15 diciembre 2017
El desamparo de las
víctimas del atentado màs mortífero de ETA Los olvidados de Hipercor
L a tarde del viernes 19 de junio de 1987, un coche bomba
con 30 kilos de amonal - y cien litros de gasolina y escamas de jabón y
pegamento, que actuaron como napalm- explosionó en el pàrking subterràneo de
Hipercor. Fue el atentado mas mortífero de ETA. Murieron 15 mujeres y seis
hombres, que hacían las compras del fin de semana. Gente humilde. Muchas madres
con sus hijos o sobrinos. También resultaron heridas 46 personas, entre ellas
un bebé que aún no había venido al mundo (su madre, cajera, estaba embarazada
de tres meses). Aquel bebé, Jessica, hoy una mujer guapísima de 30 anos, nació
con sordera a raíz de la potente deflagración.
Los etarras Josefa Mercedes Ernaga Esnoz, Domingo Troitino
Arranz, Rafael Caride Simón y Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, fueron
condenados por esta masacre a casi tres milenios de cárcel. Un brindis al sol:
ya están sueltos los cuatro. La Audiencia Nacional explico las atroces quemaduras
y mutilaciones de las víctimas, cegadas por el humo, atrapadas en un subterráneo
y con los materiales incendiarios adheridos a su cuerpo". Sólo Rafael
Caride Simón pidió perdón y se acogió a la vía Nanclares, un proyecto de
reinserción para etarras que renegaran explícitamente de la violencia. El
Vaquilla, un quinqui cuyo único delito de sangre fue el atropello mortal de una
mujer en una de sus huidas en coche, pasó mas tiempo entre rejas que el comando
Barcelona. Resulta tan incomprensible como los 39.692 votos que Herri Batasuna
logró en Catalunya (13.631, en Barcelona) en las elecciones europeas del 10 de
junio, nueve días antes de la barbarie.
En realidad, en el atentado murieron más personas. Como Álvaro
Cabrerizo, que ni siquiera estaba en Hipercor, pero su esposa, Maria del
Carmen, y sus hijas Sonia y Susana, sí. Aunque con los anos formó otra familia,
desde entonces estaba enterrado en vida, como tantos otros. Murió por segunda
vez, definitivamente, en febrero del 2010. De cáncer.
Con motivo del trigésimo aniversario del atentado,
Barcelona ha organizado actos de recuerdo y, sobre todo, de desagravio. Las familias
siempre se han sentido solas y ninguneadas. Al dolor por la pérdida se sumó el
desamparo institucional. Así lo denuncia una exposición del Museu d'Història
que se inauguro ayer en el antiguo recinto de la Fabra i Coats. La muestra,
que se podrà visitar hasta el 11 de marzo y cuyo comisario es el periodista
Francesc Valls, da la voz a los olvidados. Jordi Morales tenía siete anos
cuando sus padres murieron en Hipercor. Nunca se sintió arropado por la Administración. El
pasado junio, cuando el Parlament rindió un homenaje a las víctimas, lo
sentaron en la cuarta fila, detrás de las autoridades. "Fue -explica en un
vídeo que forma parte del montaje - la mejor metáfora de lo que siempre han
hecho los políticos: darme la espalda".
Opinión:
Al hilo de la información que presenta La Vanguardia , recordar
una anécdota de las muchas vividas ayer en la presentación. Al comentar el asunto
de la puesta en libertad de los cuatro condenados por el atentado tuve una
nueva oportunidad (y las que vendrán) de explicar a algunos de los presentes la
responsabilidad del Código Penal frganquista, de 1973, para que los terroristas
puedan ya estar en la calle.
Con las expresiones de sus rostros los presentes me
demostraron que durante 30 años habían creído en una justicia que podrá ser
legal pero no es justa…
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