02 diciembre 2017
El
enfermero que fingió ser víctima en Bataclan
Llegó a tatuarse la fecha, 13 de noviembre de
2015, en el antebrazo. A cualquiera que le quisiera escuchar, incluso medios
internacionales, Cédric Rey, un enfermero de 29 años, contaba la misma
escalofriante historia de cómo sobrevivió a los peores atentados terroristas
que ha vivido París hasta la fecha, en una noche que dejó 130 muertos por toda
la capital francesa. Con gran número de detalles, la mirada húmeda por las
lágrimas que luchaba por controlar, relataba cómo estaba tomándose una cerveza
en la terraza de la sala Bataclan, donde se produjo la principal masacre de esa
terrible noche, cuando vio llegar a los atacantes. Aseguraba que uno de los yihadistas
le apuntó con su arma, pero que “una mujer embarazada” se interpuso y recibió
las balas que iban destinadas a él. Salvo que todo era mentira, como ha acabado
admitiendo. Dos años y casi un mes después de los atentados, un tribunal de
Versalles, en las afueras de París, lo consideró este viernes culpable de
estafa y lo condenó a dos años de cárcel, reducido por el juez a seis meses de
cumplimiento efectivo.
Las dudas empezaron a surgir un año después de
los atentados. Lo que provocó los recelos fue su negativa a presentar una
demanda, como le recomendaban los expertos del Fondo de Garantías de víctimas
de actos de Terrorismo y otras Infracciones (FGTI, por sus siglas en francés),
pese a que sí había presentado el expediente requerido ante esta institución
oficial para recibir la indemnización que se ofrece a las personas que han
sufrido un atentado. Cuando se empezó a examinar en detalle su caso, se
descubrieron varias incoherencias. Pero fue sobre todo el detalle de la mujer
embarazada el que despertó las sospechas de los investigadores, ya que entre
las víctimas mortales no había ninguna que respondiera a su descripción.
Tampoco pudo presentar prueba alguna que demostrara que había estado en el
Bataclan y argumentaba que los amigos que podían confirmar su testimonio no
querían hablar. Finalmente, al analizar su teléfono móvil, se constató que
estuvo en la zona del Bataclan pasada la medianoche, pero que en el momento del
ataque en la sala de conciertos, se encontraba a 30 kilómetros de
distancia.
Durante una primera audiencia, celebrada el 27
de octubre, Cédric Rey reconoció que se lo había inventado todo. “Está claro
que soy culpable. Lo que he hecho es muy grave, me doy asco”, declaró, según Le
Parisien. El joven, que se mudó hace unos meses a Nueva Caledonia, se enteró de
que la Policía
lo buscaba cuando regresó a Francia para ver a su madre, que estaba enferma. Se
presentó voluntariamente y fue puesto en prisión preventiva, situación en la
que permanece desde entonces. Tras la primera vista, el tribunal decidió
solicitar pruebas psiquiátricas del acusado, que enfrentaba hasta cinco años de
cárcel. Aunque no son numerosos, los casos de falsas víctimas se repiten
después de ataques terroristas. Según Le Monde, al menos siete personas han
sido condenadas ya por estafa o intento de estafa tras el 13-N, aunque el caso
de Rey ha tenido más resonancia por su amplia exposición mediática. Más lejos
aún fue Tania Head, una mujer que aseguraba haber sobrevivido a los atentados
contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre y que presidía una
de las asociaciones de supervivientes. Hasta que seis años más tarde The New
York Times publicó sus sospechas de que no era una víctima del 11-S.
En el caso de Cédric Rey, ese tatuaje con la
fecha del 13 de noviembre, que muestra además, sobre una silueta del Bataclan a
una Marianne, el símbolo de la
Francia de la “libertad, igualdad y fraternidad”, con una
lágrima rondando por su mejilla, le recordará durante mucho tiempo la mentira
que indignó a todo un país que sigue intentando superar los ataques.
Opinión:
Si algún día alguna administración competente
(Ministerio de Interior por ejemplo) se dedicara a realizar un contraste
efectivo de algunos de los personajes que pululan en el mundo de “las” víctimas
del terrorismo en España, seguramente descubriría a más de un impostor… pero
hay que recordar que durante los llamados “años de plomo” el mero hecho de
personarse en una comisaría de Policía y explicar una milonga ya servía para
salir de las dependencias con un documento en el que la frase “fulanito de tal
REFIERE QUE” era la garantía de que lo que explicara el (o la) geta de turno no
se contrastaría… ¿quizás porque nadie podría imaginarse que existieran los
impostores en temas tan serios como ese?
Se da la circunstancia de que existen personas
que aun siendo víctimas heridas graves de un atentado tienen que demostrar que
se encontraban en el lugar de los hechos porque sus lesiones se catalogan con “accidente
de trabajo” en lugar de ser “atentado terrorista”.
Otras, en cambio, con solo echarle cara al tema
y una alta dosis de cinismo, hipocresía y teatralidad a partes iguales, salían
días después de una comisaría con el papel que les serviría para aprovecharse
del dolor ajeno el resto de sus días.
Algunas víctimas hemos hecho públicas estas
dudas sobre ciertos personajes y, curiosamente, desde sectores políticos nos
han menospreciado por ello. No es de extrañar, po que exigir una investigación
al respecto dejaría claros los errores y las carencias en la administración y
como les han engañado impunemente, incluso recibiendo indemnizaciones y
pensiones que provienen del erario público y, por lo tanto, del dinero que
todos aportamos.
Esas situaciones se han dado también en ciertos
medios de comunicación que han publicado historias sin dudar de la credibilidad
de quien las explicara y que, una vez se les ha demostrado que han sido
engañados, han respondido con un escueto “no podemos corregir la información
porque las víctimas sois sagradas para este medio”. Un modo elegante de decir “me
las han colado por la escuadra pero no lo voy a reconocer”…
Desgraciadamente, se equivocan al utilizar el
artículo determinado femenino plural “LAS”… en realidad deberían utilizar el determinante
indefinido “algunas” al hablar de las mismas a las que utilizan en portadas con
declaraciones falsas y en entrevistas en las que se inventan heridas que jamás
han sufrido…
Como siempre, los países del entorno nos dan
lecciones en cuanto a credibilidad informativa.
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