26 enero 2014 (23.01.14)
Los presos que acercó Mayor
El PP sufre, sobre todo en Euskadi, los zarpazos de las víctimas a quienes alentó
Cuando Javier Zarzalejos, ahora ideólogo de confianza de José María Aznar en FAES, fue enviado en 1999 por el entonces ministro del Interior Jaime Mayor Oreja a "tomar la temperatura" a ETA en Suiza, entendió que la mejor manera de ganarse la confianza era dejar claras sus intenciones. Por eso, delante de Mikel Antza le dijo: "No buscamos la derrota de ETA".
En paralelo, el propio Mayor entendió que la mejor manera de "crear un buen ambiente" era facilitar el acercamiento de los presos de ETA. Inicialmente, pensó que con 63 traslados sería suficiente.Al final, 103 terroristas consiguieron su regreso a cárceles vascas. Y se hizo con la aplicación de la actual política penitenciaria, la misma reglamentación en la que ahora se escuda Mariano Rajoy para desoír, en tiempo de paz, las exigencias del lehendakari, Iñigo Urkullu.
Entonces, apenas se habían cumplido cinco años del asesinato por ETA del concejal popular Gregorio Ordóñez, cuando comía junto a su secretaria María San Gil, en San Sebastián. Ningún familiar del edil tiroteado ni cargo alguno del PP dentro y fuera del País Vasco levantó la voz para decir que el Gobierno Aznar se había entregado a la voluntad de los terroristas. Peor aún: fueron cruelmente engañados por unos terroristas que jugaban con el señuelo de su enésima tregua. Desgraciadamente, los años del plomo siguieron cobrándose decenas de víctimas, entre ellas alguna tan simbólica y determinante para muchas conciencias como la de Miguel Ángel Blanco.
Ahora, cuando ETA no tiene arrestos ni voluntad política para desdecirse de su rechazo a la violencia, muchas de sus víctimas -a quienes sigue sin pedir perdón- se han creado su propio imaginario en que entienden que el Gobierno del PP se ha plegado ante un terroristas. Y sobre esta argumentación algunas asociaciones de víctimas han construido un discurso político que la propia realidad desmonta, pero que interesadamente jalean UPyD y la nueva formación Vox.
Por eso no es de recibo ético que muchos cargos del PP, sobre todo en Euskadi, tengan que sufrir en silencio el desgarro que les provoca, después de tantos años jugándose la vida, acusaciones como las escuchadas en el homenaje a Ordóñez. Más de uno debería recordar, por responsabilidad, que no vale todo en política. Aunque diera votos.
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