02 diciembre 2020
Driss Oukabir, el “infiel”
La defensa del acusado intenta demostrar, a través de sus amigos, que no era un islamista radical sino un joven bebedor, consumidor de estupefacientes, vago y alejado de la mezquita y los rezos. Su exnovia le ha tachado de maltratador.
La imagen que se está ofreciendo de Driss Oukabir en el juicio por los atentados de Barcelona y Cambrils está muy alejada a la de un hijo o novio modélico. Pero ahí está precisamente lo que busca su defensa. Le gustaba beber, y mucho, consumía droga, muy amenudo, trabajaba, poco o nada, y se iba con mujeres a pesar de tener novia, Sara, con la que vivía desde hacía cinco años. “Era infiel”, dijo en pocas palabras uno de sus amigos. Y tenía un perro. Todos estos son postulados que según su defensa van en contra de las ideas islamistas más radicales.
Durante esta semana, están desfilando por el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional varios de sus amigos y conocidos que detallan el mismo perfil de persona. Driss no iba a mezquita, no rezaba, no hablaba de religión y no se juntaba ni con el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, ni con el grupo de jóvenes que formaron una célula para cometer los atentados, entre quienes estaba su hermano Moussa.
Driss jugaba al fútbol y salía de fiesta. Esta imagen que se quiere ofrecer de Oukabir recuerda al papel que hizo Rafa Zouhier en el juicio por los atentados de Madrid de 2004. Se le dibujó como un chico que vendía hachís, bebía y no era religioso. “Soy super inocente”, dijo en su alegato final, que no le libró para ser condenado a 10 años de prisión por hacer de intermediario entre los terroristas y los vendedores de los explosivos.
La Fiscalía pide para él 36 años de prisión por formar parte de la célula que lideró Es Satty y que cometió los atentados el 17-A. Según la acusación, alquiló la furgoneta empleada en los atentados, estuvo en Alcanar en el mes de julio durante varios días mientras se preparaban los explosivos y realizó distintas llamadas telefónicas con varios de los terroristas. Si él esta vivo y no muerto como su hermano y el resto de los integrantes es porque, según las conversaciones que mantuvo horas antes de los atentados con su hermano, se echó para atrás en el último momento. Pidió que quitaran su nombre del contrato de la furgoneta.
“Driss no està preparado”
Otra de las pruebas es que en una conversación detectada entre su hermano y Mohamed Hichamy, ambo abatidos en Cambrils, el mismo 17 de agosto, cuando ya sabían que había explotado la casa de Alcanar y debían actuar rápido, el primero le dijo sobre Driss “que se lo ha pensado y que no está preparado”.
Hasta ahora, y de lo que se ha mostrado en el juicio, nadie entiende que Oukabir quisiera cometer atentados terroristas de corte yihadista. Su caso no es como el de los otros chicos, que había ido modificando sus costumbres en los últimos meses. Un amigo de éstos reconoció que antes salía con Youseff Aalla -muerto en la explosión de Alcanar junto a Es Satty- de fiesta y después dejó de salir. Incluso Moussa Oukabir había mostrado algunos cambios, como ir siempre “muy tapado” aunque fuera verano.
Pero en Driss nada hacía indicar que el imán le hubiese captado. Igual no fue Es Satty sino su hermano pequeño. Aunque esas respuestas sólo las tienen ellos y están muertos. Uno de sus amigos, Arilez, con quien estaba cada día, sí vio cosas extrañas. “Cuando veía imágenes de gente en guerra, decía pobrecillos...”.
“Soy yihadista”
Sin embargo, lo que llamó la atención a este chico es que un día, mientras bebían y fumaban hachís Driss le dijo: “soy yihadista”. O eso le pareció entender. “Le dije, ostia, qué has dicho, ¿me lo puedes repetir? pero cambió de tema. Después le estuve dando vueltas y creo que dijo eso”, explicó al tribunal Arilez, quien reconoció que aquel día estaban consumiendo drogas los dos.
Mientras este chico declaraba, Driss le miraba desde el habitáculo blindado donde está sentado en el juicio con una sonrisa llena de resignación. Arilez no le miró ni al entrar ni al salir. Ahora su amigo está acusado de ser un terrorista. Las cosas han cambiado entre ellos.
Se conocían de Ripoll, una localidad de 10.000 habitantes, y como han dicho varios de ellos, allí todos se conocían. De allí era también su novia, Sara, con quien estuvo cinco años, hasta que fue enviado a prisión y se acabo su relación.
Pero como bien ha reconocido ella, aquello tuvo que acabarse mucho tiempo antes. Driss la maltrataba, llegó a tener incluso una orden de alejamiento, aunque ella seguía con él. “Yo trabajaba todo el día y a él le gustaba la vida que tenía. No trabajar y vivir de mi”, reconoció ante el tribunal, en una declaración difícil para ella.
“Estese tranquila”, le pidió cariñosamente el presidente del tribunal, Alfonso Guevara. Esta joven no pudo aportar muchos detalles sobre qué hizo su novio en los últimos meses antes de los atentados. “Salía de fiesta día sí y día no pero yo no salía con él. Yo estaba todo el día trabajando y además no le gustaba que fuera con él”, indicó.
“Me puse el velo para agradarle”
Uno de los indicios que manejó los Mossos d’Esquadra durante la investigación es que algunos de sus amigos habían visto a Sara días antes de los atentados con velo, algo nunca antes visto en ella, que podría ser un indicativo de su radicalización final. “Él no me lo pidió. Nunca me dijo que me pusiera el velo. Me lo puse yo para agradar a mi pareja y que por una vez por todas me respetara”, explicó.
Es cierto que reconoció que su hermana pensaba que Driss le había obligado. “A mi hermana no le gustaba ese chico pero ella puede pensar lo que quiera. Yo no podía decir a mi familia que me maltrataba”, apuntó.
A pesar de esta relación tormentosa, ambos hablaron de casarse. “Me dijo que tenia que respetar las normas del islam. Para él yo tenía que estar en casa, hacer la comida y mantenerlo. Era lo que me marcaba él”, dijo en un tono duro, enfadada.
En agosto de 2017, él se marchó unos días a Tánger (Marruecos). Según explicó Sara, habían tenido unos problemas, y el juez había decretado una orden de alejamiento. Entonces su familia creyó oportuno que Driss se marchara unos días y descansara. “Le pagué el billete de vuelta y le envié dinero porque me decía que no llegaba”, recordó.
Como bien dijo en varias ocasiones, él ni trabajaba ni parecía estar dispuesto a ello. Un mes antes, en julio, Driss se mrachó con unos amigos a Francia. “Lo único que se es que cuando volvió me dijo que le vendían el coche con el que habian viajado. Le di 1.200 euros para que se lo comprara y el coche nunca lo vi”, dijo con resignación.
La Fiscalía le sitúa en ese periodo en Alcanar, pero ella no lo puede saber, porque su novio no le daba ningún tipo de explicaciones. “Me decía lo mínimo para que no le taladrase, como me decía él”. Al final, Sara se libró de esa relación porque el mismo 17 de agosto le detuvieron y le enviaron a prisión por presuntamente formar parte de una célula terrorista. Desde hace tres años que no están juntos, según aseguró al tribunal, mientras él la escuchaba con atención unos metros más atrás.
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