03 mayo 2021
De ETA al Dáesh: 60 años de terror
Historia y víctimas. El investigador Gaizka Fernández Soldevilla repasa en su nuevo libro todas las bandas terroristas que han actuado en España entre 1960 y la actualidad, y los relatos de muchos de sus asesinados
Las vidas rotas de tres niños, la lasartearra Begoña Urroz Ibarrola, por una bomba del DRIL, el azkoitiarra José María Pi-ris Carballo, a causa de ETA, y la madrileña de origen polaco Patricia Rzaca, en los atentados yiha-distas del 11-M, son parte de las decenas de relatos con rostro que entrelazan los nueve capítulos de la obra ‘El terrorismo en España. De ETA a Dáesh’ (Editorial Cátedra), escrito por el historiador e investigador bilbaíno Gaizka Fernández Soldevilla. El libro se presenta este jueves en Bilbao y el 12 de mayo en Vitoria. Se trata de un trabajo de «síntesis divulgativa» que reúne, por primera vez en un único li-bro, la historia de 60 años de violencia ejercida por decenas de bandas terroristas, desde ETA, DRIL, Defensa Interior, ÉPOCA, FRAP, el BVE, los Grapo, Terra Lluire o los GAL a Al Qaeda o Dáesh.
El historiador no se detiene solo en los datos y las cifras de las víctimas, sino que les pone rostro «para humanizarlas». «Una historia del terrorismo no puede ser un relato frío, tienen que visibilizarse las consecuencias, las vidas rotas que ha dejado», reconoce. Entre otros muchos casos, recuerda el atentado del DRIL que acabó con la vida de Begoña Urroz. Este crimen inauguró la historia del terrorismo en España. La niña, de tan solo 20 me-ses de edad, resultó gravemente herida en la explosión de la esta-ción de Amara de San Sebastián, del 27 de junio de 1960, y murió al día siguiente. 44 años después, también en una estación de tren, en este caso la madrileña de El Pozo, el terrorismo yihadista apagó la vida de la pequeña Patricia Rzaca, de siete meses, y la convirtió en la víctima mortal más joven de la masacre del 11-M. Otro niño, José María Piris, de 13 años, murió el 29 de marzo de 1980, tras explotarle una bomba en Azkoitia, cuando volvía de Azpeitia de jugar al fút-bol con su equipo del Floreaga. Fue el primero de los 22 menores asesinados por ETA, banda a la que el libro dedica mayor espacio «debido a su letalidad y longevidad», con 853 asesinados y 2.632 heridos.
Pese al abismo que separa a bandas como el DRIL, ETA y Al Qaeda, con diferencias doctrinales, tácticas o de ciclo histórico sustanciales, el autor se pregunta «¿es tan distinto el daño que han causado?». Su respuesta es en que «si se adopta la perspectiva de sus víctimas, como los tres niños citados, los perpetra-dores se asemejan».
De hecho, a lo largo de su investigación, el autor se ha encontrado cada vez con «más paralelismos» o «imitadores» del terrorismo de ETA entre las bandas que actuaron en España. «Hay atenta-dos que son casi clavados», como las matanzas indiscriminadas en tres cafeterías, Rolando, en el caso de ETA; California 47, en el de los Grapo; o El Descanso, obra del yihadismo. El modus operandi es casi el mismo: «un tipo mete una bomba en un restaurante lleno para atentar contra policías, ultraderechistas o soldados de EE UU, respectivamente, y la mayoría de sus víctimas acaban siendo personas a las que no querían matar». En ningún caso piden perdón e incluso ETA y los Grapo «intentan ocultar» su autoría.
A lo largo de 434 páginas, Fernández Soldevilla describe características, trayectoria, estrategia, objetivos e ideología de organizaciones terroristas muy diferentes: nacionalistas radicales, de extrema izquierda, ultraderechistas, parapoliciales, internacionales o yihadistas, pero guiadas todas ellas por el mismo principio: «el fin justifica los medios sangrientos». Sus acciones causaron 1.451 víctimas mortales y 4.983 heridos desde 1960 hasta la actualidad, según a los datos del Ministerio del Interior.
Entre todo el rosario de bandas «hay muchísimas que provocaron víctimas mortales», pero «el fenómeno ETA» hizo que esos grupos pasaran desapercibidos. «En la ex-trema izquierda ha habido grupúsculos como el FRAVA (Frente Re-volucionario Antifascista Vasco- Aragonés), Hoz y Martillo o MIL que cometieron atentados mortales. Pero su existencia fue tan efímera que se han olvidado», apunta. En la extrema derecha no hay siglas como tales «actúan más bien como una franquicia».
Cataluña, Galicia o Canarias
Fernández Soldevilla dedica un capítulo a los ultranacionalistas periféricos que entran en escena en las décadas de 1950 y 1960, no solo en Euskadi, sino también en Cataluña, Galicia, Canarias y otras zonas del país, y lo hacen de la mano de jóvenes con formación universitaria, inquietudes socia-les y preocupación por el idioma vernáculo, «considerado el fundamento de la patria». ETA es clave en la génesis y el desarrollo de algunas como Loita Armada Revolucionaria o lo que más tarde sería Terra Lliure, a las que facilitó un modelo organizativo, entrenamiento, armas y explosivos. «En las navidades de 1978 cinco miembros de Arxiu –germen de Terra Lliure– viajaron a Bayona donde ETAm les instruyó. Les entregó dos subfusiles Stein, cinco pistolas Firebird, 1.500 balas, cin-co kilogramos de goma 2, cordón detonante y mecha lenta», describe. El terrorismo catalán, gallego y canario acabó con la vida de nueve personas.
El libro también se detiene en «los visitantes», Se refiere a que en España no solo se ha dado el embate del terrorismo doméstico, sino que en los 70 también existía la amenaza internacional. «Creemos que Al Qaeda fue una novedad en el 11-M, pero no es cierto, el terrorismo internacional ya estaba aquí más de treinta atrás», sitúa
Opinión:
No he leído todavía el libro de Gaizka Fernández aunque espero tener tiempo suficiente para leerlo pronto.
Pero tras leer la información me sorprende que se diga que “en la extrema derecha no hay siglas como tales” sino que “actúan más bien como una franquicia”.
Repito. Al no haber leído el libro no se si mencionará a Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, la Juventud Española en Pie o Milicia Catalana.
Sea como sea, humildemente le puedo enviar un ejemplar del estudio que presenté en diciembre de 2010 sobre terrorismo en Catalunya para poder contrastar esos datos.
Lo que sí me queda claro es que desde el final de la banda terrorista ETA se escribe mucho, muchísimo, sobre los distintos tipos de terrorismo e incluso hay quien quiere “poner cara” a “las” víctimas… pero no se escribe nada, casi nada, sobre las vivencias que cientos de víctimas hemos tenido que sufrir ante la desidia de las diferentes administraciones o los engaños y las mentiras de ciertos representantes políticos… por no hablar de la utilización del dolor ajeno con objetivos electoralistas o partidistas.
Pero no hay problema, estoy en ello… por haberlo vivido en primera persona.
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