11 marzo 2019
“El Gobierno de Aznar
me pidió que asumiera su mentira sobre el 11-M”
El comisario y jefe
de los Tedax (unidad de desactivación de explosivos) cuenta cómo se fraguó la
mayor manipulación informativa tras el peor atentado terrorista de España
El comisario principal Juan Jesús Sánchez Manzano, 65 años, llega en tren, puntual, a la cita en Atocha,
uno de los principales escenarios de aquel 11 de marzo de 2004, cuando el
yihadismo golpeó con mayor dureza en España, dejando un reguero de bombas y
sangre en los trenes: 193 muertos y cerca de 2.000 heridos. Se jubiló el pasado
mes de octubre y viene dispuesto a hablar sin tapujos y a desmontar la
"gran mentira" fraguada y cultivada por el Gobierno de Aznar tras el
peor atentado terrorista de nuestra historia.
Pregunta. ¿A qué hora del 11 de marzo de 2004
estaba usted ya seguro de que se trataba de un atentado yihadista y que nada
tenía que ver con ETA?
Respuesta. A las 15.00 del mismo día 11. En
ese momento se inspeccionaba la furgoneta Kangoo utilizada por los terroristas
y se incautaron restos de Goma 2 Eco y unos detonadores. Además, se encontró
una cinta cassette que
contenía cánticos del Corán en árabe. No obstante, antes ya surgieron indicios
sobre la autoría yihadista, pues a primera hora de ese día, cuando se
encuentran las bolsas-bomba en la estación de El Pozo y en la de Atocha, los
Tedax (unidad de desactivación de explosivos) ya comprobaron que la materia
explosiva era blanca, no de color rojizo como la dinamita Titadyn, que era la que ETA usaba
habitualmente. También ya observaron y nos informaron, en la misma
estación de Atocha, de que los efectos de las explosiones tenían que deberse a
un explosivo más potente y de mayor velocidad que la dinamita Titadyn.
P. ¿Qué hizo después de encontrar esos
efectos en la furgoneta?
R. Comunicárselo al comisario general
de Seguridad Ciudadana [Santiago Cuadro], que era mi superior inmediato. En el
momento del hallazgo, estaba conmigo el comisario general de Información [Jesús
de la Morena ],
que observó los mismos indicios que yo y formuló preguntas a los Tedax en
relación con los restos que habían aparecido en la furgoneta. Los técnicos le
comunicaron que esos componentes y artefactos nada tenían que ver con lo que
había utilizado ETA con anterioridad.
P. ¿Lanzaron entonces ya la idea de
que podía tratarse de un atentado yihadista?
R. Sí, con esos indicios ya se empezó
a pensar en los islamistas. Desde luego, lo que se descartaba con absoluta
certeza era la autoría de ETA y así se comunicó a las 15.00 del 11 de marzo a
las autoridades policiales.
P. ¿Cómo se explica entonces que cinco
horas más tarde compareciera Ángel Acebes, entonces ministro del Interior, y
dijera que la principal hipótesis era ETA aunque no se descartaban otras?
R. Eso es lo que comunica Acebes a la
opinión pública en la tarde, pero es que antes, a las 17.35, el Gobierno de
Aznar ya había remitido a las embajadas y a los organismos internacionales un
telegrama, firmado por la entonces ministra de Exteriores, Ana Palacio, en el
que adjudicaba explícitamente la autoría del atentado a ETA y se instaba a los
embajadores a que mantuvieran esa teoría. No había necesidad de adelantar la
autoría.
P. ¿Por qué cree que quiso el Gobierno
lanzar ese mensaje hacia el exterior, contrario a las informaciones que se
mandaban desde la policía?
R. No lo sé, no entro en valoraciones.
A mí me sorprendió mucho, me lo dijo mi esposa a la 1.00 de la madrugada ya del
día 12, cuando regresaba a mi casa. Ella lo había escuchado en las noticias.
Poco después, me llamaron los Tedax de servicio para decirme que habían
encontrado otra bolsa con una bomba en Puente de Vallecas. Ignoro qué finalidad
tenía ese comunicado internacional, que no se ajustaba a los datos sobre
nuestros hallazgos y a nuestras hipótesis.
P. ¿Cómo y cuándo cree usted que
comienza la mentira?
R. Según publicaron posteriormente los
medios de comunicación, fue en Moncloa. El 11 de marzo era jueves y el domingo
había elecciones generales. Al parecer, uno de los asesores del presidente
Aznar le dijo: “Si ha sido ETA barremos, pero si son los yihadistas ganará el
PSOE”. A partir de que en Moncloa se hablara en esos términos, empiezan los
comunicados adjudicando la autoría a ETA.
P. ¿En cuántas ocasiones, a lo largo
de ese día 11, recuerda haber hablado con sus superiores acerca de que no podía
ser ETA?
R. A partir de las 13.00, cuando llega
el comisario general de Seguridad Ciudadana a la unidad de los Tedax, y habla
con la inspectora química del laboratorio y otros Tedax, le comunican que lo
incautado hasta ese momento no apuntaba a ETA. Le dijeron que no se podía
determinar la clase de explosivo, solo que era dinamita, con más velocidad de
detonación que la usada habitualmente por la banda terrorista, por los efectos
de las explosiones en los trenes. Se ratificó más tarde, cuando encontraron en
la furgoneta detonadores y restos de dinamita Goma 2 ECO. En ese momento, a las
15.00 del mismo día 11, yo se lo comuniqué a mi comisario general de Seguridad
Ciudadana y al comisario general de Información [Jesús de la Morena ], que se había
desplazado hasta allí. Delante de mí, efectuó la llamada para informar al
secretario de Estado, Ignacio Astarloa.
P. ¿Qué pensó cuando supo que se
habían enviado esos telegramas a embajadas y organismos internacionales?
R. Como me avisaron casi en ese
momento, sobre la una de la madrugada, del hallazgo de una bolsa con un
artefacto explosivo en la
Comisaria del Puente de Vallecas, me tuve que trasladar
inmediatamente a Vallecas. Por el camino iba pensando que alguien tendría que
justificar ese telegrama y las comparecencias del ministro del Interior, en las
que atribuía la autoría de los atentados a ETA. Necesitarían un chivo
expiatorio, y el más propicio era yo, que era el jefe de los Tedax. Así que,
cuando llegué a Puente de Vallecas, lo primero que hice fue ordenar al jefe de
sección que encargara al jefe de grupo de informes la elaboración de una
memoria de todas las actuaciones y comunicados que emitiera la unidad: notas
informativas y documentos, todo. Así lo hicieron hasta el día 23 de junio que
se cerró esa memoria de actuaciones, se registró en el libro oficial y se envió
a la Comisaría
General de Seguridad Ciudadana y al director general de la Policía [Agustín Díaz
de Mera]. Ahí consta todo lo que se hizo y lo que se comunicó. Esa memoria era
nuestra salvaguarda.
P. Sin embargo, le pidieron
explicaciones a usted.
R. Días antes de que arrancara la
comisión de investigación en el Congreso de los Diputados, a principios de
julio, instancias superiores del Gobierno de Aznar me pidieron que asumiera que
los Tedax habían utilizado la palabra Titadyn como el explosivo usado en los
atentados del 11-M, el que usaba habitualmente ETA. De esa manera el Gobierno
podría justificar su error. Nunca fue así.
P. ¿Y qué hizo usted?
R. A las instancias que me lo
solicitaron les dije que no asumiría esa cuestión, porque no era verdad. Como
máximo responsable de la especialidad no iba a permitir que se manchara el
prestigio que tenían los Tedax a nivel nacional e internacional. No podía
quedar para la Historia ,
con mayúsculas, que habían confundido al Gobierno de España. Me negué rotundamente.
P. El día 12 [viernes] ya había
personas identificadas, se detuvo a gente ya ese mismo sábado, mientras
aumentaban las cifras de muertos [fueron 193 en total] y de heridos ¿Cómo podía
el Gobierno mantener la mentira?
R. Pues no lo sé. Pero desde que los
Tedax consiguen desactivar la bomba de Puente de Vallecas, en la madrugada del
día 12 —un hecho de suma importancia—, se obtiene la tarjeta del móvil
utilizado como sistema de activación de la bomba. Esa tarjeta llevó a los
servicios de investigación directamente a Lavapiés. Por otro lado, los
detonadores y el explosivo hallados en la furgoneta nos llevaron a una mina de
Asturias, lo que permitió establecer las conexiones entre los autores del
atentado. Pero es que, además, cualquiera que haya trabajado el terrorismo de
ETA sabe que una organización autóctona, que necesita el apoyo social para
subsistir, no puede cometer un atentado con víctimas indiscriminadas, porque
inmediatamente sería aniquilada por la colaboración de la propia gente de su organización.
P. ¿Quién diría que alimentó la
mentira?
R. Lo ignoro. Si bien es cierto que a
medida que se acercaba la comisión de investigación parlamentaria, algunos
periodistas, como Pedro J. Ramírez, Casimiro García-Abadillo, o Jiménez
Losantos, comenzaron a difundir teorías para tratar de mantener la relación de
los atentados con ETA. Fueron creando lo que luego se llamó las “teorías de la
conspiración”. Llegaron a decir cosas tan delirantes como que la mochila que
contenía la bomba hallada en Puente de Vallecas la tenía yo en la cocina de mi
casa. El objetivo era hacer creer que la policía estaba detrás de una
conspiración contra el Gobierno de Aznar. Una estrambótica idea que mantuvieron
durante 10 años y que estaba centrada en la actuación de los Tedax, de otras
unidades policiales y también de la
Fiscalía y la judicatura.
P. ¿De dónde salió entonces la palabra
Tidadyn?
R. Lo desconozco. Lo que sí
trascendió, tanto en la comisión como en la vista oral del juicio, es la
controversia surgida entre el entonces subdirector adjunto operativo [Pedro
Díaz-Pintado] y el comisario general de Seguridad Ciudadana [Santiago Cuadro]:
uno se lo imputaba al otro y el otro lo negaba; así que nunca quedó claro de
quién partió la palabra Titadyn. Lo que quedó claro es que de los Tedax no
salió, porque desde primera hora de la mañana estaban seguros de que el Titadyn
no podía producir los efectos observados en los trenes de cercanías. El exjuez Garzón también utilizó el término
Titadyn en la comisión parlamentaria. Aseguró que un Tedax le había
informado de que el explosivo utilizado había sido Titadyn. El mismo día que lo
dijo en la comisión, ordené una investigación interna; ese documento está
registrado en el libro oficial de la unidad Tedax, adjuntado en el libro Las
bombas del 11-M. En esta investigación se determinó que no era
cierto. Cuando la comisión le citó para que se ratificara en sus declaraciones,
el exjuez dijo que no lo recordaba.
P. ¿Qué falló en Leganés?
R. Bueno, antes de Leganés, el 2 de
abril se evitó un atentado en las vías del AVE, en Mocejón, con 10 kilos de
explosivo Goma 2 Eco, colocados
estratégicamente bajo un puente, y que podía haber matado a cientos de
personas. Esto siempre se olvida.
P. Los terroristas seguían teniendo
capacidad operativa.
R. Como he dicho antes, se pudo evitar
el atentado en el AVE. Nosotros hicimos el cálculo de cuánto
explosivo les podía quedar y se concluyó que una cantidad considerable,
teniendo en cuenta la capacidad del coche que utilizaron para trasladar el
explosivo de Asturias hasta Madrid.
P. El que usaron para inmolarse en
Leganés.
R. No se inmolaron, es un término
incorrecto. Lo de Leganés fue un atentado kamikaze contra la policía. Los
terroristas esperaron para activar la explosión, buscaron matar al mayor número
de policías posibles.
P. ¿Y qué falló? Murió un GEO.
R. No falló nada. Fue una operación
perfectamente planificada por los GEO (Grupo Especial de Operaciones), que era
a quienes correspondía llevarla a cabo. Nosotros sabíamos que tenían allí una
cantidad considerable de explosivo y que, según lo que se deducía de sus gritos
en la casa, estaban moviéndolo hacia la puerta de entrada de la vivienda. Por
eso la intervención, que tenía mucho riesgo, se hizo de manera escalonada y con
mucha distancia entre los miembros del GEO. Ya vencida la tarde de ese 3 de
abril y después de muchas valoraciones previas, se decidió actuar.
Desgraciadamente, falleció el subinspector Torronteras. Hablé con él cuando sus
compañeros lo sacaban después de la explosión. Parecía que podía sobrevivir a
las lesiones sufridas: "No creo que haya problema", me dijo. No fue
así.
P. ¿Si tuviera a Acebes delante de usted ahora, que le diría?
R. Le diría que debió ejercer las
funciones de ministro del Gobierno de España con más responsabilidad y que,
como en otros atentados, no había ninguna prisa de comunicar la posible autoría
del atentado. Que no ejerció su responsabilidad adecuadamente. Que hay que
saber mantener la independencia y la autonomía en algunos puestos respecto a
otros poderes. Y, por supuesto, le mostraría mi desagrado ante la falta de
respeto hacia los técnicos, que son los expertos.
P. ¿Y a Zaplana?
R. Su comportamiento deja mucho que
desear, sobre todo en relación con las preguntas [300] que llegó a formular en
el Parlamento y que sirvieron para institucionalizar la teoría de la
conspiración, que habían diseñado y difundido Casimiro García-Abadillo y Pedro
J. Ramírez. Llegó a decir que la mochila de Vallecas la tenía el jefe de los
Tedax, es decir yo, en la cocina de su casa. Su comportamiento, como portavoz
de la oposición, se merece calificativos duros que no procede pronunciarlos
aquí. Pero el ciudadano puede valorar su calidad moral: en la mayoría de esas
preguntas parlamentarias no se respetaba a las instituciones ni a las víctimas.
P. ¿Diría que el Gobierno fabricó en
el 11-M una de las mayores noticias falsas [fake
news] de la historia de nuestro país?
R. Sí, esta es la gran mentira
propagada por determinados periodistas y, además, hemos visto las
consecuencias: crisparon a la sociedad, la dividieron, dividieron también a las
víctimas, las ofendieron porque no respetaron su dolor. Aquella campaña,
orquestada por algunos medios, llevó al PP a perder de nuevo las elecciones en
el 2008. Previamente, en 2004, Rajoy había puesto a Acebes como secretario
general del partido y a Zaplana como portavoz del Congreso, que era como poner
a la zorra a cuidar las gallinas.
P. ¿Y cómo afectaron a su vida
personal estas teorías de la conspiración propagadas por algunos medios e
institucionalizadas por algunos políticos?
R. Al final tiene uno que crearse una
coraza, aunque tenía la conciencia muy tranquila, porque sabía que los Tedax y
yo habíamos hecho bien las cosas. Además, tenía la confianza de la gente que me
conoce y mis compañeros me arroparon. Fueron 10 años de difamaciones y
mentiras, hasta 2014 estuvieron publicando cosas relativas a mi persona y que
afectaron a mi familia, principalmente a mi esposa. Es un sufrimiento que traté
de no exteriorizar hacia mi mujer y mis hijos. Me hice la promesa de que a los
10 años publicaría todo, por eso escribí el libro Las
bombas del 11-M, relato de los hechos en primera persona, cuyos
beneficios están donados a la
Fundación de Huérfanos de la Policía. Mi objetivo
es que sea un libro didáctico, para escuelas, que nadie pueda cambiar la verdad
de lo que ocurrió, la historia. Por eso incluye documentos oficiales.
P. ¿Y profesionalmente le ha afectado?
R. Sí, afectó a mi carrera, porque una
vez que algún medio de comunicación cuestiona tus actuaciones, es difícil que
un superior decida asignarte puestos de mayor responsabilidad. Yo ascendí a
comisario muy joven, con 42 años, por lo que mi trayectoria podría haber sido
muy distinta de no haber sido jefe de los Tedax en los atentados del 11-M. No obstante,
mi trabajo como comisario de Móstoles, donde he estado los últimos 10 años, ha
sido muy gratificante.
P. ¿Cuál fue el momento más duro en
este proceso?
R. Cuando se publicaban noticias por
esos periodistas que no respetaron el dolor de las víctimas y trataron de
sembrar dudas sobre la actuación policial, era como estar metiendo el dedo
constantemente en la herida de las víctimas y sus familias. Algunas veces me
llamaban desde alguna asociación quejándose de esas noticias y mostrándome su
apoyo; ellos se merecían la verdad, no esa tergiversación interesada de los
datos.
P. ¿Qué le diría a una de esas
víctimas hoy, 15 años después?
R. Lo que me gustaría que supiera es
que se trabajó con mucho esfuerzo y rigor. Ningún Tedax dio un paso atrás y
contribuyeron a resolver la situación de forma ágil y eficaz. Lo lamentable fue
que la policía no pudiera evitar que el atentado se cometiera.
P. ¿Si tuviera que extraer una lección
de lo vivido cuál sería?
R. La resistencia. Al final, si
resistes, ganas. Desde principios y valores sólidos, se puede resistir
cualquier situación, más aún cuando no tienes duda de que las cosas se han
hecho de la mejor manera posible.
P. ¿Diría que ha ganado la verdad?
R. Por supuesto. ¡Claro que ha ganado
la verdad!
Opinión:
Solo se me ocurre decir que el SEÑOR Sanchez
Manzano merece todo el reconocimiento por su enorme profesionalidad y dignidad.
Al contrario que muchos de sus jefes y
subalternos…
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