21 diciembre 2017
¿Quién
se acuerda de las víctimas?
La extrema crispación
del ‘procés’ se adueñó del duelo y dejó en el olvido los atentados de Barcelona
y Cambrils
¿Qué fue de las víctimas de los atentados terroristas de
Barcelona y Cambrils? ¿Ha habido algún partido político que, durante la campaña
electoral, haya recordado, siquiera con un minuto de silencio, a las 16
personas que murieron y a las 137 que resultaron heridas durante los atentados
del 17 y 18 de agosto en Cataluña? El vacío de las respuestas se convierte en
desolación para las víctimas y sus familiares, quienes ya el 26 de agosto
–durante la gran manifestación de repulsa en Barcelona— pudieron comprobar que
la crispación política también se adueñaba de su dolor. Decenas de
simpatizantes independentistas, perfectamente organizados, aprovecharon la
presencia del jefe del Estado y del presidente del Gobierno para convertir el
duelo en una reivindicación secesionista. Hasta el ex primer ministro francés
Manuel Valls se lamentaba hace unos días en Barcelona del triste espectáculo
retransmitido al mundo entero: “Aquel día de agosto algunos aprovecharon para
dividir, cuando ante el terrorismo todos tenemos que estar unidos”. Y, a partir
de entonces, el silencio más absoluto. Cuatro meses y cuatro días después, ni
un ramo de flores recuerda en La
Rambla la masacre perpetrada por el yihadista marroquí Younes
Abouyaaqoub a bordo de una furgoneta. Solo en la corteza de algunos árboles aún
se puede leer el viejo lema: “No tenemos miedo”. Una frase a modo de conjuro que
no comparte Adriana Martín, hija y hermana de dos de las heridas en los
atentados.
Miedo y abandono
“Yo sí tengo miedo. Nos hemos sentido y nos seguimos
sintiendo abandonadas. Ni siquiera en los primeros momentos se ocuparon de
nosotras...”, dice. Consuelo, la madre de Adriana, y Marta, una de sus
hermanas, estaban a punto de llegar al mosaico de Joan Miró en La Rambla cuando fueron
arrolladas por la furgoneta: “Mi madre entró en el hospital con ocho costillas
rotas y varias contusiones, pero mi hermana con un coma inducido del que fue
despertando. Todavía está en rehabilitación. Es un milagro que esté viva”.
Adriana cuenta que, en un primer momento, sí recibió la visita de una enviada
del Ministerio del Interior, pero que después ni el Gobierno ni la Generalitat ni el
Ayuntamiento de Barcelona se pusieron en contacto con ellas. Fue cuando, a
través de las redes sociales, se enteró del teléfono de la Asociación de Víctimas
del Terrorismo (AVT) y llamó. Natalia Moreno, doctora en Psicología y gerente
de la AVT ,
explica que tanto Adriana como otras víctimas entienden el desconcierto de las
autoridades durante las primeras horas, pero no tanto el abandono que viene
después. Según Moreno, “muchas de las víctimas que acuden a la asociación lo
hacen por eso, porque están abandonadas; no saben qué hacer, adónde tienen que
recurrir, si pueden recurrir a un psicólogo… Ninguna víctima me ha preguntado
qué indemnización le corresponde cobrar. Solo buscan ayuda para salir
adelante”. La AVT
sigue tratando a 23 víctimas, de las que cinco sufrieron heridas físicas y el
resto son familiares o personas que estaban en La Rambla y sufren secuelas
psicológicas. Unas secuelas que, en algunos casos, se agudizan por la sensación
de que aquello que sufrieron y que les cambió la vida no le interesa a nadie.
O, peor aún, que se utiliza como parte de la refriega política. El presidente
de la Asociación
Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT),
José Vargas, se muestra muy crítico con la “instrumentalización” que, a su
juicio, realizaron las formaciones políticas y las Administraciones con los
atentados terroristas del pasado agosto. “Borraron del mapa a las víctimas de
un día al otro”, asegura. Vargas reconoce que ni él, ni ningún miembro de la
junta de su asociación acudió a la manifestación del 26 de agosto porque se
olió lo que se estaba preparando: “Nos habían llegado noticias de que aquello
se iba a convertir en el aquelarre independentista que fue. No quisimos ir a
ver cómo se le faltaba el respeto a las víctimas”. Vargas, víctima del atentado
de Hipercor, asegura que, a partir de aquella manifestación, las
Administraciones “cambiaron el chip y el atentado despareció de las conciencias
de nuestros dirigentes para solo preocuparse del procés. Es muy triste. Es como
si no existieran las víctimas de la
Rambla , y ya no hablamos de las de Cambrils o heridos en los
trabajos de desescombro de Alcanar (Tarragona)”. También Roberto Manrique,
quien trabajaba de carnicero en Hipercor el 19 de junio de 1987, cuando ETA
colocó una bomba que mató a 21 personas, considera que el ambiente político,
“que está tan caldeado con el tema del procés”, provoca la sensación de que no
se preste atención a las víctimas.
Indemnizaciones
Sin entrar a valorar la forma en que la crispación política
haya podido aumentar la sensación de soledad de las víctimas, una portavoz del
Ministerio del Interior niega que el Gobierno las haya abandonado. “Nada más
producirse el accidente, un equipo de la dirección general de apoyo a las
víctimas se trasladó a Barcelona y abrió una oficina en la delegación del
Gobierno. También se habilitaron números de teléfono teniendo en cuenta que el
80% de las víctimas procedía de otros países. En concreto, de 30 países. Hemos
enviado 130 cartas a personas heridas por si necesitaban ayuda psicológica o
psicosocial y para darles a conocer sus derechos. De hecho, ya estamos
tramitando 102 expedientes para las posibles indemnizaciones y ayudas”. Desde
Bolivia, Xina Pereira, hermana de Silvina, una vendedora del mercado de La Boqueria fallecida en La Rambla , explica que ni
indemnizaciones ni ayudas serán suficientes para curar su ausencia: “Silvina
era la menor de las tres hermanas, pero solo en edad. Era ella la que nos
sostenía en todos los sentidos. Y ya no está”
Opinión:
Dejando aparte si mi opinión real está o no realmente explicada en el reportaje (hay cosas que no dije pero ya cansa tener que ir desmintiendo ahora declaraciones o ampliando las que sí dije, ya lo haré en febrero) sigue quedando claro que queda mucho trabajo por hacer en la atención a las víctimas. Una cosa es hablar de “sensación” y otra muy distinta hablar de “realidades”.
Dejando aparte si mi opinión real está o no realmente explicada en el reportaje (hay cosas que no dije pero ya cansa tener que ir desmintiendo ahora declaraciones o ampliando las que sí dije, ya lo haré en febrero) sigue quedando claro que queda mucho trabajo por hacer en la atención a las víctimas. Una cosa es hablar de “sensación” y otra muy distinta hablar de “realidades”.
Por otro lado, sinceramente, me sorprende que hayan tenido
que ser las víctimas las que se pusieran en contacto con las asociaciones…
Y que desde el Ministerio de Interior se considere como
“accidente” lo que fue un atentado me demuestra que siguen sin comprender
muchas cosas, por lo que tendremos que ser los de siempre quienes sigamos
trabajando desde el anonimato y el voluntariado.
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