18 noviembre 2015
España debe
ser un aliado prudente y solidario
Por primera vez en la historia, los 28 estados
miembros de la UE
recurrieron ayer al artículo 42.7 del Tratado de Lisboa sobre defensa colectiva
tras la petición de Francia. Se trata de un claro respaldo a París de todos sus
socios europeos, que de este modo se comprometen a prestarle ayuda y asistencia
con los medios a su alcance. Sin embargo, las discrepancias en este asunto son
notables. Así, el Gobierno francés
pretende que este auxilio se concrete de forma urgente y suponga la
participación militar de los Veintiocho en Siria e Irak contra el Estado Islámico (IS) o
sustituyendo a las tropas galas en otros escenarios donde también combaten al
yihadismo, como el Sahel. "Francia no puede seguir sola en estos teatros
de operaciones", subrayó el ministro de Defensa Jean Yves-Le Drian. Pero
la mayoría de los gobiernos europeos de momento no parecen dispuestos a dar
pasos en el terreno bélico y prefieren que la ayuda se limite a un incremento
de las labores de Inteligencia en cooperación con París.
El Ejecutivo español se encuentra entre los que han
adoptado una postura más prudente, algo que nos parece sensato. Porque si bien
las reacciones de Francia se entienden en el contexto de alerta máxima en que
se encuentra el país desde los brutales atentados del viernes, la lucha contra
el terrorismo islámico exige la máxima coordinación internacional y actuar conforme a las
resoluciones que adopten los organismos competentes, en este caso el Consejo de
Seguridad de la ONU
y la OTAN. De hecho, la defensa colectiva de
la UE supedita las políticas de los
Veintiocho a las directrices marcadas por la Alianza
Atlántica , en la que están
integrados casi todos los países comunitarios. Por lo tanto, España debe actuar
con la máxima solidaridad y respaldo a Francia, pero siempre con responsabilidad y prudencia, en el marco de las decisiones que
se tomen de forma consensuada entre todos los aliados occidentales.
Hollande se reunirá en los próximos días con Putin y
Obama porque quiere impulsar una coalición militar única contra el IS. La unidad
de acción de la comunidad internacional resulta imprescindible, como venimos
reclamando desde hace tiempo. De hecho, una de las
consecuencias de los atentados está siendo la cooperación militar de Rusia y
Francia, que ayer
coordinaron un nuevo ataque masivo contra Raqqa, la macabra capital del
Califato en Siria.
No parece sensato, por tanto, que mientras se
redoblan los contactos multilaterales, el Gobierno español se erija en
abanderado de ninguna estrategia a seguir contra el IS. Rajoy lleva pidiendo desde
el pasado sábado que no se especule sobre una posible participación militar de
nuestras tropas en Siria.
Y dado que no cabe ahora mismo decidir ni descartar nada, no fue prudente
tampoco que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, asegurara ayer con
rotundidad que "España no se plantea efectuar ningún bombardeo".
Por otra parte, un asunto de Estado tan delicado
exige la máxima responsabilidad y unidad posible de las fuerzas políticas. Cabe
subrayar el respaldo del PSOE al Gobierno, igual que la actitud de otros
partidos como Ciudadanos, que ya ha pedido sumarse al pacto antiyihadista. En
cambio, los gestos de Podemos resultan lamentables, máxime porque se trata de
una formación con aspiraciones de gobierno. Porque una cosa es la lícita
discrepancia sobre la estrategia a seguir frente al yihadismo, y otra muy
distinta abonarse a la postura de equidistancia entre víctimas y verdugos.
Es lo que están haciendo con sus declaraciones
muchos dirigentes de la coalición desde el viernes. Y es lo que se escenificó
incomprensiblemente el lunes en Córdoba, donde el Ayuntamiento convocó a
guardar un minuto de silencio "por las víctimas de los bombardeos de
Francia en Siria", impulsado por la formación local de Podemos y secundado
por los concejales socialistas y de IU. Se esté o no de acuerdo con las
actuaciones adoptadas por Francia en legítima defensa -respaldadas por todo el
Congreso galo-, en plena conmoción por la muerte en París de más de 130
personas -al menos tres españolas- no se puede
protagonizar un gesto así sin provocar la repulsa ciudadana.
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