03 mayo 2021
La obra de Koldobika Jauregi permanece a la espera de un informe técnico del Patrimonio galo para volver a ser reubicada en Baiona
Cuatro años después del desarme de ETA, y tres de su inauguración, la escultura de Koldobika Jauregi que debía lucir en una plaza de Baiona como testimonio de la entrega de armas, sigue olvidada en un almacén de la ribera de la capital labortana. Una obra que permaneció en el lugar donde se ubicó tan solo tres días debido a su excesivo peso –tres toneladas–, y que no fue capaz de sortear la discordia, ya que nació con polémica al generar el rechazo de algunos sectores que consideraron la es-cultura un homenaje a ETA, cuya disolución se produjo hace tres años precisamente hoy. Los motivos que obligan a que la obra ‘Arbolaren Egia’ (cuya forma es un árbol con un hacha como base) siga condenada al olvido son varios. Fuentes del Ayuntamiento de Baiona apuntan al Covid-19 y sus consecuencias como una de las causas del retraso de su reubicación porque «en estos momentos de crisis sanita-ria y económica existen otras prioridades, otras urgencias». Además están los problemas técnicos, a la espera de que los responsables gubernamentales decidan una ubicación segura para un monolito enorme, de acero y hierro, de tres toneladas de peso y ocho metros de altura. El riesgo de hundimiento del terreno, al precisar que el hacha fuera enterrada en la tierra, aconsejó retirarla temporalmente, hasta que Architectes de Bâtiments de France, organismo público de patrimonio galo, realice los pertinentes estudios técnicos para decidir una ubicación definitiva. «Baiona es una ciudad arquitectónicamente protegida y no depende de nosotros», aseguran desde el Ayuntamiento. Fuentes de la izquierda abertzale, por su parte, aseguraron a este periódico que en esta situación de pandemia «no se está dando ningún paso para que la escultura vuelva a ser instalada» en la plaza Roland Barthes, frente a las universidades de Baiona.
El monolito, obra de escultor de Alkiza Koldobika Jauregi, sigue, de momento, escondido. El trabajo fue inaugurado en la misma plaza donde se desarrollaron los actos centrales del desarme el 8 de abril de 2017. La ceremonia estuvo encabezada por el alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad de Iparralde, el centrista Jean-René Etchegaray, en presencia de colectivos vascofranceses que impulsaron el proceso civil de desarme y miembros de EH Bildu, con Arnaldo Otegi a la cabeza. La polémica que rodeó a esta obra se vio reflejada ese mismo día al acudir un pequeño grupo de ciudadanos a mostrar su rechazo por la colocación. Irrumpieron portando paraguas en los que se podían leer frases en francés como «vergüenza» o «hacha igual a ETA». «No depende de mí» «No sé exactamente cuándo volverá a ser instalada. La escultura es patrimonio del Gobierno francés y no depende de mí, ni de Baiona. Supongo que será una cuestión de tiempo. Nunca me ha pasado nada igual. Verdadera-mente me da pena que se dieran esas circunstancias porque hubo mucha disposición por todas las partes en este proyecto», confiesa el artista guipuzcoano. Esta escultura tuvo un coste elevado, de entre 60.000 y 80.000 euros, que fue financiado por empresarios vascofranceses a título privado. El Ayuntamiento se limitó, por mayoría, a aprobar su colocación, pero no aportó dinero. La creación fue sufragada por las aportaciones logradas por Bake Bidea y los Artesanos de la Paz. Según cuenta Jauregi, «me viene gente o me escribe para preguntarme dónde está mi escultura, me dicen que no la encuentran... Y algunos consideran que es una situación extraña, que si está secuestrada. Otros lo consideran como arte censurado, y eso genera desconfianza. Pero yo quiero pensar que las cosas se arreglarán». En cualquier caso, los colectivos impulsores de la obra confían en que la escultura pueda ser finalmente colocada en la ciudad francesa, aunque nadie se atreve a dar plazos, a adivinar el nuevo emplazamiento.
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