29 noviembre 2015
Los españoles temen al IS, pero no quieren ir a la guerra
La posible participación española en el operativo
militar que varios países llevan a cabo en Siria e Irak para combatir al Estado
Islámico (IS) mantiene dividida ideológicamente
a la opinión pública española. Así al menos lo pone de
manifiesto la encuesta realizada por Sigma Dos para El Mundo que publicamos
hoy. Frente a un 34,8% de encuestados que opina que España debería sumarse a
los ataques aéreos que desde hace más de un año viene realizando la coalición
internacional, el 53,9% considera que nuestro país
debería abstenerse de participar. El 11,3% restante declara no
tener ninguna opinión formada o prefiere no responder a la cuestión.
Aunque la diferencia entre quienes son partidarios de las acciones
bélicas para acabar con el IS y los que opinan lo contrario es de casi 20
puntos, el rechazo a la guerra como solución al terrorismo islámico no ha
alcanzado el porcentaje del 91% que recogió la encuesta del
CIS en febrero de 2003, unas semanas antes de que se celebrase
la cumbre de las Azores. Entonces, la intervención en Irak para derrocar el
régimen dictatorial de Sadam Husein provocaba un amplio rechazo popular, que se
puso de manifiesto en varias manifestaciones multitudinarias en toda España, en
las que participaron tanto votantes del partido en el Gobierno, el PP, como de
los partidos de centro y de izquierda. Era un no generalizado a una
guerra que se consideraba injusta e innecesaria.
Ahora, sin embargo, la situación es diferente y los partidos políticos
han trasladado su división a la sociedad española, convirtiendo en una cuestión
ideológica la manera de combatir al IS. Así, sólo un 35,9% de los votantes del
PP se muestra contrario a la intervención en Siria e Irak, frente al 53,2% que
sería partidario de la participación activa en la guerra. Estos porcentajes se invierten entre los votantes de los partidos de
izquierda, donde el rechazo a la participación española en los
bombardeos es ampliamente mayoritario. Entre los electores del PSOE, un 57,2%
es contrario a la guerra, porcentaje que se amplia al 77,2% en el caso de
Podemos y al 65% en el de IU. Entre los votantes de Ciudadanos, la división es
absoluta, ya que un 45,3% se muestra favorable a la intervención bélica frente
a un 45,8% que la rechaza.
Esta división ideológica se puso de manifiesto en la escasa repercusión
de las concentraciones que se celebraron ayer en varias capitales, organizadas
por los autoproclamados alcaldes del cambio y apoyadas por IU, Podemos y las
candidaturas de unidad popular. El grito de 'No a la guerra' que la casi
totalidad de la ciudadanía española hizo suyo, se ha convertido en un eslogan
que algunos líderes quieren rentabilizar de cara a las próximas elecciones del
20 de diciembre.
Pero la encuesta que publicamos arroja otro dato significativo.
Preguntados por la posibilidad de que en España se pueda producir un atentado terrorista como el de París, el 83,2% de los
encuestados ha respondido que lo ve posible, frente al 13,5% que no lo cree. Es
decir, la amplia mayoría coincide en que el yihadismo representa un peligro
inminente para nuestra seguridad y que en cualquier momento puede volver a
golpear en España como lo hiciera el 11 de marzo de 2004.
La combinación de ambos resultados de la encuesta refleja que pese a
que la abrumadora mayoría de los españoles asume que estamos en el punto de
mira del terrorismo islámico, la mayor parte no cree que participar activamente
en la guerra sea la solución. Una opinión que refuerza la política de cautela mantenida hasta ahora por el presidente del
Gobierno. Rajoy hace bien en no comprometer a España en un
asunto de enorme trascendencia como éste, máxime cuando existe la posibilidad
de que en menos de un mes las urnas elijan a otro candidato. No obstante, tanto
él, si sale reelegido, como un nuevo presidente del Gobierno, sea del color que
sea, tendrán que asumir el doble vínculo que condiciona
de forma insoslayable nuestra política exterior: que España
forma parte de la OTAN,
y como tal debe participar en sus operaciones porque de ellas depende también
nuestra seguridad; y que la UE exige por el
artículo 42.7 del Tratado de Lisboa, la "asistencia con todos los medios"
posibles a un Estado miembro que haya sido "objeto de una agresión armada
en su territorio". No contemplar esta realidad colocaría a España en una
inasumible situación de aislamiento internacional. Por esta razón, tanto Rajoy
como su posible sucesor deberían realizar un esfuerzo de pedagogía política
para que la sociedad española comprendiera que España no puede abdicar de sus
obligaciones y que, aunque a nadie le guste la guerra, hay ocasiones en las que no queda más remedio que acudir al recurso de la
legítima defensa.
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