07 enero 2018
Problemas relativos
Ramón Suñé
El pasado 17 de agosto, Barcelona se desangró en la Rambla. En condiciones
normales, una tragedia de las dimensiones de aquel atentado yihadista debería
marcar en rojo, con subrayados y signos de exclamación un año en la vida de una
ciudad. Sin embargo, en el barómetro elaborado por encargo del Ayuntamiento a
finales de noviembre y comienzos de diciembre, apenas tres meses después de la
acción criminal, no se percibe rastro alguno de aquel hecho histórico. En la
realidad, la amenaza terrorista persiste. En los estudios de opinión, en
cambio, se ha diluido, parece haber caído en el más absoluto de los olvidos. La
encuesta municipal sitúa el terrorismo en la posición número ¡30! de la lista
de los problemas más graves de la ciudad empatado, entre otros, con el déficit
de espacios verdes, los ocupas y (motivo para la reflexión y la vergüenza) la violencia
de género. Únicamente un 0,1% de los entrevistados pareció acordarse de las 16
víctimas mortales del fanatismo en Barcelona y Cambrils cuando respondió al
cuestionario. ¿Acaso circula por nuestras calles un virus que afecta a la memoria
colectiva de los barceloneses? Quiero pensar que no es así. Entre el 17-Ay el
21-D, en esta ciudad se han sucedido tantas y tantas jornadas históricas, todas
ellas con un mismo hilo conductor, que incluso un acontecimiento de la magnitud
de aquel atentado parece, sin serio, algo muy antiguo. No es de extrañar que el
(mal) encaje de Catalunya en España sea considerado actualmente el problema
número uno de esta ciudad y también el problema personal màs grave de sus
habitantes. Se explica por su propia importancia, que la tiene y mucha, pero
también porque en los medios de comunicación y en las reuniones de amigos y
familiares no se habla de otra cosa. A la hora de establecer en una encuesta el
ranking de los problemas de un territorio o una sociedad, tener o no presencia
en los medios y en el discurso oficial que emana de los responsables
institucionales es fundamental para ocupar una determinada posición. El
historial del barómetro municipal está plagado de ejemplos. Cuando la ciudad
pasa por periodos de bonanza económica, suelen emerger como problemas el tráfico,
el aparcamiento, la suciedad, el incivismo. Basta que se produzca un asesinato,
uno sólo, con un fuerte impacto mediático para que la percepción de inseguridad
se dispare a lo más alto en las encuestas. Es suficiente que el gobierno
municipal insista en presentar el turismo como una enorme molestia más que como
una fuente de riqueza para que se convierta en el peor de los males de esta
ciudad, como sucedió en el barómetro de junio. Y no hay más que hablar
reiteradamente de las prohibiciones que se aplicaran en momentos excepcionales
de elevada contaminación atmosférica para que la polución ascienda al top 3 de
la lista negra de las inquietudes de los barceloneses. No olvidemos esa
volatilidad de los problemas cuando escuchemos a algún dirigente político hacer
según qué lecturas, por supuesto interesadas, de las encuestas.
Opinión:
Sin quitarle razones al señor Ramón Suñé me gustaría comentar algunos asuntos que podrían definir con mayor exactitud lo que comenta en su artículo.
Sin quitarle razones al señor Ramón Suñé me gustaría comentar algunos asuntos que podrían definir con mayor exactitud lo que comenta en su artículo.
Está claro que los atentados de Barcelona y Cambrils
marcaron el verano en la ciudad y más allá… pero también está muy claro que lo
ocurrido no consiguió cambiar la agenda de la ciudad y de sus residentes, con lo
que el terrorismo yihadista (como cualquier otro) no consiguió uno de sus
objetivos: atemorizar a la población hasta el punto de cambiar los hábitos.
Pero aprovechando el hecho de que alguien “denuncie” que en
la ciudad no se recuerdan los atentados del 17 de agosto, también me gustaría
hacer una reflexión que me está resultando, cuanto menos, chocante… paseando
por la ciudad y a consecuencia de la situación política que se vive en
Catalunya se ven muchas banderas españolas en los balcones pero ¿cuántas se
vieron cuando la banda asesina y terrorista ETA asesinaba conciudadanos en un
hipermercado o paseando por la calle o en un Cuartel de la Guardia Civil o en diversas
comisarías de la Policía Nacional ?
Sinceramente, me da mucho qué pensar y me convence de que
el miedo es libre, llegando al extremo de no haber visto ni leído ni escuchado
a ningún especialista en el tema atreverse a presentar esas preguntas.
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