07
febrero 2020
Los
presos vascos
Deberíamos
preguntar a Bildu si de verdad quiere acercar a cárceles vascas a los reclusos
de ETA o solo se trata de utilizarlos, una vez más, para tapar la injusticia
del terrorismo
Este
pasado mes de enero, como todos los años, se ha organizado una gran
manifestación: miles de personas en apoyo de los «presos vascos», pidiendo su
acercamiento. Y uno piensa: pues la verdad, dicho así, si solo los quieren
acercar a las cárceles vascas, no parece que sea mucho pedir; al fin y al cabo,
el preso tras los barrotes apenas sabe en qué cárcel está. Pero en esto de los
presos nada es lo que parece. ¿Quiénes pertenecen al colectivo de presos
vascos? Podríamos presumir que los reclusos con residencia en Euskadi. Nada más
lejos de la realidad. Para ser preso vasco ni siquiera hace falta ser vasco.
Por ejemplo, Marina Bernardó, que perteneció al ‘comando Gorbea’ de Barcelona,
era catalana, pero al ser detenida se convirtió de forma automática en presa
vasca. Las 740 personas residentes en Euskadi que no son presos de ETA y están
en diferentes cárceles españolas fuera de la comunidad autónoma desde luego no
pertenecen al colectivo de presos vascos. La manifestación de enero no les
apoyaba. Cuando dicen presos vascos quieren decir presos de ETA y su entorno.
Pero tampoco es verdad del todo, porque cuando un preso de ETA abandona la
disciplina del colectivo e inicia la vía de reinserción es expulsado de forma
automática.
Para
hablar con corrección, debemos decir que presos vascos son los presos de ETA, o
sus entornos, que antes aceptaban la disciplina de la banda terrorista y ahora
la de la izquierda abertzale. ETA siempre ha querido tener presos. Era la forma
irrefutable de demostrar la «represión» del Estado. Para ETA los presos siempre
han sido el elemento legitimador de su violencia terrorista.
Consiguió
con cierto éxito socializar el relato de que los presos no eran personas
condenadas por graves delitos, sino pobres victimas maltratadas en las cárceles
represivas. Pero la realidad era diferente. Los presos de ETA siempre han sido
presos con doble candado: el de la
Justicia que les había condenado y –el más férreo– el de la
propia ETA. ETA nunca ha reconocido a sus presos el derecho básico de elegir su
abogado. Los juicios a sus militantes siempre los ha convertido en una
performance para denunciar al «Estado opresor» y no en la defensa de los
inculpados. Bueno, hasta que llegaron los grandes jefes al ser detenida toda la
mesa nacional; entonces sí: los abogados cambiaron de toga e hicieron una
minuciosa defensa de sus clientes.
Lo
que realmente restringía e impedía los derechos de los presos siempre ha sido
ETA, que pastoreaba a sus presos con capataces togados. Pero, al final, cuando
han sido esos capataces togados los que se han tenido que enfrentar a la Justicia , esos que les
habían dicho mil veces que ningún militante de ETA podía reconocer un tribunal
español han sido ellos los que, además de reconocer al tribunal, han negociado
la condena para no ir a la cárcel.
Para
ETA los presos han sido una «necesidad histórica» para su propia supervivencia.
Cuando años antes de la vía Nanclares un grupo de reclusos comenzó a solicitar
beneficios, los que estaban fuera inventaron la terrible teoría de que los presos
«tenían derecho a cumplir íntegramente la condena». La verdad es que siempre
han sido, y siguen siendo, los juguetes rotos de los que están «fuera». Por eso
no es tan sencillo responder a la pregunta de si hay que acercar a los presos o
no. Si mañana Instituciones Penitenciarias trasladara de golpe a todos los
presos de ETA a Euskadi, una medida administrativa y legal, saldrían en tromba
dos colectivos. Los de Bildu dirían: «¿véis cómo teníamos razón?; al final han
tenido que ceder», y crearían una nueva reivindicación para seguir atacando al
sistema democrático de España. Y la derecha, con escándalo fingido, añadiría:
«¿Véis cómo teníamos razón? Al final el Gobierno ha cedido ante los
terroristas». Y, mientras tanto, los presos seguirán siendo la piedra que se
arrojan unos a otros. No se puede defender el acercamiento de los presos sin, a
la vez, defender que la reinserción es una decisión personal que debe renunciar
al pasado delictivo.
Yo
creo que para Bildu y su gente los presos son una patata caliente que no saben
cómo gestionar. Porque si asumen que la única salida es la aplicación completa
de la legalidad, incluyendo los beneficios, claro, tienen que asumir la
injusticia del terrorismo en el pasado. A los de Bildu les debiéramos
preguntar: ¿de verdad queréis traer a los presos a cárceles vascas o se trata
de utilizarlos, una vez más, para tapar la injusticia del terrorismo? Porque si
aceptaran la primera parte, creo que no habría muchos problemas, pero si añaden
la segunda va a ser complicado.
Gobierno
de España debiera ser consciente de su propia fortaleza y también de la
fortaleza de la democracia española, que Bildu no tiene ninguna posibilidad ni
capacidad de debilitar. Para ello debe el Gobierno, y debemos los demócratas,
defender de forma cerrada y con orgullo el sistema penitenciario español, uno
de los mejores del mundo. Un sistema que permite, de verdad y de formas
múltiples, concretar la reinserción de los penados. Debemos abandonar esa
posición casi vergonzante de la defensa de la legalidad ante los ataques de
Bildu. La
Administración penitenciaria puede adoptar medidas de forma
unilateral, como la reubicación de los internos en diferentes cárceles, pero no
puede en ningún caso anular los requisitos para la reinserción convirtiéndola
en pura excarcelación, que es lo que Bildu pretende. Y finalmente animar a
todos los presos a que de forma masiva rompan el segundo candado porque, por
muchos cantos de sirena de los de «fuera», no hay ni habrá otra salida que la
reinserción, y no hacerlo seguirá teniendo un alto coste personal para ellos.
Opinión:
Curiosa
circunstancia… en el artículo (excelente, dicho sea de paso) se plantea una
cuestión muy importante y que algunas víctimas llevamos años denunciando sin
que pareciera importar a nadie. Lo de “presos vascos” ¿incluye también a los
vascos que han cometido otro tipo de delito (un robo con fuerza, p.ej.) en
cualquier punto del Estado? ¿SE pide su acercamiento también? ¿O es, realmente,
el acercamiento de los miembros dela banda terrorista ETA?
Siempre
he tenido muy claro que ser vasco y miembro de ETA no niega la existencia de
terroristas miembros de ETA que nacieron en cualquier otro lugar fuera de
territorio vasco. Ejemplos los hay a decenas, sin ir mas lejos, los tres
autores de los atentados en Cataluña entre 1986 y 1987… un gallego, un
palentino y una navarra.
Pero
aún y así, la legislación permite ese acercamiento al lugar que consideren
oportuno. Bien, perfecto. Que sean acercados a la prisión que les apetezca pero
que cumplan en ella el tiempo marcado en su condena y recogido en la
legislación.
Cerca.
Vale. Pero sin un solo día de rebaja en la condena.
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