16 julio 2024 (13.07.24)
Un enamorado del derecho
German Loewe
Cuando escribo estas líneas en recuerdo
de Julio de Miquel, han transcurrido pocas semanas desde que nos dejó. Tras el
dolor intenso de los primeros días llega ahora el dolor sereno, pero duradero.
El dolor de la despedida. Del amigo durante 66 años y también del abogado, una
de las figuras señeras de la abogacía en Catalunya.
No sé si alcanzaré a referir con
suficiente precisión sus méritos jurídicos porque, aunque nos licenciamos
juntos en 1963 y compartimos muchas horas de estudios, yo nunca ejercí la
profesión.
Pero sí es cierto que nuestra estrecha
amistad me permitió seguir nuy de cerca su trayectoria como profesional del
derecho y hombre entregado vocacionalmente a la actividad jurídica.
De esa entrega apasionada dan
testimonio sus largos años –hasta su último día- como abogado y socio fundador
del bufete Arasa - de Miquel (luego convertido en Euroforo Arasa de Miquel) y
también sus cargos como miembro de la junta de gobierno y de la comisión
deontológica del Colegio de la Abogacía de Barcelona. Más recientemente, como
presidente del Tribunal Arbitral de Barcelona.
Recuerdo uno de sus logros
profesionales más relevantes: la defensa de las víctimas del atentado de ETA en
Hipercor, que tuvo como consecuencia una sentencia del Tribunal Supremo
condenando al Estado como responsable civil subsidiario. Fue el primer abogado
en conseguir el reconocimiento del derecho de las víctimas a ser indemnizadas.
Un hito que culminó en la aprobación de la ley de Víctimas del Terrorismo en
1999.
Julio de Miquel fue un referente en
derecho mercantil y societario, profesor de Derecho Internacional Privado en la
Universitat de Barcelona y de Derecho Societario en Esade, además de autor de
varios libros y artículos de contenido jurídico. Toda esta formidable tarea
profesional y docente sólo cabía en quien, como él, vivía lo jurídico como un
sacerdocio. Sé que el mayor premio a su trayectoria le llenó de gran orgullo;
en el 2012 recibía la Cruz Distinguida de 1ª clase de Sant Raymon de Penyafort,
concedida por el Ministerio de Justicia. Pero eso no era todo. Aun le quedaba
tiempo y energía para dedicarse a ayudar a los demás, como presidente en
Barcelona y vicepresidente del Consejo Nacional de la Asociación Española
contra el Cáncer. Una lucha que él también sufrió y a la que tuvo que rendirse
finalmente.
En una entrevista radiofónica que le
hacen en el 2022 responde así a la pregunta de qué le hubiera gustado ser si
volviese a nacer: “O abogado o médico de medicina general”. Todo un mensaje que
apuntaba en las dos direcciones que practicó en su vida: preservar el derecho y
preservar la salud de las personas.
Julio era muy sociable, un gran
conversador, un líder nato. Le gustaba mucho polemizar, también en temas
políticos. Pero su insobornable talante jurídico le permitía controlar impulsos
y emociones, para analizar cualquier tema con la objetividad que solo consigue
quien lleva el predominio de la ley fluyendo por sus venas. Como vicepresidente
del Círculo Ecuestre de Barcelona, como tertuliano de varias peñas y jugador de
bridge o de tenis, todos recordarán su personalidad, su señorío, su
generosidad. Cualidades que proyectó en su familia, con su esposa, Isabel
Balmes, a la que estaba profundamente unido, sus hijas y yernos, y sus nietos,
para los que seguirá como ejemplo indiscutible. Un hombre de una pieza.
Opinión:
Más que una opinión es una adhesión
absoluta a cada una de las palabras que aparecen en el artículo.
Como anécdota, el día que Juli de
Miquel me dijo, entre risas, que no se atrevía a pedirme jugar un partido de
tenis porque le habían llegado informes sobre mi juego y que no lo hubiera ni
imaginado que jugaría al tenis al conocerme tras el atentado en Hipercor y leer
mi informe médico…
Todo un señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario