Marc Marginedas: PERIODISTAS y periodistas
Hay algunos periodistas que se han enquistado en la televisión pública para darnos doctrina sobre las bondades del Gobierno de Rajoy. Ellos, querido Marc, se sacan un buen sobresueldo sin necesidad de arriesgar sus vidas cruzando fronteras peligrosas
José Sanclemente
La liberación del PERIODISTA (en mayúsculas) Marc Marginedas, secuestrado desde hace seis meses en los alrededores de Harna (Siria), cuando viajaba por tercera vez a la zona de conflicto tras conocerse que el régimen de Bashar al-Assad había utilizado armas químicas y que podía haber una intervención militar internacional, es una magnífica noticia.
Conocí a Marc en El Periódico de Cataluña cuando era corresponsal en Moscú y tuvo que cubrir la guerra chechena. Luego contó sobre el terreno la guerra de Irak, estuvo también en Afganistán y cubrió las noticias de la ofensiva israelí desde el sur de Líbano. Marc Marginedas es un corresponsal de guerra, pero sobre todo es una buena persona que, como decía Ryszard Kapuściński, es la condición necesaria para ser un buen periodista: "Si se es buena persona, se puede comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses , sus dificultades y sus tragedias".
Leo que Marc Marginedas ha comentado, al cruzar la frontera Siria hasta Turquía, que lo que menos necesita ahora es presión mediática. Seis meses de cautiverio y toda su trayectoria merecen todo mi respeto y consideración que, de otra parte, ya le tenía.
Marc es un PERIODISTA con mayúsculas que sufrirá en su carne –ya lo habrá sufrido– las mismas rebajas salariales de sus compañeros en el periódico en el que trabaja. La prensa está de capa caída.
Es cierto, lo está, pero no para todos. Hay ciertos periodistas (en minúscula) que pluriemplean su profesión en tertulias de desayuno, merienda y cena. Son periodistas que poco tienen que ver con esa definición del maestro Kapuściński y que no han viajado más allá de los restaurantes de varios tenedores.
Hay algunos periodistas que se han enquistado en la televisión pública para darnos doctrina sobre las bondades del Gobierno de Rajoy. Es un papel que debe dar buen juego en las audiencias, pues ahora alguno de ellos no solo es un clásico de TVE, sino que lo ha fichado la Cadena Ser en su tertulia de Hora 25 o La Sexta en Al Rojo Vivo.
Ellos, querido Marc, se sacan un buen sobresueldo sin necesidad de arriesgar sus vidas cruzando fronteras peligrosas. Basta con que se queden del lado del Gobierno y reproduzcan sus mensajes esparcidos por sus acólitos comensales en manteles de tres tenedores, y así jugar un ensayado papel a la contra frente a escogidos tertulianos de izquierdas.
A eso, Marc, también le llaman periodismo. Un periodismo en minúsculas que se degrada hasta la putrefacción, pero que desafortunadamente, es rentable para quien lo practica.
Ya sé que lo conoces: cuando te secuestraron en Siria ya era así, pero en seis meses, Marc, esto ha ido a más. Unos cuantos pluriemplean sus mensajes sectarios sin conocimiento del terreno y siempre con el mismo rumbo; otros, unos centenares, ya no tiene donde contar sus historias y otros lo hacen con salarios menguados.
Me alegro infinitamente de que estés bien, de que te hayan liberado tus secuestradores y de que vuelvas a estar entre nosotros, porque ahora, además, todos somos algo más libres.
Ojalá vuelvan pronto Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova, también secuestrados en Siria. Y ojalá os valoren como merecéis en vuestros medios y os den recursos para hacer vuestro trabajo. Por lo menos, tantos como los que reciben esos omnipresentes contertulios mediáticos que también se consideran periodistas y que mañana se atreverán, cómo no, a opinar sobre lo que pasa en Siria desde su distante, cómoda y vacua poltrona.
Opinión:
Siempre se ha comentado que aquellos “periodistas” que hablan, opinan y pontifican en el mismo programa sobre cocina, física cuántica, mecánica aeronáutica y futbol son cualquier cosa menos periodistas.
Eso me ocurrió cuando participaba en las tertulias de Onda Rambla y ABCPunto Radio en diferentes épocas: siempre había alguno (o alguna) que pertenecía a esa extraña tribu de los que saben hablar de todo pero no entienden de nada. Incluso había quien me quería convencer sobre la realidad existente en el colectivo de víctimas del terrorismo. Solo en una ocasión, en 26 años de contactos con medios de comunicación, estuve a punto de perder los nervios y darle una manta de hostias al salir a la calle tras el programa.
Ahora, este imbécil, es diputado en el Congreso de Madrid.
Dicho esto, el periodismo de verdad, el real e incontestable, es el que practica Marc. Ahora ya está en Barcelona. Con su familia y sus amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario