sábado, 30 de junio de 2012

30 junio 2012 (2) El Periódico de Catalunya (17.06.12)

13 junio 2012
GENTE CORRIENTE

Maria Josep Olivé perdió a su marido, Xavier Valls, entre los escombros de Hipercor, el 19 de junio de 1987. Era arquitecto y un hombre comprometido con los movimientos sociales de Santa Coloma de Gramenet. Se quedó sola, con dos niños de 9 y 6 años, un padre anciano y un futuro incierto.


Maria Josep Olivé: "Mi marido fue a encontrar la muerte en aquel párking"
Maria es víctima de ETA. Su marido, el arquitecto Xavier Valls, murió en el atentado de Hipercor. El martes hará 25 años
Le recuerdo aquella mañana afeitándose... Nos fuimos a trabajar. Él, a su despacho en Santa Coloma, y yo, a la Escuela Suiza, donde daba clases de Sociales en BUP. Por la tarde oí que había habido un atentado, pero estaba absorta corrigiendo trabajos. Era fin de curso. Llegué a casa a las ocho, completamente rendida.
- Habían pasado ya cuatro horas desde la explosión del coche bomba.
No sabía nada de mi marido, pero recordé que tenía que asistir a la inauguración de un museo. Me fui a comprar fruta y el frutero me dijo: "¿Se imagina llegar a casa y saber que algún familiar directo ha muerto en Hipercor?". Y yo, "sí, sí", pero iba pensando en las peras, las manzanas... Al llegar a casa, mi padre dijo que había telefoneado alguien para decir que a mi marido le había pasado algo. Llamé a mi suegra y una cuñada me aconsejó llamar al Clínic.
- ¿Qué le pasó por la cabeza?
Mi marido no podía estar en Hipercor. Nunca tenía tiempo de nada. Empecé a pensar que quizá había pasado por delante con el coche... Al llegar al Clínic pregunté si estaba herido o muerto y me contestaron: "Aquí no hay heridos". Así fue como lo supe.
- ¿Por qué había ido a los almacenes?
Sus alumnos habían ganado un premio por un proyecto de viviendas en Nicaragua. Era un viaje a Londres, y coincidía con nuestras vacaciones. Fue a la agencia de viajes de Hipercor a arreglar los billetes.
- La agencia quedó intacta.
Unos días después del atentado, la directora de la agencia vino a casa y me explicó que él se había dejado el DNI en el coche y que bajó a buscarlo... Fue a encontrar la muerte.
- Si no le hubieran pedido el DNI...
Era su destino. Yo había sentido antes el miedo a perderle. Tenía una vida endiablada. No quería renunciar a nada. Había pedido muchos créditos. Y yo le decía: "Me tienes que explicar cómo está todo, imagina que te pasa algo". Al final, me tocó enterarme de todo a través de los otros...
Su esposo había mostrado su simpatía hacia Herri Batasuna
Xavier era nacionalista. En las elecciones al Parlamento Europeo, cuando se presentó Txema Montero, dijo: "A los vascos no les toman el pelo como a nosotros". Y yo le respondí: "No digas tonterías, imagina que un día te matan a un hijo tuyo".
Usted tuvo que imaginar un futuro imprevisto.
Pasé momentos muy duros. Tenía miedo de hundirme. Por las noches me despertaba sobresaltada. Los niños tenían 9 y 6 años, eran pequeños. Mi madre había muerto hacía 15 días y tenía a mi padre en casa. Estábamos en un piso de alquiler que debíamos dejar porque lo reclamaba la propietaria. Mi marido había pedido una cuantiosa hipoteca para construir un edificio en un solar de la familia en Santa Coloma...
Le vino todo junto.
Me instalé en casa de mi padre y pedí una reducción de horario en la escuela para llevar adelante los proyectos de mi marido. Me impulsaba la rabia, pero también sentía que en cualquier instante podía pasar cualquier cosa.
¿En qué momento sintió que recuperaba la normalidad?
Seguramente a mediados de los 90. Pensé que tenía que dedicar mi vida a cosas que fueran importantes. En clase había hablado mucho de la desigualdad. Me hice voluntaria de Intermón y viajé a Burkina Faso con una pequeña oenegé que hacía pozos. En 1997 dejé la escuela y me impliqué más. Regresé a Burkina, estuve en Nicaragua, di clases de inglés a niños karen, una etnia birmana refugiada en Tailandia... Todo eso me aproximó a la gente que sufría.
- Lo curioso es que no ha militado mucho como víctima.
Siempre he intentado mantenerme un poco alejada. Yo no era la víctima principal, era mi marido. Si manifestaba templanza, parecería que no le quería. Si no, que deseaba venganza. A lo largo de la historia, las víctimas, con la excusa de serlo, acaban siendo verdugos de otros.
- ¿Querría encontrarse con Rafael Caride, el autor material de aquel horror?
Yo no tengo la necesidad. Quizá si la tuviera él... Pero sí me alegro de que comiencen a darse cuenta de lo que han hecho, de que la violencia no conduce a ninguna parte.

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