27 marzo 2014
¿Quién quiere matar al ministro de Sanidad?
El primer episodio de “La revolución de los ángeles” narra la historia de enfermos terminales que asesinan a políticos corruptos.
Una productora ya se ha interesado en comprar sus derechos.
Cristina Rubio
Decía Dante en su camino al purgatorio que “no hay mayor dolor en el infortunio que recordar el tiempo feliz”. Caricatura de sí misma, la España del 2020 tiene la voz ronca y el cuello raspado del trago amargo de una crisis que nunca se acaba. Lejos de ser aquel destino de purpurina y carmín que prometían unos juegos olímpicos en la capital con los que recordar el espíritu renacentista de Cobi y su Barcelona del 92, la realidad es un país tosco y deprimido, ávido de barbitúricos para levantarse por la mañana y poder sobrevivir en medio del lodo de la corrupción.
Un descenso a los infiernos en toda regla que retrata el periodista Oriol Clavell y el actor Marc Barbena en La revolución de los ángeles, el primer capítulo de una serie que hoy se estrena en los cines Girona con tintes de tragedia lírica, como Dante pero sin final feliz.
Poco sabor a miel tiene la vida de Sofía del Valle, una mujer de diez: madre de tres hijos, trabajadora e inteligente, responsable y educada, sufre los latigazos de una crisis que no entiende de piedad y que se lleva por delante a su marido, su empleo y su casa. Con una mano delante y otra detrás y el reto de empezar una nueva vida entre lágrimas, le diagnostican un cáncer incurable, de esos que no dejan margen para la resurrección.
En un hospital que bien parece un purgatorio para víctimas del sistema gracias a una acertada escenografía, Sofía planea una venganza tremenda: matar al ministro de Sanidad, un suceso que provoca una auténtica tormenta social, con asesinatos aquí y allá. Desde el Ayuntamiento del pueblo más remoto hasta el fastuoso Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, nadie se libra de la lacra de la corrupción. “Los asesinos se convierten en héroes”, resume Clavell, su ideólogo. Así de simple, así de cruel.
Igual de punzante que la historia real que inspiró la serie, la de una anciana en estado Terminal que dijo a un doctor: “Si me quedara algo de fuerza, iría a la Plaza de Sant Jaume y me cargaría a algún político corrupto”. “La trama verbaliza lo que todo el mundo piensa y nadie hace”, dice su creador sin titubeos.
Una vez superados los tabúes morales, toca saber que España en 2020 es un país “decadente”, un Estado sin autonomías donde el poder central lo ejecuta Madrid. Un lugar donde abundan los ladrones de corbata, gomina y maletín. O al menos eso ocurre en La revolución de los ángeles, un proyecto financiado a partir de Verkami, una plataforma de micromecenazgo que el Gobierno sesgó hace pocas semanas.
Con los 10.500 euros recaudados, a Clavell y a Barbena les tocó el Gordo: reunieron “a un grupo de amigos en paso” con ganas de gritar contra la crisis, lograron grabar un primer capítulo de 60 minutos y novelaron la trama completa en un libro. El resultado es un episodio con un cartel de relumbrón gracias a los contactos de ambos, con cameos incluidos de Luis del olmo, el abogado José María Fuster Fabra y Robert Manrique, víctima de Hipercor.
Una productora de Madrid ya ha llamado a la puerta para comprar sus derechos. Ya se sabe: todo descenso al infienro y posterio paso por el purgatorio acaba en el paraíso.
Opinión:
Como responsable de comunicación del proyecto, ya una realidad, agradecer el respaldo recibido por parte de diversos medios de comunicación, entre ellos el excelente trabajo de Cristina Rubio.
Esto acaba de empezar.
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