18 enero 2014
“Arrepentirse y perdonar”
Francesc Escribano
La manifestación del sábado de la semana pasada en Bilbao demostró que un sector muy importante de la sociedad vasca reclama dar un paso adelante y asentar una paz que, esta vez sí, debería ser definitiva. Pero es evidente que no puede haber paz sin justicia. Las bases de una convivencia pacífica no se pueden asentar sobre los cimientos inestables de un pasado violento cargado de crímenes sin reconocer y sin castigo. Sin embargo, a veces, en determinadas situaciones históricas que se alargan y se enquistan, llevar la justicia hasta las últimas consecuencias puede suponer un impedimento para alcanzar la paz. La clave es encontrar el equilibrio justo entre estos dos valores para construir un futuro aceptable por todos.
Pero sin pasarse de rosca como ocurrió en la transición democrática, cuando la necesidad de pasar página y construir un país nuevo eran tan grandes que, queriendo priorizar la paz por encima de la justicia, se impuso el olvido sobre la identificación del crimen y del reconocimiento de la culpa. De ese error, de ese inexplicable ejercicio de olvido y de silencio sobre el franquismo, nacen muchos de los déficits de nuestra democracia.
Pero hoy este no es el peligro en Euskadi. La dificultad viene de la intransigencia de determinados sectores que no se sentirán satisfechos solo con la victoria de la democracia sino que exigen la derrota incondicional del terrorismo y de todos aquellos que, en algún momento, lo defendieron o toleraron. Decía recientemente José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, en referencia a lo que él considera un insuficiente arrepentimiento por parte de los presos de ETA, que sin arrepentimientos profundos la paz no tendrá calidad. Quizá tiene razón y el arrepentimiento profundo es necesario, pero si se quiere la paz, en algún momento y sin traicionar ningún principio irrenunciable, también habrá que empezar a perdonar.
Opinión:
Cuando el señor escribano habla de la intransigencia de determinados sectores estoy convencido que no se refiere al colectivo de “las” víctimas del terrorismo como tal, como ente monolítico e ideológicamente unido.
Digo esto porque tras invertir 26 años en constantes contactos con cientos de víctimas del terrorismo he podido constatar las diferentes calidades y cualidades del género humano. Desde familias con varios asesinados que han sabido vivir con una entereza y dignidad admirables todo lo que se puede llegar a sufrir hasta personajes que de un corte en un dedo o de unas lesiones aparecidas después de cuatro lustros de lo ocurrido han conseguido vivir del dolor ajeno.
Por ello quiero dejar negro sobre blanco constancia escrita de la existencia de cientos de víctimas que hemos sabido sobrellevar con serenidad nuestra situación y, evidentemente, no hemos sido jamás intransigentes; incluso hemos llegado a acatar legislaciones que moralmente eran dolorosas pero que jurídicamente eran correctas.
Aunque cada vez mas son las personas que se dan cuenta de esta diferencia, lo recuerdo porque también existen personajes que hablan en “nuestro” nombre sin tener ni pajolera idea de lo que están diciendo ni de lo importante del momento que estamos viviendo.
Exigíamos que los terroristas abandonaran el terrorismo y ya lo hemos conseguido; exigíamos que los terroristas reconocieran el daño causado y la lo hemos conseguido; exigíamos que los terroristas se acogieran sa la legislación y ya lo hemos conseguido... quedan todavía aspectos por resolver pero está muy claro que muchas víctimas hemos vencido a ETA. La sociedad también. Y puede que haya quien no quiera verlo así. Solo de pensar en que existan otros intereses me da nauseas.
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