lunes, 16 de diciembre de 2013

16 diciembre 2013 (2) (14.12.13) Excelsior Mexico (opinion)


16 diciembre 2013 (14.12.2013)



En España temen por liberación de etarras 
Asesinos, violadores y terroristas se vieron beneficiados con la derogación de la “Doctrina Parot” y están de vuelta en las calles

BARCELONA, 14 de diciembre.— “Todos unidos contra el Loco del chándal”, es la frase del cartel que cuelga de la fachada del Ayuntamiento del pueblo sevillano de Almadén de la Plata, en el sur de España. En esta pequeña población de apenas dos mil habitantes se ha desatado el pánico desde que supieron que Manuel González González, el Loco del chándal (como se conoce al pants) regresaría a vivir a su pueblo natal tras pasar 16 años en la prisión por matar a una mujer y herir a otras 15 clavándoles un cuchillo en los glúteos.

González fue condenado a 169 años de cárcel, pero gracias a la reciente derogación de la llamada “Doctrina Parot” ahora está en libertad al igual que otros asesinos, violadores y terroristas. Todos han cumplido su condena, pero sus excarcelaciones han generado una cierta alarma social y han provocado las protestas de un sector de las víctimas del terrorismo.

La “Doctrina Parot” es un criterio aplicado por los jueces españoles que supone el endurecimiento de la condena en los delitos graves y de terrorismo. Esta doctrina fue establecida por el Tribunal Supremo español en 2006 para evitar que gracias a los beneficios penitenciarios peligrosos delincuentes pudieran salir de la cárcel antes de cumplir la pena máxima de prisión que en España es de 30 años.

Pero el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, sentenció que esta doctrina vulnera los derechos fundamentales de más de un centenar de presos españoles, debido a que alargaba su estancia en la cárcel con efectos retroactivos. Como consecuencia de este fallo, en las últimas semanas han sido liberados 72 presos: 52 miembros de la banda terrorista ETA, cinco de los Grapo (un grupo terrorista antifascista), diez violadores y cinco asesinos.

Etarras en libertad

Las excarcelaciones que más conmoción han causado han sido las de los terroristas de ETA, una banda que a lo largo de 50 años asesinó a casi 900 personas, y que hace apenas dos años anunció “el cese definitivo de su actividad armada”.

La primera etarra liberada tras la derogación de la “Doctrina Parot” fue Inés del Río, quien fue condenada a 3,838 años de prisión por el asesinato de 24 personas en diversos atentados. Del Río, considerada “una de las integrantes más sanguinarias de la banda”, fue quien recurrió ante el Tribunal de Estrasburgo la “Doctrina Parot”. Y le dieron la razón. Ahora está en la calle, al igual que otro histórico terrorista, Domingo Troitiño, integrante del llamado “comando Barcelona” que en 1987 cometió la matanza de Hipercor, con 21 muertos y 66 heridos, el mayor atentado de la historia de España.
ETA colocó un coche bomba en el estacionamiento de este supermercado de Barcelona, justo debajo del área de carnicería donde aquella tarde trabajaba Roberto Manrique. La explosión le provocó serias quemaduras en el cuerpo, pero una vez recuperado, se dedicó a trabajar en favor de las víctimas. Y es lo que ha hecho en los últimos 25 años.

En entrevista con Excélsior, Manrique confiesa que le duele ver que la persona “que lo quiso matar” salga de prisión, pero defiende que se cumpla la ley. “Hay leyes que a las víctimas no nos gustan, pero hay que acatarlas. Que duele, naturalmente, que moralmente golpea, claro”, explicó.

“Se veía venir”

Asegura que muchas víctimas “sabíamos que esto iba a ocurrir” y critica que el gobierno no haya hecho nada para informar de las posibles consecuencias de la derogación de la “Doctrina Parot”. “Han tenido 7 años, de 2006 a 2013, para hacer pedagogía con las víctimas, para explicar lo que podía pasar y no se ha hecho nada”, destacó.

Los expertos en temas jurídicos aseguran que el sentido del fallo del Tribunal europeo era algo “que se veía venir”. Joaquim Bosch, portavoz de la Asociación Jueces por la Democracia, asegura que la sentencia “ha dejado muy claro que no se pueden aplicar criterios interpretativos en perjuicio de la persona condenada para hacer que su condena sea más larga”.

Por su parte, el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, Gerardo Pisarello, considera que la decisión de Estrasburgo además de ser vinculante y de sentar jurisprudencia, “constituye una severa censura de la política antiterrorista basada en la venganza” por parte del gobierno español.

Alarma social

Y junto a los integrantes de ETA, también estos días han dejado las cárceles españolas, tras cumplir su condena, algunos de los delincuentes más peligrosos de España de las ultimas décadas.

El caso que más indignación ha despertado es la excarcelación de Miguel Ricart, el asesino de las niñas de Alcàsser (Valencia). En 1992, el crimen de tres jovencitas conmocionó a los españoles por su elevado nivel de crueldad, generando una gran cobertura mediática. Ricart fue el único condenado por el triple homicidio ya que nunca se pudo detener al autor material de los asesinatos, Antonio Anglés.

Otro delincuente que ha centrado los reflectores estos días, ha sido Pedro Luis Gallego, conocido como el “violador del ascensor”, que ha salido de prisión después de cumplir una condena de 21 años por el asesinato de dos jóvenes y 18 agresiones sexuales.

“Por supuesto que aquí no se le quiere, no queremos tener a ningún violador ni asesino”, ha dicho tajante a los medios de comunicación un vecino de Honcalada, una minúscula población cercana a Valladolid a donde ha llegado a vivir Gallego.

Tal es la sicosis que ha provocado la presencia del llamado “violador del ascensor” que los vecinos del pueblo han difundido, vía Twitter y WhatsApp, su foto actual, “como medida de precaución”, según ha dicho una vecina, “así lo podremos identificar porque con los años ha cambiado mucho su aspecto”.

Encuentro con un terrorista

Roberto Manrique entiende que haya gente que se alarme más por la excarcelación de violadores y asesinos que por la de terroristas, y explica que “afortunadamente hoy la gente ve muy lejos que ETA vuelva a matar”.
Manrique no sólo es un referente en España por su trabajo en la asistencia de víctimas del terrorismo, ha sido también la primera víctima de un atentado de ETA que ha aceptado reunirse con uno de los terroristas que intentó asesinarlo.
El 15 de junio de 2012, Manrique llegó a la cárcel de Zaballa, en Vitoria para encontrarse con Rafael Caride Simón, uno de los responsables del atentado de Hipercor.
En el encuentro que duró hora y media, el terrorista no pidió perdón, pero sí
mostró su arrepentimiento. “Mencionó la palabra arrepentimiento como 15 veces”, recuerda.
“Si después de tanto dolor se ha dado cuenta del daño que ha causado, es un primer paso”, reflexiona Manrique.

No hay marcha atrás

Más allá de la “Doctrina Parot”, para esta víctima de ETA la verdadera buena noticia llegó hace dos años, el 20 de octubre de 2011, cuando la banda terrorista anunció a través de un comunicado “el cese definitivo de su actividad armada”. La palabra “definitivo” es la clave, matiza Manrique.

“Recuerdo que el día del anuncio mi hijo me da un abrazo llorando y me dice: papá ningún niño sufrirá lo que hemos sufrido nosotros. En ese momento supe que por fin habíamos ganado a ETA y que no había marcha atrás”, lamenta.

Puede que la manta que aparece colgada en el edificio del Ayuntamiento de Almadén de la Plata sea sólo un detalle que refleja las dificultades de toda sociedad, en este caso la española, para convivir con el mal que en estos casos tiene forma de ser humano y se llama el Loco del chándal, el asesino de Alcàsser o el “violador del ascensor”. Delincuentes que no han mostrado su arrepentimiento y que son susceptibles de volver a delinquir.

Opinión:

Sólo agradecer a Patricia la excelente entrevista y la preparación que previamente realizó. Es sorprendente ver el conocimiento que desde fuera de nuestro país se tiene a nivel de la realidad de lo que ocurre en contraposición a algún que otro medio que basa su información en DESinformar siguiendo los intereses partidistas que les marcan.

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