21
febrero 2020 (20.02.2020)
La moral en la política
Nacido
en Bilbao el 29 de mayo de 1946, Fernando Buesa pasó su infancia en Guernica.
Cursó Derecho en Madrid y Barcelona, para luego ejercer de abogado en Vitoria.
Compaginó su profesión con una carrera política excepcional. Siempre ligado al
socialismo vasco, fue diputado foral de Álava (1979-1983), concejal del
ayuntamiento de Vitoria (1983-1987), secretario de Organización del PSE-PSOE
(1985-1988) y diputado general (1987-1991). Desde 1984 era parlamentario
autonómico y en septiembre de 1991, además de asumir la Consejería de
Educación, fue nombrado vicelehendakari del Gobierno Vasco de coalición PNV-PSE
presidido por José Antonio Ardanza.
En
1995 ETA mató al líder del PP Gregorio Ordóñez. Era el comienzo de la
socialización del sufrimiento. La nueva estrategia de la banda consistía en
atemorizar a los vascos y navarros no nacionalistas mediante la persecución y
el asesinato de cargos públicos del PP, el PSOE y UPN, así como de
intelectuales, profesores, periodistas y otro tipo de profesionales. La campaña
se saldaría con una treintena de víctimas mortales.
Como
a tantos otros políticos, a Fernando Buesa se le asignó protección policial. Su
escolta era Jorge Díez Elorza, un ertzaina de 26 años. Por desgracia, los
terroristas llevaban ventaja. El comando Ituren de ETA les estuvo vigilando
durante más de un mes para descubrir sus rutinas. Según la sentencia,
“finalizada tal fase de averiguación de datos, comprobaron que un gran número
de días recorría la calle Aguirre Miramón de Vitoria (Álava) con objeto de dirigirse
a la sede del partido político de que era portavoz”. Los etarras colocaron una
furgoneta-bomba “en diversas ocasiones, en las inmediaciones de los lugares de
usual recorrido del señor Buesa próximos a su domicilio, sin que por diversas
circunstancias pudiera llevarse a cabo el atentado previamente planeado”.
Hasta
el 22 de febrero de 2000. Ese día Buesa y Díez salieron de la casa del primero
para dirigirse a la sede del PSE. Cerca del cruce de la calle Aguirre Miramón
con la calle Nieves Cano, en plena zona universitaria, la banda había colocado
una furgoneta Renault Express cargada con 20 kilogramos de
explosivos y bolas de metal. Algo después de las 16:30 horas, cuando las
víctimas pasaban por allí, el comando activó el artefacto mediante un sistema
de radio frecuencia. La explosión acabó con la vida de Fernando Buesa y Jorge
Díez. Además, hubo dos mujeres heridas.
Tres
años antes, en julio de 1997, el secuestro y asesinato del concejal del PP
Miguel Ángel Blanco había unido a todos los demócratas frente al terror. No
obstante, ahora la respuesta al atentado de Vitoria mostró el preocupante grado
de división que se estaba instalando en la sociedad vasca, inédito desde los
tiempos de la dictadura. Tras el esperanzador “espíritu de Ermua”, la mayor revuelta
cívica contra ETA, había llegado el frentismo. Todas las fuerzas nacionalistas,
incluyendo las radicales, se habían agrupado en el Pacto de Estella (1998). Con
este, el PNV dejaba a un lado una década de colaboración transversal con el PSE
en el Gobierno Vasco y orillaba también la clara frontera moral trazada en el
Pacto de Ajuria Enea (1988), del que solo HB quedó fuera por su connivencia con
ETA. Pero Estella devolvía a los extremistas a la centralidad del tablero
político sin necesidad de que condenaran el terrorismo, lo que lanzaba un
pernicioso mensaje a la ciudadanía.
El
Pacto de Estella fracasó por la intransigencia y las prisas de ETA, no por la
falta de voluntad “soberanista” de los dirigentes de aquel PNV, con Xabier
Arzalluz, Juan José Ibarretxe y Joseba Egibar a la cabeza. A la banda le
pareció que aún así estos iban demasiado lento y en diciembre de 1999 rompió la
tregua que venía manteniendo desde un año antes. Su primer asesinato fue el del
teniente coronel Pedro Antonio Blanco en Madrid. El siguiente, el que aquí nos
ocupa.
En
un clima de tensión, dos manifestaciones masivas recorrieron las calles de
Vitoria. Una se convirtió en un acto jeltzale de apoyo al lehendakari
Ibarretxe, que hasta entonces mantenía un acuerdo de legislatura con EH,
sucesora de HB. La otra, siguiendo la llamada de la familia de Buesa, reunió a
los constitucionalistas.
Conviene
no olvidar la lección de aquellos días de febrero de cara a evitar futuras
derivas que antepongan la clave étnica a la democrática. Para ello, hay
entidades como la
Fundación Fernando Buesa, que, con el brutal atentado de hace
ahora 20 años en la memoria, mira hacia adelante a través de una encomiable
labor educativa, para transmitir a las nuevas generaciones la necesidad de
preservar la moral en la política y en cualquier ámbito de la vida pública.
Opinión:
Desde el máximo respeto y con el conocimiento previo de mi argumentación,
me gustaría recordar que lo que algunos llaman “la socialización del
sufrimiento” se inició (por lo menos) el 19 de junio de 1987 cuando la banda
terrorista ETA atentó en los Almacenes Hipercor de Barcelona.
Fue un atentado indiscriminado en el que la masacre afectó directamente
a víctimas denominadas “civiles”, es decir, víctimas que no portaban uniforme
de ningún CFSE.
Ya va siendo hora de que cada atentado, dentro del inmenso dolor que
haya causado, sea reconocido sin que se le de la importancia merecida a los
atentados porque la víctima tuviera la política como profesión. Si se le
pregunta a cualquier ciudadano anónimo qué sintió al enterarse de lo ocurrido
en Hipercor, seguramente dirá que “me podría haber ocurrido a mi porque compro
en supermercados o visito centros comerciales”… cuando ETA asesinaba a políticos,
la inmensa mayoría de la ciudadanía lo veía como algo más lejano.
Las encuestas de aquellos lejanos años lo confirman pero, a saber por
qué razones, parece que ahora es moda que aparezcan personas hablando de lo que
no conocieron.
Ah, y aprovecho a recordar también una opinión de un viejo
activista social, muy buena gente por cierto: “El artículo omite que entre las
dos manifestaciones que se celebraron en Vitoria con motivo del asesinato de
Fernando Buesa y Jorge Díez u grupo de ciudadanos con Gesto por la Paz nos manifestamos en medio
de ambas tratando de unir e ir juntos frente al terrorismo”. Y yo añado que me
consta que tras el atentado en Hipercor no fueron mas de 200 las personas que
se manifestaron en Euskadi contra el atentado… en cambio, en 1995 fuimos muchos
miles los que lo hicimos.
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