23 febrero 2020
La violencia de los grupos franquistas fue
mucho más estructurada y activa de lo que nos han querido contar hasta ahora
El terrorismo de extrema derecha que está dejando su zarpazo brutal en
toda Europa (como el último atentado
ocurrido a manos de un extremista en Hanau, cerca de
la ciudad alemana de Fráncfort, que ha dejado 11
muertos) es bien conocido en España. Durante la Transición nuestro país no fue ese remanso de paz
y tranquilidad que algunos se empeñaron en describir tras la muerte de Franco en 1975. La extrema derecha fue mucho
más activa y sangrienta de lo que nos han querido contar y basta con echar un
vistazo a los periódicos de la época para comprobar que los restos del aparato
militar franquista causaron estragos durante años.
Así, desde el 13 de septiembre de
1979 hasta febrero de 1980, en la provincia de Barcelona un comando estable de extrema derecha
formado por activistas de Fuerza Nueva y agentes de la Policía
Municipal y de la Guardia Civil llevó a cabo atentados, incendios y
robos que fueron reivindicados primero por la Triple A y
después, de manera permanente, por el Ejército Español de Liberación (EEL), tal como cuenta Mariano
Sánchez Soler, escritor y periodista, en su libro de referencia La Transición sangrienta. Una historia
violenta del proceso democrático en España (1975-1983).
“A finales de los años 70, Manuel
Reinero Banda, hijo y hermano de guardias civiles y al que
llamaban El Comandante,
organizó un pequeño ejército y actuó en la frontera entre la delincuencia común
y la política. Una actividad emprendida también por otros grupos violentos de
extrema derecha en la etapa final de la Transición española, una vez aprobada la Constitución ,
culminado el pacto político y el consenso, y con la sombra del golpismo como
último recurso involucionista”, asegura Sánchez Soler.
En el extraño ejército de Reinero
actuaron un sargento y un número de la Policía Municipal de
Ripollet, al menos dos guardias civiles –uno de ellos expulsado
del Cuerpo antes de su detención− y un guardia jurado. Cuando el 16 de febrero
de 1980 la Policía
barcelonesa desarticuló el Ejército Español de Liberación encontró, junto al
armamento (que incluía una granada reglamentaria) capuchones con las siglas de la Triple A. Según la nota
policial, “el grupo se hallaba en fase organizativa incipiente o en período de
formación y pretendía, desde una perspectiva radical antimarxista, dar
respuesta mediante la lucha armada a organizaciones violentas de signo
ideológico contrapuesto”. Tras la desarticulación de la banda, sus miembros
acabaron en la cárcel y Manuel Reinero, industrial, fue condenado a 47 años de
cárcel por tenencia de armas y robo en edificio o establecimiento.
Según explica Sánchez Soler, las
actividades del Ejército Español de Liberación comenzaron en los últimos meses
de 1979, cuando Manuel Reinero Banda, delegado local de Fuerza
Nueva en Polinyà, decidió formar un grupo de acción violenta,
sujeto a una jerarquía, disciplinado y con empleo de armas, primeramente
designado por conocimiento de la prensa diaria como Triple A y después con la
denominación de Ejército Español de Liberación.
El historial de la banda ultra no
es demasiado conocido hoy por hoy. El 13 de septiembre de 1979, a una hora no
determinada, Reinero y otros dispararon repetidamente contra la sede del Partido
Socialista de Sentmenat y
causaron daños valorados en 50.000 pesetas. Fue el primero de una larga serie
de atentados. También tirotearon otra casa socialista en Santa
Perpètua de Mogoda e
impregnaron de gasolina el coche del alcalde de Ripollet, Carlos
Ferré. El 11 de octubre prendieron fuego al coche de otro
militante de izquierda, Julio Regulado, al que
consideraban que “profesaba ideas políticas contrarias a las suyas”. El 19 de
octubre, Reinero y un compañero, Julio González, dispararon
sus armas ilegales contra el Ayuntamiento de Ripollet,
por no ondear en él la bandera nacional. Después, el comando perpetró una serie
de atracos a entidades bancarias de la zona para recaudar fondos.
Dos días más tarde, el Ejército
Español de Liberación decidió llevar a cabo otras acciones de tipo político,
como el tiroteo contra la sede de la Sociedad Amigos del Arte de Terrassa.
El 9 de marzo del 81, apenas dos semanas después del 23F,
Reinero entregó a la Audiencia Nacional una minuciosa confesión sobre la trama
ultra que había actuado en la comarca del Vallès (Barcelona) durante 1979 y 1980. “Trataba así de
acogerse a los posibles beneficios de una nueva ley todavía no aprobada y que
estaba en trámites de discusión: la del terrorista arrepentido”, asegura
Sánchez Soler. En su declaración, Reinero implicaba a cinco guardias civiles
como integrantes de la célula. Las cloacas del Estado, en complicidad con los
residuos de la extrema derecha, empezaban a funcionar a pleno rendimiento. Y la
espiral de violencia iba a ser imparable.
Opinión:
Un buen resumen de las actividades terroristas de la ultraderecha
cometidos en Catalunya, aunque faltan muchas otras.
Eso fue lo que intenté explicar en una reunión mantenida en
Madrid con la Directora
de la Dirección General
de Atención a Víctimas del Terrorismo y uno de sus asesores en marzo de 2014,
tras realizar un exhaustivo estudio de las bandas terroristas que habían
actuado en Catalunya desde el año 1960 (año en que la legislación empieza a
reconocer los atentados terroristas).
Desgraciadamente, el listado de mas de 280 nombres y
apellidos que les mostré, junto al nombre de la banda autora del atentado, el
lugar y la fecha… no les importó lo más mínimo. Su frase “quien quiera algo que
venga a vernos” todavía me retumba en los oídos.
Pero al menos tengo la dignidad
intacta. Al contrario que algunos personajes que tienen que enviar mensajes de
apoyo a la ya destituida Directora de esa oficina para seguir disimulando los
montajes que llevan organizados desde hace muchos años, por mi parte no tengo nada que
agradecerle ni reconocerle porque jamas hizo nada por las
victimas que necesitaron realmente el reconocimiento oficial.
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