16 marzo 2019
El fracaso del
senador de Vox en el mundo de la peluquería
Cosmética, religión y política: los capítulos escritos de
la vida de Francisco José Alcaraz
El pasado 19 de febrero, Francisco José Alcaraz se
convirtió en el primer senador de Vox. La Cámara Alta ha sido el
último destino vital de un hombre que en poco más de una
década ha pasado del anonimato más absoluto a convertirse en uno de los rostros
más conocidos del partido de extrema derecha que, debido a su ascenso en las
encuestas, amenaza con condicionar la gobernabilidad del país. Por este
puesto Alcaraz se ha embolsado una retribución de 8.822,52 euros, a través
de la paga prevista por la disolución de las Cortes.
Muy pocos de sus paisanos de Torredelcampo -la pequeña localidad de la
que es natural el senador de Vox-, hubiesen apostado porque Alcaraz,
el peluquero del pueblo, acabaría
de senador. Antes de convertirse en parlamentario nacional y ariete de la
derecha mediática gracias a las movilizaciones que protagonizó contra el
Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde la Asociación de Víctimas
del Terrorismo (AVT), el ahora senador de la extrema derecha ejerció
oficios muy diversos y abrazó varias confesiones que, a priori, no comulgan en exceso con los ideales de
Vox.
La empresa del hoy senador de la
formación ultraderechista, bajo el nombre de Moncaraz
SL, se constituyó en 1997 y se mantuvo hasta 2009. Primero
ejerció de peluquero y, posteriormente, con el diploma de tricólogo bajo
el brazo, regentó
un centro de tratamiento capilar en Torredonjimeno (Jaén) y otro en Málaga.
Según consta en la denominación social de la propia sociedad, el objeto
social de la empresa era la “compra, venta,
fabricación, producción, comercialización, importación y exportación de todo
tipo de productos y fórmulas químicas y cosméticas y sus accesorios”. Ahora bien, el pasado del
político de Vox tiene escritos más capítulos.
Testigo de Jehová y de
la Iglesia
Evangélica
“Aunque soñó
con ser veterinario, pronto se decidió por la peluquería y la estética (…)
Se hizo testigo de Jehová. Sus padres eran católicos, trabajadores y más bien
de izquierdas, pero él abrazó su nueva fe con tanto ahínco -un rasgo de su
carácter que conserva intacto- que se dedicó a vender biblias y a
hacer apostolado entre sus vecinos, quienes, no obstante,
pronto advirtieron que Francisco José se alejaba de los Testigos de
Jehová para pasarse a la iglesia Evangélica. No tardó en darse cuenta de
que tampoco allí estaba el camino”, explica el periodista nPablo Ordaz.
‘Desengaños religiosos’ en cadena que
Alcaraz no tuvo reparos en comentar en público: "Me fui porque puedo
coincidir con muchas ideas de católicos, mormones o testigos, pero si te
encierras en una religión coartan tu libertad. Y la libertad también se pierde
cuando uno pertenece a un partido, cuando uno defiende una ideología. Al
definirse de izquierdas o de derechas, uno ya está perdiendo libertad",
dijo.
Ildefonso Olmedo y Paco Rego, en un artículo publicado en el diario El Mundo el 10 de julio de 2005, explicaban
así el “viaje religioso del hoy senador de Vox”: “Apóstol de Jehová, vendía
biblias casa por casa (en los ochenta). De aquellos años Alcaraz lo que más recuerda era su hambre de
Biblia. Llegado el momento (1985), abrazó la insumisión a la mili, entonces
bandera de los más contestatarios y antisistema. Pero él lo hizo por motivos
bien diferentes: por ser testigo de Jehová. Poco después, cambió de iglesia. El
de Torredonjimeno se fue a la Evangélica. Hoy no le convence del todo ninguna”.
“Obstinado,
obcecado, de escasa formación…”
“Ha cosechado
tantos adjetivos que resulta difícil atinar con el retrato verdadero del
humilde peluquero que llegó a sacar a la calle a cientos de miles de personas
contra el triunfante ZP. Obstinado,
obcecado, de escasa formación, humilde, honesto, déspota, vanidoso, sencillo,
medrador, peleón... y así hasta un extremo y otro”,
sentenciaban Olmedo y Rego en el artículo titulado La Hazaña del peluquero.
Opinión:
Ufff, cuántos recuerdos de mediados de
la pasada década cuando había que estar, día tras día, explicando que la AVT ya no era la asociación
con los objetivos para la que fue creada en 1981. Nadie con un poco de memoria
puede olvidar aquellos tiempos en los que se usó como moneda de cambio el dolor
ajeno y menos todavía aquella asamblea de 2002…
Cómo son las cosas, tantos años después
vuelve a salir el tema… y todavía hay quien dice que no se hacía política con
las víctimas.
En 1997 alguien descubrió que jugar
con los sentimientos humanos que existen tras el colectivo de víctimas podía
ofrecer réditos electorales… otros aceptaron ese juego fueran o no víctimas del
terrorismo… y otros nos hemos negado siempre a jugar ese juego.
Cada cual que extraiga sus propias
conclusiones pero hay un refrán que dice que “el tiempo pone a cada uno en su
sitio”…
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