07 enero 2018
Treinta años
El Pacto de Ajuria Enea, suscrito por todas las fuerzas
vascas salvo la autoexcluida HB, cumplirá este próximo viernes su trigésimo
aniversario con el legado vivo de haberse erigido en el gran punto de consenso
de la mayoría política y social de Euskadi para deslegitimar el terrorismo de
ETA. Una historia que la organización sigue sin cerrar con una desaparición
concluyente, pese al cese definitivo de sus atentados, su desarme y la
sensación de paz irreversible en la que vive y de la que disfruta hoy la
ciudadanía. Si hace tres décadas el pacto representó el empoderamiento de las
instituciones de autogobierno frente a la persistente coacción etarra, con el
telón de fondo de dos atentados tan terribles como las matanzas de Hipercor y
Zaragoza, su mensaje ético, la nítida diferenciación entre los valores
democráticos y el liberticidio, ha perdurado como un indispensable contrapeso.
Opinión:
Tras treinta años de labor en todo lo relacionado con
victimología terrorista entiendo que el editorial de El Correo resume
perfectamente las razones que llevaron a la mayoría de partidos políticos a
suscribir el Pacto de Ajuria Enea… pero también me queda una duda: habla del “telón
de fondo de dos atentados tan terribles como las matanzas de Hipercor y
Zaragoza” con lo que yo me he preguntado siempre dos cosas. Una, ¿qué habría
sido de ese Pacto si los atentados mencionados hubieran ocurrido en dos
ciudades vascas? Dos ¿qué razones tenía la banda terrorista ETA para exportar “su
terrorismo” fuera de lo que entendían que eran sus territorios que causando
tanto dolor exigían?
Me gustaría que alguno de los innumerables especialistas en
ese tema pudieran dar una respuesta, pero parece que ahora eso ya no interesa.
O, posiblemente, podré tener respuesta el próximo 20 de febrero...
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