24 junio 2012
Ana Blasco
Roberto Manrique - Superviviente del atentado de Hipercor
"Caride me dijo que, para su desgracia, se equivocó y entró en ETA"
"Las víctimas ya no estamos abandonadas como algunas venden por puro victimismo"
Han pasado 25 años y no ha superado el atentado, pero tanto su familia como él han aprendido a vivir con su recuerdo. "No nos marca el día a día ni estamos todo el día pensando en eso, ni mucho menos", explica. La semana pasada dio un paso más. Manrique aceptó sentarse frente a uno de sus verdugo, Rafael Caride Simón, que le mostró su "arrepentimiento".
–¿Le respondió Caride Simón a su pregunta acerca de por qué un gallego se va a Cataluña a matar a gente de toda España porque un vasco que vive en Francia le dice que tiene que hacerlo?
–Me contó durante un cuarto de hora su historia personal, diciéndome que había estado muchos años en Vigo en el sindicato de CC OO y en la lucha antifranquista y que, al estar controlado por la policía por razones de ideología, tanto él como otros compañeros se vieron obligados a marcharse de Galicia. Se fue al País Vasco y, como quería continuar con su lucha antifranquista y protrabajadores, se metió en el sindicato LAB. Y allí llegó un momento que, una de dos, o hacías política o te pasabas al otro bando, que es peor todavía. Caride me dijo que, para su desgracia, se equivocó y entró en ETA. Esa fue la causa. Como la respuesta era coherente a la pregunta que yo le hacía, entonces continué la entrevista.
–¿Cómo define la personalidad de Caride Simón?
–Aunque no hablé con él, le conocí en el juicio por Hipercor de 2003 en la Audiencia Nacional. Troitiño y Ernaga, en el juicio de 89. Fueron dos macarras y dos maleducados. Me pareció una falta de respeto impresionante que Ernaga se estuviese haciendo la manicura. Caride, en 2003, vino con un semblante más compungido y tuvo el respeto suficiente para no mirar en ningún momento a aquella gente a la que había destrozado la vida. Ahora le vi pequeño, como si se hubiera encogido.
–¿Qué fue lo que más le sorprendió de lo que le dijo?
–Hubo una frase que me chocó mucho, porque no me la esperaba. Decía que era hora de que la izquierda abertzale reconociera su parte de culpa en lo que ha hecho ETA, porque la han excusado, alabado, aplaudido y colaborado para que hiciera daño. Y que "los que ahora están en política, que viven muy bien en la calle, reconozcan su parte de culpa", me dijo.
–¿Un punto de inflexión?
–De inflexión y de enfrentamiento. Hay un grupo de terroristas totalmente enfrentados a sus compañeros. Les están diciendo: "Hemos destrozado la vida de mucha gente y también la nuestra y lo que tenemos que hacer es, como mínimo, reconocer ese daño y cumplir con la legislación". Todo lo que sean divisiones entre etarras, a mí me parece estupendo.
–¿Recomienda a otras víctimas estas entrevistas?
–Si la víctima se siente preparada y con los argumentos suficientes para mantener el encuentro, ¿por qué no? Si sirve para que el final de ETA sea eterno y nadie pase por lo que hemos pasado nosotros, adelante.
–Sin embargo, algunas víctimas se han mostrado críticas.
–Tengo en el móvil más de 300 mensajes de víctimas, no digo de amigos, que están absolutamente de acuerdo con lo que he hecho. Primero porque es legal; segundo, fomenta más la división entre terroristas; y tercero, yo puedo hacer lo que crea conveniente. A la gente que me critica, lo primero que les recomiendo es que me llamen para preguntarme por qué lo he hecho. Además, deberían mirar en su propia casa, porque en otras asociaciones también hay víctimas que han ido a ver a los etarras e incluso le han dado la mano al terrorista que mató a 24 personas, cosa que yo no he hecho. A mí que me dejen tranquilo, que ya bastante tengo con lo mío. Tengo tanto amor, cariño y respeto al recuerdo de las víctimas, que soy incapaz de rozarle un pelo al terrorista.
–¿Están satisfechos con el reconocimiento del sufrimiento de las víctimas que ha hecho el Estado en el homenaje con motivo del 25 aniversario del atentado?
–Sí, pero me parece que tienen un desconocimiento de la cuestión. Estoy en contra del mensaje de "el sufrimiento que todavía estamos teniendo". No es verdad. Ya estoy harto del victimismo de algunas víctimas, y sobre todo, de aquellas que se curaron las heridas en su casa, y a los tres días ya hacían vida totalmente normal. Eso está en una sentencia, no lo digo yo. Es lógico que cuando tuvimos el atentado nadie nos hiciera ni caso, porque no había nada organizado. Fue por una protesta formal, por carta y sin manifestaciones, de la antigua Asociación de Víctimas del Terrorismo que se aprobó la ley de solidaridad con las víctimas del terrorismo 32/99. Desde entonces, ya no estamos abandonadas como algunos venden por puro victimismo. Hay unas leyes que nos dan unos derechos.
–Pero todavía quedan personas por indemnizar...
–Quien diga eso miente. Todas las de Hipercor están indemnizadas, lo sé porque yo las he tramitado a partir de esa ley. El problema es que en Hipercor hay dos sentencias. En una, el Estado indemniza porque el terrorista no puede pagar al ser insolvente. La segunda viene a santo de una sentencia en la que se reconoce el mal funcionamiento de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado por no desalojar. Esa sentencia la ganamos trece víctimas. Luego hay más de treinta que se añadieron después y que les dijeron que las solicitudes estaban fuera de plazo.
–El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se comprometió en el homenaje a las víctimas de ETA que el Estado jamás negociará con la banda. ¿Cree que es acertada la decisión?
–Me parece estupendo. Todos los gobiernos desde Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y ahora Rajoy, han hablado con ETA; no nos engañemos. Los que llevamos 24 años en esto, tontos no somos. Todos han hablado para intentar arreglar las cosas, con la ley y para acabar con ETA. Si dicen que no quieren negociar, pues me parece perfecto. Es que no hay que negociar con una banda terrorista. ¡Solo faltaría! Los políticos tienen que hacer su trabajo y yo, como víctima, no soy nadie para decirle al político cómo tiene que hacer su trabajo.
–¿Qué opina de que el Tribunal Constitucional legalice a Sortu?
–No me gusta, me da mal rollo. Pero si los jueces deciden que esto es así, ¿quién soy yo para decir lo contrario? Eso sí, exigiré que miren con lupa todo cuanto haga Sortu. Pero de ahí a tener que marcar yo la línea jurídica?
–¿Cree sincero el rechazo de Sortu a la violencia?
–Si está en sus estatutos, será por algo. Ahora habrá que controlar constantemente lo que hagan o lo que digan para ver si verdaderamente cumplen con la legalidad.
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