13 abril 2016
Euskadi evita mirarse
en el espejo del pasado
La formación de
Iglesias puede alterar definitivamente el tablero político vasco y resquebrajar
el sentimiento de pertenencia nacionalista
“No hay una relación causal entre la
represión franquista tras la
Guerra Civil y el nacimiento de ETA y su opción por las
armas”, sostiene el historiador Gaizka Fernández Soldevilla. “De hecho, en el
País Vasco, la represión franquista causó entre 1.660 y 1.800 víctimas
mortales. Se trata de una cantidad de asesinatos muy inferior a la registrada
en Málaga (7.471), Badajoz (8.914) o Sevilla (12.507), por nombrar las tres
provincias más castigadas por los sublevados”, asegura el historiador bilbaíno.
En su libro La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de
ETA, Gaizka Fernández desmonta el mito invocado recientemente por
ETA de que Euskadi fue víctima de una limpieza étnica, idea que conecta con la
tesis del ultranacionalismo vasco según la cual “España” —no el franquismo,
parte de los españoles y de los vascos y catalanes, sino España—, sumó el
genocidio lingüístico y cultural al militar y policial con el propósito de
borrar a la nación vasca de la faz de la tierra. Para el historiador, la
dictadura nunca fue un régimen ajeno al País
Vasco y a Navarra. “Contaba con la bendición de la jerarquía
eclesiástica, el apoyo de un alto porcentaje de la burguesía y las clases
populares y la adhesión del carlismo vasco. No estuvo empeñada en un genocidio
contra los vascos, objetivo imposible, sino en la persecución de los
disidentes. Pretendió acabar con la diversidad política, identitaria, cultural
y lingüística en toda España. La idea de que ETA empezó a matar por imperativo
histórico es una (consoladora) falsedad”, asegura.
Mientras los mitos nacionalistas reverdecen de la mano de
propagandistas nada escrupulosos disfrazados de historiadores —se vuelve a la
teoría de que las guerras carlistas fueron un enfrentamiento entre vascos y
españoles y, en un ejercicio de desvergüenza intelectual, se atribuye en última
instancia a los españoles la quema de San Sebastián llevada a cabo por las
tropas anglo-portuguesas en 1813—, empiezan a rellenarse poco a poco las
grandes zanjas de la filiación ideológica que dividen a los vascos. En las
poblaciones pequeñas y medianas la retirada de ETA libera poco a poco caudales
de relación estancados, habilita espacios de contacto antes prohibidos, pero es
en las familias divididas donde la distensión restaura afectos congelados y resulta
más provechosa. La normalización es una montaña menos accesible y útil ya para
las generaciones maduras que tienen sus canales de relación construidos y
consolidados.
Que la espita abierta no quede cegada dependerá en buena
medida de la honestidad con que se comporte el nacionalismo a la hora de
interpretar lo que les ha ocurrido a los vascos, y de prefigurar el futuro
común. Puede que la paz vasca no sea otra cosa que lo que ahora mismo se
respira: alivio por la retirada de ETA, ganas de vivir horizontes más abiertos
e interés en enterrar estas décadas, pero, como señala Gaizka Fernández, “antes
de pasar página, convendría leer bien ese pasado trágico para evitar que pueda
volver”.
El nacionalismo vasco, en sus dos versiones, no tiene interés
en abordar descarnadamente las razones que explicarían la persistencia de ETA a
lo largo de siete lustros de democracia. No quiere interpelarse sobre su acción
o omisión y en eso conecta bien con una gran mayoría social que prefiere no
mirarse en el espejo del pasado. “Como historiador, me preocupa la versión
equidistante que va a quedar de esta historia trágica que ha costado 845
víctimas mortales, un mínimo de 2.533 heridos (de ellos, 709 con gran
invalidez), 15.649 amenazados (solo en el período 1968-2001) y un número
desconocido de exiliados forzosos y damnificados económicamente. Discrepo de
esa idea de reconciliación que se está difundiendo, según la cual todos somos
víctimas y todos somos culpables”, indica José Antonio Pérez, autor junto al
también historiador Fernando Molina de la obra El
peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca. Florencio
Domínguez, periodista y director de la fundación Centro Memorial de Víctimas
del Terrorismo, observa en los planes que desarrolla la Dirección de Paz y
Convivencia del Gobierno vasco cierto empeño en que se llegue a la
reconciliación personal entre las víctimas de ETA y los GAL. “Puede que todo
sea más sencillo, ahora que han desaparecido los agresores. Puede que lo que
las víctimas demandan sea simplemente respeto y que no necesiten reunirse y
buscar que les quieran. El problema no ha estado ni está en las víctimas, sino
en sus agresores”, subraya.
A propósito del relato con el que la izquierda abertzale busca justificar su comportamiento y
camuflar su pasado, Domínguez pone el acento en el esfuerzo que realizan,
particularmente en el terreno audiovisual, para presentar a los activistas de
ETA con su rostro más humano. En el documental dedicado a Mikel Goikoetxea, Txapela,
miembro de ETA asesinado por los GAL en 1983 tras haber participado en una
veintena larga de atentados mortales, su hija alude al “trabajo” de su padre
para referirse a sus actividades y termina profesándole abiertamente su cariño,
pero no solo el derivado de su condición filial sino también el que cree que le
corresponde por haber militado en ETA.
Elecciones
autonómicas
¿Es ese el suelo sobre el que EH Bildu pretende construir
la nueva convivencia y su renovado proyecto para Euskadi? De momento, su línea
política consiste en emular el “ejemplo” del independentismo catalán aunque en
esa vía no puede contar con el PNV. Los nacionalistas de Urkullu saben que no
tienen nada que ganar y sí mucho que perder en un escenario de descomposición y
crisis territorial de España. Su propuesta de reforma estatutaria para dotar a Euskadi de un "nuevo estatius" perdería
sentido entreverada en el envite rupturista catalán. El PNV proclama las
virtudes del consenso y la pluralidad y apuesta por la moderación convencido de
que, dadas las circunstancias, obtendrá por ese camino la consolidación del
autogobierno y mayores avances en los objetivos de su relación con España. Ha
sido vencido en votos por Podemos, pero confía en que el previsible reajuste de
las autonómicas le restablezca holgadamente en su condición de primera fuerza y
le permita formar Gobierno pese a la complejidad que entraña la mayor
fragmentación política.
Pero las encuestas están lejos de confirmar un eventual
hundimiento de Podemos euskadi. El electorado
vasco tiene una doble faz electoral, según sean comicios generales o
autonómicos. El voto estable pragmático seguro ganador nacionalista de las
autonómicas mengua en las generales y a medida que la participación aumenta. La
pregunta es si Podemos Euskadi aguantará el tirón en las próximas autonómicas,
a celebrar en el otoño-invierno de este año. Además de alterar decisivamente el
tablero político —complicar la gobernabilidad al PNV, cerrar el paso a EH Bildu
y amenazar al PSE con la irrelevancia— eso resquebrajaría el sentimiento de
pertenencia nacionalista, la poderosa y provechosa argamasa político-emocional
que a medio camino entre la ensoñación y el utilitarismo ha obtenido hasta
ahora la adhesión-comunión de la mayoría.
Opinión:
Leyendo
esta información me da la impresión de que hay quien espera que lo ocurrido con
la banda terrorista ETA debe empezar a quedar en el olvido.
Vamos
a aclarar las cosas: que la banda terrorista ETA decidiera en octubre de 2011 “cesar
su actividad armada (sic)” no significa que lo ocurrido deba quedar en un
olvido casi amnésico. Ni mucho menos. Pero lo peor de todo esto es que da la
impresión es que la actividad terrorista de ETA sólo ha sido un problema de
Euskadi y, si tiramos un poco más, de Navarra.
Pues
no. En absoluto. Esa actividad terrorista ha marcado a centenares de familias
que sufrimos las consecuencias FUERA de los límites de Euskadi. Y por la
dignidad de la mayoría de esas familias afectadas, hay que recodar lo que
ocurrió para que no vuelva a repetirse. Creo que eso ya lo dijo un tal Marco
Tulio Cicerón hace unos 2.000 años.
¿Cuándo
se reconocerá esta obviedad por parte de los estamentos correspondientes?
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