque de la Paz de Hiroshima o el Memorial
del Holocausto de Auschwitz.
El
impacto de tales instituciones y de tales artistas en forma de una exposición
tan ambiciosa como atractiva está asegurado, y falta le hacía a la capitalidad
cultural europea de Donostia-San Sebastián 2016 un chapuzón de autoestima en
forma de acontecimiento tangible en
medio de tanta selva conceptual. Si la
doble muestra de San Telmo-Koldo Mitxelena logra elevar el ambiente de capital
cultural europea en una ciudad donde hasta ahora este brilla por su ausencia, y
por fin hay colas en las puertas de los museos donostiarras, bienvenida sea…
Otra cosa es el debate, el concepto y la memoria. La gran
exposición mencionada tendrá como prolongación otras siete pequeñas muestras
–los llamados Casos de estudio-, que analizarán capítulos como la Paz de los Pirineos, las Paces
de Urbía, la Abdicación
de Bayona, el Abrazo de Bergara, el Pacto de San Sebastián, el bombardeo de
Gernika o las Conversaciones de Argel. Todo el proyecto parte de un personaje
-Francisco de Vitoria-, de una institución –la Escuela Ibérica de
la Paz que nació
en Salamanca- y de un concepto académico-legal –el Derecho de Gentes-. Ese es
el marco conceptual, y moral, de todo este entramado artístico-teórico que
sustenta el plato fuerte de San Sebastián 2016. Pero los Casos de estudio en torno a la experiencia y
sufrimiento que los avatares del “conflicto” han prodigado a todo un pueblo se
antojan a priori como una gran oportunidad perdida de reflexión, análisis y
autocrítica.
Sucede
que la autocrítica es incómoda. Llamar a las cosas por su nombre y sin
metáforas trasnochadas, también. Hablar de paz es hablar de su contrario,
hablar de vida es hablar de muerte. Y se supone que aún habría sido más
incómodo contar –aunque hubiera sido solo en uno de esos casos de estudio- con
algunos de los agentes que participaron en el más inmediato ejemplo de la
guerra y la paz que se ha dado en Euskadi y en España. El terrorista. Su
víctima. El policía que combatió el crimen. El mediador que trató de sentarlos
a todos en torno a una mesa… y que incluso lo logró.
Opinión:
En lo que al terrorismo de la banda ETA corresponde, que se
le llame “fenómeno político y cultural” me parece exagerado. Que ha sido un
problema de carácter político es indiscutible, máxime cuando ciertos
representantes políticos le dieron ese reconocimiento llamándoles “Movimiento Vasco
de Liberación Nacional” sin olvidar la cantidad de política partidista que
desde diferentes frentes se han abierto con el uso repugnante de sectores de víctimas
para hacer política ideológica.
Por otro lado, que se plantee el hecho como algo “cultural”
no lo entiendo, a no ser que se quiera plantear la posibilidad de que la banda
terrorista ETA se ha cargado durante años el hecho de hablar de la cultura
vasca monopolizando el asunto en el tema terrorista para hacer olvidar otras
cuestiones.
En lo que sí puedo mostrar mi absoluta extrañeza es en el
tema de las “conversaciones de Argel”. Estas conversaciones se produjeron a
principios del año 1989 y no hay que ser muy inteligente para entender que el
atentado en Hipercor tuvo mucho que ver con aquella oferta de “hablemos a ver
como lo arreglamos”. No he podido consultar la información que se presentará en
la exposición pero mucho me temo que, como siempre, aquel atentado quedará en
el limbo.
Ojalá me equivoque.
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