09 julio 2024
16
años de una tragedia en la que reinó la incertidumbre y el ocultismo sobre los
hechos
Accidente
de Spanair
La
presidenta de la asociación de afectados del vuelo JK5022 sigue peleando por
mejorar los protocolos para gestionar una emergencia aérea
La
herida que se abrió el 20 de agosto de 2008 difícilmente podrá ser cerrada por
ninguno de los familiares de los pasajeros que iban a bordo del vuelo JK5022
operado por Spanair, que partía del Aeropuerto de Barajas en Madrid y tenía
como destino el Aeropuerto de Gran Canaria. La presidenta de la asociación de
afectados del vuelo JK5022, Pilar Vera, lleva casi 16 años inmersa en una lucha
constante para que España mejore sus protocolos a la hora de gestionar una
emergencia de aviación civil, como la que acabó con la vida de su sobrina Ana y
153 personas más.
Desde
que cogió el testigo para presidir la plataforma de afectados, Vera ha
criticado la «ausencia total de información veraz y contrastada sobre lo que
había ocurrido» en las horas y días posteriores al siniestro al igual que
denuncia la exposición total y desprotección ante la voracidad de los medios de
comunicación y la persecución y acoso de los despachos americanos, que ya
andaban molestando a los familiares «10 minutos después de que todo pasara».
Vera
recuerda aquel día como si fuese ayer mismo y relata como fue en una «salita
pequeña» donde se «apilaban las personas» el lugar en el que se dio lectura
cuatro horas después del accidente a una lista con menos de 20 supervivientes.
Asimismo, cuenta que para los afectados de Gran Canaria fue «todavía peor» al
tener que esperar durante más de 12 horas en una sala para poder subirse al
avión que eventualmente les desplazó hasta Madrid. En este vuelo solo pudieron
embarcarse dos personas por familia, además de algunos políticos.
A
su vez, narra el caos que se vivió en los minutos posteriores a la explosión
del avión, en los que, pese a tener constancia la torre de control de donde se
había estrellado el avión, se activaron los servicios externos del aeropuerto
mediante vías no oficiales, con servicios como el Summa de la Comunidad de
Madrid y el Samur acudiendo al lugar de los hechos tras numerosas llamadas de
conductores que apreciaron el fuego desde la carretera.
Todo
ello, mientras el Centro de Gestión Aeroportuaria (CGA) tardaba para activar el
plan de emergencia, «más preocupado por el hecho de que el aeropuerto siguiese
operativo» que «de atender a las víctimas y supervivientes que pudiesen haber
sobrevivido al espanto» de lo que estaba ocurriendo entre las pistas 36L y 36R.
«El plan de emergencia del aeropuerto no funcionó, ni siquiera el coche Papa,
que tenía que guiar las ambulancias dentro del recinto aeroportuario, no
conocía los accesos y los tuvo dando vueltas por el aeropuerto hasta que lo
situó muy lejos del lugar donde había caído el avión», puntualiza Vera.
Al
mismo tiempo, denunció el hecho de que «nunca se había planificado un siniestro
de esta magnitud en España», un hecho muy grave teniendo en cuenta los
siniestros del vuelo de Avianca 11 que se estrelló en Mejorada del Campo, a 12
kilómetros del Aeropuerto de Barajas o los dos incidentes en el Aeropuerto de
Los Rodeos en Tenerife en 1972 y 1977 respectivamente.
El
ocultismo de las autoridades
Pilar
Vera lleva años denunciando que las autoridades tenían información de lo que
había pasado pero «no les dijeron nada a las familias» y que simplemente se
dedicaron a subirlas al avión «sin saber lo que les esperaba en Madrid». Vera
siempre se preguntó quien fue la persona que tomó esa decisión y asegura que
«no hay palabras que puedan definir semejante situación de inhumanidad» y que a
fecha de hoy todavía no se conoce quién tomó esa decisión. «Algunos tenían la
esperanza de encontrar en los hospitales a sus seres queridos. Otros confiados
en que el accidente no había sido tan brutal y la mayoría pensando que ese
viaje que estaban haciendo no iba a ser tan cruel ni tan doloroso», esperanzas
que se truncaron al llegar a Madrid y ver que les dirigían a IFEMA, algo que
«después del 11M solo podía significar la muerte».
Opinión:
Aparte del dolor que causó a tantas familias el sinestro
al que hace referencia la noticia y presentar un homenaje de recuerdo a todas
ellas, aporto también una reflexión: la señora Pilar Vera habla sobre la
ausencia de “protocolos para gestionar una emergencia aérea”.
Sobre esa exigencia, obviamente justa, quiero recordar dos
cosas.
La primera, que en el accidente de Germanwings tampoco
hubo un protocolo de asistencia post-siniestro y fuimos algunas personas
voluntarias las que iniciamos los contactos de coordinación para la atención de
los familiares a su llegada a Barcelona para interesarse por sus víctimas.
La segunda, que después de seis décadas de terrorismo en
Catalunya no tenemos protocolo de asistencia post-atentado terrorista dirigido
a las víctimas, incluso después de los atentados de agosto de 2017.Y reitero
que ya en 2005 propuse esta cuestión a los dirigentes que pudieran tener
competencias en el asunto.
A veces dan ganas de “tirar la toalla” y dejar que cada
uno cargue con sus responsabilidades. Y su conciencia.
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