10 marzo 2019
Expertos piden
recuperar el trabajo de campo
De los trenes de
Atocha a las furgonetas de Las Ramblas: el olvidado rastro del terror
Del antiguo imán de Ripoll y líder de la célula que atentó
en Cataluña en agosto de 2017, Abdelbaki
Es Satty, se han publicado muchas cosas, pero no que se iba de
putas. Un viejo conocido suyo, y durante años vecino como él de Vilanova i la Geltrú , lo recordaba hace
un mes en una cafetería del extrarradio de Barcelona: "Han puesto que era
radical… ¡era radical de día, pero de noche a veces no era radical! Una vez a
mí me pidió que [fuéramos] de putas… aquí, al lado de Castelldefels". Mohamed,
con gorra y abrigo negros, no recordaba el año exacto, en todo caso alrededor
de 2004: "En esa época él era el suplente del imán. Me dijo vamos y pago
yo… ¡pos vamos! (sic)… y ya está". A partir de los atentados de Atocha, Mohamed llevó también una doble vida: empezó a colaborar en secreto
como informante policial y
por eso quedamos en aquella cafetería quince años después.
Tras los atentados del 11 de marzo de 2004, las
confidencias de Mohamed fueron uno de los hilos de los que tiró la Guardia Civil en
Cataluña para llegar al ovillo de la radicalización. El objetivo era localizar
mezquitas que estuvieran siendo, con la invasión de Irak como telón de fondo,
escenario de discursos y reuniones radicales, según el capitán que por entonces dirigía a los agentes de
información en la llamada Operación Chacal. En enero de 2006,
en el marco de aquella operación, fueron detenidos una veintena de sospechosos
de formar una célula que enviaba a muyahidines a combatir a Irak. Muchos no
llegaron a ser juzgados y los que fueron condenados por la Audiencia Nacional ,
acabaron absueltos por el Supremo. Es Satty era uno de los "elementos
radicales islámicos" más importantes con los que se relacionaba el líder
del grupo, según un informe de la Policía Nacional , pero ni siquiera fue detenido.
Años después, la madrugada del 17 de agosto de 2017, Es
Satty voló
por los aires en una casa de Alcanar, en Tarragona. Aparecieron restos intestinales
pegados a los hierros de un toldo, pero no sabemos si eran suyos o del otro
terrorista muerto. En las semanas previas, él y sus fieles colegas habían
acumulado 500 litros
de acetona y, una vez cuajados, tenían listos más de 100 kilos de explosivo con
los que atentar en Barcelona. Tras los atentados de Las Ramblas y Cambrils que
sucedieron la tarde siguiente a la explosión en Alcanar —16 muertos, más de 100
heridos—, un acto casi reflejo consistió en mirar atrás, a los trenes de
Atocha, y comparar ambos atentados.
Pero como suele ocurrir cuando se trata de yihadismo, los
análisis y los informes, por no hablar del debate y las tertulias, pusieron el
foco en la ideología, la estadística, los discursos y la propaganda del fenómeno
y, en el fondo de todo, la mente insondable de los radicales. El resultado es que los componentes
materiales de la lucha contra el terrorismo suelen quedar desenfocados.
Entre el 12 de marzo de 2014 y el 16 de agosto de 2017, España se veía como un modelo en
la lucha contra el yihadismo. Las cifras cantaban: más de 700
detenidos en espectaculares operaciones policiales que evitaban, cada tanto, un
segundo 11-M. La naturaleza del peligro mutó de las calles y los bajos fondos
locales, al ciberespacio global. Así también la respuesta policial y judicial
preventiva. Muchos operativos actuaban como agentes encubiertos… en internet,
según varios sumarios.
Desde la reforma del Código Penal de 2015, que tipifica la
consulta y descarga de material yihadista de la web como delito, los exiguos
porcentajes de condenas —no más del 10% de los detenidos durante la primera
década después del 11-M, aunque eso tampoco importaba demasiado— subieron
exponencialmente. La trasposición
de las directivas europeas para controlar la venta de acetona no era urgente,
al contrario que "escenificar" el pacto de los partidos políticos
contra el yihadismo. Todo encajaba. Hasta que reventó la casa de Alcanar y quedaron en evidencia al menos tres
elementos materiales desatendidos durante 15 años.
Un imán discreto
Abdelbaki Es Satty (Marruecos, 1973) estuvo bajo el radar
policial durante la investigación de la Operación Chacal
a principios de 2006. La
Policía Nacional lo definió como uno de los "elementos
radicales islámicos residentes en el área de Vilanova i la Geltrú ", uno de
"los más importantes", que mantenía "estrechos contactos"
con el presunto líder del grupo que enviaba muyahidines a Irak. Es Satty era,
de hecho, amigo de uno de los terroristas que se había inmolado en Irak en
2003, asesinando a 28 personas. Pero ninguno
de los dos cuerpos involucrados en la investigación, la Guardia Civil y la Policía Nacional ,
consideraron detenerlo.
El entonces juez y hoy ministro del Interior, Fernando
Grande-Marlaska, autorizó que se le pinchara el teléfono, algo
que se hizo con unas 200 líneas a lo largo de toda la investigación, según se
reveló en el juicio oral. Sin embargo, solo en el caso de Es Satty, la misma
Policía Nacional que había pedido la interceptación solicitó, antes de que se
cumpliera el primer mes autorizado por el juez Marlaska, que cesaran las escuchas.
Luego se marchó un tiempo a Marruecos.
Uno de los investigados entonces no pudo ser detenido en un
primer momento porque también había viajado a Marruecos para el Ramadán. Meses
después, Es Satty lo llevó en su furgoneta de vuelta a Vilanova i la Geltrú , donde días después
fue detenido por la
Guardia Civil e ingresado en prisión
provisional. Es Satty siguió con su vida intermitente: a veces hacía de imán, a
menudo viajaba y pasaba temporadas en su país. Algunos de los "elementos
radicales" con los que se juntaba de aquel grupo de Vilanova mantenían
también contacto con quienes luego fueron condenados por ayudar a escapar a
varios huidos del 11-M, en la conocida como operación Tigris.
Años después, en 2010, Es
Satty fue detenido por la
Guardia Civil con más de 120 kilos de hachís en Ceuta y
luego condenado a cuatro años de cárcel. Es sabido que, durante el tiempo que
estuvo preso en Castellón, recibió tres visitas de dos agentes de la Guardia Civil y otra
de dos del CNI. Los motivos de esas visitas, y la relación que existía o no
entre Es Satty y ambos servicios de inteligencia, han quedado
de momento detrás del tupido velo del secreto que el consenso impone en estos
casos.
La acetona y otros
precursores
En al menos dos de las investigaciones que confluyeron en
las detenciones del grupo de Vilanova había aparecido Triacetona Triperóxido
(T.A.T.P), explosivo casero fabricado a base, sobre todo, de acetona, ácido
sulfúrico y agua oxigenada. Ese había sido, de hecho, el explosivo utilizado en los atentados de
Casablanca de 2003, en el que murieron 43 personas y donde fue
atacada, entre otros edificios, la
Casa de España. Después del 11-M, los suicidas de Leganés
realizaron búsquedas en internet para fabricar también ese explosivo casero.
Además de precursor de explosivos, la acetona pura sirve para
procesar la cocaína. De hecho, en 2004 se aprobó el primer
reglamento europeo que imponía un control sobre la venta de este
"precursor de drogas", que fue traspuesto en la ley española en 2009,
aunque nunca se aplicó de forma coordinada. Como "precursor de
explosivos", su venta fue objeto de un reglamento europeo en 2013. Cuatro
años después, el
Congreso seguía discutiendo la transposición de ese segundo reglamento.
Cuatro
años después, el Congreso seguía discutiendo la transposición de ese segundo
reglamento.
El 9 de marzo de 2017, el debate sobre la ley destinada a
regular en nuestro país la venta de acetona derivó en una tómbola de metáforas.
"Señores de Convergència, ¿saben ustedes quién era un precursor? El señor Millet, ese sí que fue un
precursor, pero no de explosivos, sino del 3%, del 4% y del 5% (Aplausos). Ese es un
precursor", dijo un diputado de
Ciudadanos. "Qué está pasando en este país cuando puede ser más
explosiva la incompetencia y la irresponsabilidad de un Gobierno, de una parte,
y los terribles casos de corrupción [...] que están asolando tanto a la antigua
Convergència como al Partido Popular, por otra, que las propias sustancias
explosivas sobre las que ahora estamos legislando", resumió una diputada
socialista.
Cuatro meses después, entre julio y agosto de 2017, los
terroristas de Ripoll fueron comprando cientos de litros de acetona por
droguerías y almacenes de Cataluña y Castellón. El 26 de julio, uno de ellos
entró en una tienda de pinturas de Gurb, a las afueras de Vic, y compró siete
garrafas de 25 litros
cada una. Las pagó al contado —contra lo que recomendaba la inaplicada ley de
precursores de drogas; y luego prohibiría también la de precursores de explosivos—.
Después de que se fueran, los dependientes bromearon, a cuento de los rasgos
magrebíes del joven, comentaron
si tanta acetona no sería para cometer un atentado.
El 17 de agosto por la noche, después del atentado de Las
Ramblas, cuando la policía ya había difundido varias fotografías de los
sospechosos, dos de los trabajadores de Gurb se cruzaron un mensaje por
WhatsApp: "¿Este es el moro que vino a buscar la
acetona?". La
célula dirigida por el imán de Ripoll había logrado secar buena parte de los 500 litros de acetona y
otras sustancias y fabricar más de 100 kilos de explosivo. El mayor arsenal
nunca acumulado en Europa de TATP, también llamado la madre de Satán. Entre los
escombros y junto a los restos del imán de Ripoll y el otro terrorista aparecieron
"fundas de almohada" y "bridas" para contener el explosivo,
según el juez. El plan era al parecer atentar contra grandes objetivos en
Barcelona.
Volver al campo
Contra lo previsible, la
célula de Ripoll se radicalizó fuera de cobertura. "El 90%
de las detenciones de 2016 se produjeron por actividades de enaltecimiento o
captación realizadas principalmente a través de internet". El dato lo dio
un agente de Mossos d’Esquadra, especializado en la vigilancia y seguimiento a
través de la red, en un seminario sobre yihadismo y radicalización impartido en Barcelona meses después de Las Ramblas
y Cambrils. La estadística judicial amplía el ámbito temporal de esa
conclusión. Durante los últimos cinco años, en 64 de las sentencias por delito
de yihadismo dictadas por la Audiencia Nacional y revisadas para este
reportaje, el 72% de ellas tienen su origen en la vigilancia online o juzgaron
actividades realizadas fundamentalmente a través de internet.
"La célula de Ripoll se radicalizó 'off-line'",
admitía otro de los mossos, un analista de inteligencia, en el seminario. Es
Satty y los jóvenes de Ripoll se radicalizaron de forma mucho más parecida a
como lo habían hecho los terroristas de Atocha que a los prototipos de
yihadista que durante años circularon. "Ripoll es un agujero negro, queda
lejos de todo", añadía el agente encargado de vigilar las redes. Y destacó "la importancia de la
policía de proximidad y de saber qué pasa en la calle". El analista coincide: "Hay que
recuperar el trabajo de campo".
Hace un mes, el viejo conocido de Es Satty pidió mantenerse
en el anonimato. Mohamed (nombre ficticio) asegura que ya no colabora, entre
otras cosas, "porque aquí", en España, "son muy agarrados y
no quieren gastar".
Su experiencia es también su diagnóstico sobre las dificultades de la policía
para penetrar en los focos de radicalización. "En Marruecos gastan un
montón de dinero en el tema [...] por eso controlan palmo a palmo", dice.
"Puede que allí también se escapen algunas cosas, a veces, pero tienen el
control". Y concluye: "Aquí no: aquí
dejan pasar muchas cosas". Meses antes de los atentados
cuenta que se volvió a cruzar con Es Satty en Vilanova.
*Matías Escudero Arce ha colaborado en esta
investigación.
Opinión:
Ser asesor de la
UAVAT me da el honor de, además de seguir asistiendo a víctimas
de muchos atentados anteriores, también asistir y por tanto hablar con víctimas
de los atentados de agosto en Catalunya. Y he podido constatar que la inmensa
mayoría están dispuestas a llegar hasta el final para, como decía Mireia Martínez,
conocer la verdad.
Saber por qué ocurrieron los atentados y qué o quién pudo fallar
para que estos ocurrieran. No estamos hablando de atentados en los que un descerebrado
decide asesinar por la espalda a un inocente ciudadano… estamos hablando de un
grupo de terroristas que durante meses estuvieron planeando cómo destrozar al
mayor número de familias y ello, posiblemente, teniendo bajo vigilancia a uno
de los responsables por no decir EL responsable.
¿Colaborará la justicia y la clase política en ayudar les a
conocer la verdad? De momento, en el Congreso de los Diputados ya se ha evitado
la formación de una comisión de investigación pero, sinceramente, veo en los
ojos de muchas víctimas el mismo deseo de justicia y, al mismo tiempo, la misma
dignidad y paciencia que he visto en la infinita mayoría de víctimas de
atentados anteriores.
Y, contra eso, nada puede ganar.
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