14 julio 2024
Un
siglo de violencia en España
Desde
los inicios del siglo XX hasta el proceso independentista, el nuevo estudio del
historiador González Calleja transita por los episodios de violencia de la
España contemporánea
El
catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III de Madrid,
Eduardo González Calleja (Madrid, 1962) es uno de los principales estudiosos de
la violencia política, el terrorismo y los grupos de extrema derecha en la
España del siglo XX. De entre su larga lista de publicaciones hay estudios que
ya son referentes en el ámbito, como La razón de la fuerza. Orden público,
subversión y violencia política en la España de la Restauración (1874-1917)
(1998) y El máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia
política en la crisis de la Restauración (1917-1931) (1999).
En
el año 2020 publicó Política y violencia en la España contemporánea. Del Dos de
Mayo al Primero de Mayo (1808-1903) (Akal). En ochocientas páginas el
historiador repasaba las dificultades para establecer estructuras sociales,
políticas e institucionales estables en España y el papel de la violencia que
caracterizó el proceso revolucionario liberal. Explicaba el origen,
justificación ideológica, estrategia, resultados y difusión de la violencia
contra el estado, pero también los aparatos judiciales, gubernativos,
policiales y militares. Asimismo, se hacía un análisis comparativo con países
como Italia, Francia o Portugal y el mundo colonial. El volumen planteaba que,
lejos de ser una forma de hacer española, la violencia política en la península
era tan habitual como en el resto de sociedades europeas.
Ahora
se publica el segundo volumen, que comprende el siglo XX y el primer cuarto del
XXI, y se subtitula Del Cu-Cut al Procés (1902-2019). Después de repasar
guerras, revueltas e insurrecciones en Europa en la introducción, la principal
tesis que sustenta González Calleja es que la violencia en España también
durante el siglo XX era tan habitual como por todas partes. El nuevo volumen,
de mil páginas, no cuenta sin embargo con un capítulo valorativo final. Este
cierre es el qué el lector echa más de menos después del esfuerzo del autor,
que incluye fuentes primarias de una treintena de archivos y un centenar de
páginas de bibliografía. Unos episodios están más cargados de notas que otros,
en unos se sigue a unos autores determinados, pero la cantidad ingente de
bibliografía sobre cada uno hace imposible que nadie domine todos los periodos
por igual.
Parte
del atractivo del volumen reside en que no se ciñe a una mera correlación de
episodios violentos, sino que González Calleja aprovecha las violencias para
analizar el origen, el contexto o deshacer asunciones erróneas. Explica, por
ejemplo, que el régimen republicano llegó acompañado de la proliferación de
simbologías, lenguajes y discursos violentos que apelaban a la acción armada
como mecanismo válido de intervención en la vida pública. Y, en un apartado
interesante en especial, explica la paramilitarización de la mayoría de
formaciones políticas en España, desde el socialismo al carlismo, no solo la de
las JEREC. Un aspecto coincidente con la biografía de Josep Dencàs (Base, 2024)
de Fermí Rubiralta, Frederic J. Porta y Fèlix Villagrassa que de manera
reciente hemos reseñado.
Catalunya
está muy presente en el estudio, en gran medida por ser el territorio más
dinámico del estado y porque, como se dice al principio, después de las huelgas
generales de 1901 y 1903 “empezó a tomar forma en los ámbitos políticos de
Madrid la imagen de una Catalunya en perpetua rebeldía”. Hay momentos, en
cambio, que pierde protagonismo. El peso de los hechos de octubre de 1934, por
ejemplo, se lo lleva Asturias.
El
historiador señala que en el periodo republicano la violencia actuó de
corrosivo de múltiples consensos, pero que tuvo un carácter heterogéneo en
cuanto a tipología, carácter y protagonistas. Una mirada que complementa el
estudio también reseñado aquí de Fuego cruzado. Primavera de 1936 (Galaxia
Gutenberg, 2024) de Manuel Álvarez Tardío y Fernando Rey.
El
libro transita por la Guerra Civil y la represión franquista, con los intentos
de normalización de la violencia estatal. Las explicaciones a menudo se
acompañan de tablas como, por ejemplo, la de los procesados (9.000) y afectados
(50.700) por la jurisdicción de orden público entre 1964 y 1976 o los decretos
de estados de excepción (1956-1977). También se tratan los intentos violentos
del antifranquismo, desde el maquis hasta llegar a ETA, que tiene un peso
notable en la segunda mitad del ensayo.
Recuperada
la democracia, el historiador pasa por el 23-F, la operación Garzón de 1982
contra el independentismo catalán, el fin de Terra Lliure, y de manera reciente
los atentados del 11-M. El volumen acaba con una veintena de páginas de un
relato muy ponderado sobre el procés, que compara con las primaveras árabes, la
revolución rosa de Georgia (2003) y la naranja de Ucrania (2014), y sitúa como
la cuarta gran rebelión catalana de la historia (1640, 1714, 1934), “menos
cruenta, pero mejor organizada”.
Por
la gran cantidad de información, el lector difícilmente leerá de tirón un el
volumen, pero tanto este como el anterior quedarán como estudios de consulta
obligada para hacerse una idea panorámica de un periodo concreto, antes de
entrar en profundidad. Son libros que, como mínimo, toda biblioteca pública
debería tener.
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