lunes, 23 de noviembre de 2015

21 noviembre 2015 (8) economista (opinión)

21 noviembre 2015



El peligro económico de los atentados





La semana pasada Francia era nuevamente golpeada por el terrorismo yihadista. Durante esta semana la campaña policial contra las redes terroristas implicadas ha copado la atención de todos los medios de comunicación. Se han lanzado desde entonces multitud de amenazas por parte de los asesinos. La opinión pública europea, especialmente después de los tristemente famosos atentados en España del 11-M, reforzado posteriormente con los atentados de Londres y ahora con el referido suceso de París, es muy sensible a esta cuestión, aun cuando intenta recuperar la rutina.
No puede extrañarnos que se hayan suspendido actos públicos como partidos de fútbol; además, muchos países están en niveles de alerta máximos por posibles atentados. La dividida Europa intentará tomar medidas de protección y combate contra los malditos asesinos; esperemos que esta vez cunda la unidad, aun cuando en este aspecto soy escéptico. Ante los atentados, y como baremo económico de sus efectos en el corto plazo, podemos mirar a la evolución de las bolsas, tanto mundiales como europeas. A diferencia de los atentados del 11-S en Nueva York, las bolsas parecen haber pasado página; salvo algún sector como el aeronáutico o actividades ligadas al turismo, el impacto ha sido mínimo. Pero como economista, y al igual que muchos ciudadanos, debo preguntarme si el terrorismo puede afectar a la actividad económica europea en una visión de largo plazo. En este sentido, me parece muy acertada la visión de la casa de calificación crediticia americana Standard and Poor´s, la cual comparto totalmente. Los americanos manifestaban que no prevén ninguna rebaja de rating pues es improbable que por sí sólo afecte a las calificaciones de los países de Europa occidental. Sin embargo en la misma nota comenta que, aun cuando no influye en la calificación crediticia, sí puede tener consecuencias sobre el crecimiento y y sobre la fiscalidad
Vayamos con posibles escenarios que nos permitan visualizar mejor los efectos. Salvo que entráramos en una dinámica constante de atentados, la actividad de los países europeos no se va a ver reducida, sin embargo los atentados sí tendrán consecuencia económica, especialmente en el terreno fiscal. La seguridad con el refuerzo de plantillas de los cuerpos armados para reforzar la efectividad; la realización de importantes inversiones tecnológicas; el coste de armas, equipos y municiones, así como logísticos, pasarán factura en forma de un mayor gasto público. Este aumento es ya una realidad pues el presidente de Francia, François Hollande, anunciaba este lunes un aumento de los funcionarios con la creación de 5.000 puestos de refuerzo para policías y gendarmes en los dos próximos años, también otros 2.500 destinados al Ministerio de Justicia y, ya por último, 1.000 más para aduanas y encargados de fronteras. Ante estas decisiones, el déficit público de Francia, un país que viene incumpliendo el techo del 3 por ciento reiteradamente, y que se ha negado a implementar más recortes presupuestarios, es más que previsible que incremente aún más la desviación. Conviene señalar que la Comisión Europea y Alemania se han mostrado sensibles a esta cuestión y no solo no han puesto ninguna objeción, sino que han apoyado sin fisuras la decisión francesa. Por cierto, ese aumento del gasto francés previsiblemente puede contar con un aliado inesperado como es el quantitative easing del BCE, en forma de un bajo coste por intereses y mucha facilidad para lograr el dinero, si Fráncfort, como es previsible, aumenta la cantidad de compra de títulos.
Para mí, el escenario más probable es que no haya atentados reiterados y constantes; ¿pero qué pasaría si no fuese así y las acciones se vuelven habituales? En este supuesto sí que tendrían un impacto inmediato y previsiblemente dañino para la economía. En este supuesto no solo se trataría de un mayor déficit público; la confianza de los inversores y los consumidores se vería dañada y, por tanto, la débil actividad económica que tenemos en Europa se quebraría. Aquí sí que no es descartable una recesión, especialmente en los países que sufran en su territorio los zarpazos del terrorismo. De producirse, la Comisión Europea y el propio Banco Central tendrían que actuar con una política mucho más expansiva, especialmente a nivel de déficit público. Esperemos que esta posibilidad no se llegue a materializar, aun cuando en ningún momento debe desecharse. Siguiendo con este resumido análisis, no podemos dejar de lado el tema del turismo y actividades relacionadas como la aeronáutica. Aquí la amenaza es para todos aquellos países con fuertes atractivos turísticos, entre los cuales, cómo no, se encuentra el nuestro. Todos estos países deberán incrementar las medidas de seguridad, pues en caso de haber acciones armadas, los daños pueden ser cuantiosos. Esperemos que en España no se produzca ningún atentado que tenga al sector turístico como objetivo como ocurrió recientemente en Túnez; las consecuencias serían catastróficas. Precisamente nuestro sector, de peso muy importante en la actividad global del país, está teniendo una magnífica campaña debido a los problemas de otros competidores directos en el norte de África. Desgraciadamente, y como los asesinos nos recuerdan, España está en el radar de sus sanguinarias acciones. Esperemos que no se produzcan o sean abortadas por nuestros cuerpos de seguridad.

Opinión:

Aparte de las consecuencias en vidas humanas y en los desastres que producirá en numerosas familias, es importante conocer también las consecuencias de otros tipos que un atentado puede causar.
Y el tema económico no es superficial, ni mucho menos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario