17 diciembre 2020
De las motos a los ‘nasheeds’: cómo se radicalizó Younes
Los móviles y ordenadores de la célula de Ripoll fueron testigos silenciosos de su transformación religiosa desde 2015
Un teléfono móvil, una tarjeta de memoria, un disco duro, un historial de búsquedas en Youtube, unos archivos de audio de WhatsApp. La tecnología ha sido el testigo silencioso de la lenta pero implacable radicalización de un grupo de adolescentes y jóvenes de Ripoll (Girona) que acabaron cometiendo el peor atentado yihadista en España tras el 11-M. En el juicio por los ataques de Barcelona y Cambrils de 2017, que encara ya su recta final, ha quedado claro que el imán de la localidad, Abdelbaki Es Satty, los captó y los adoctrinó. Pero agentes de los Mossos d’Esquadra incidieron este miércoles en el papel clave que jugó el consumo de propaganda de Estado Islámico.
Una muestra de la deriva radical de la célula se encontró en la casa familiar de Younes Abouyaaqoub, en Ripoll. Younes fue el autor material del atropello de La Rambla el 17 de agosto de 2017 y del apuñalamiento de un hombre en su huida, que acabó a los cinco días, cuando los Mossos lo encontraron y lo abatieron. Solo él fue responsable de 15 de las 16 víctimas mortales que dejó el 17-A. Una tarjeta SD con “mucho material almacenado”, que usó desde el año 2004, es casi un espejo del periplo vital de Younes.
“Al principio hay muchos selfies de él, fotografías de vehículos...”, detalló una perito de los Mossos d’Esquadra. Era la etapa en la que Younes era solo otro chico marroquí afincado en Ripoll, amante de las motos y los coches, educado y bien parecido, que cursó un ciclo de electromecánica y entró a trabajar como soldador. A partir de 2015, la religión entra de lleno en sus preocupaciones. Alguien lo invita a participar en unas reuniones en Tarragona a las que acudirán “jeques salafistas”. Su buen amigo Mohamed Hichamy le anima, en lo que parece una broma, a comprarse un BMW para pasear por Figueres “tirando granadas”.
Pero el gran cambio de Younes en su percepción del mundo llega en 2017. “Empieza a aparecer contenido religioso extremo”, como los nasheed, un tipo de recitación vocal musulmana, a capela. Las letras de los nasheed que almacena Younes tienen que ver con gestas militares de Daesh en Siria e Irak. El 26 de mayo de ese año, se graba cantando en una nave industrial, pero “se gira y para cuando oye algún ruido o alguien que entra”. A petición de un abogado de la acusación, la mossa recita con voz clara los versos:
—Somos los que anhelan el martirio. Nos adelantamos a la muerte con satisfacción. Preparamos los coches bomba y con ellos destruimos a los tiranos. Con la muerte empieza mi vida. Somos los que anhelan el martirio.
Nasheeds como esos se escuchan también en el vídeo en el que se ve a Younes y a los otros dos hermanos mayores de la célula —Mohamed Hichamy, líder del ataque a Cambrils, y Youssef Aalla, muerto en la explosión de la casa de Alcanar la víspera del 17-A— mientras preparan material explosivo.
El imán Es Satty fue el primero en buscar, a finales de 2016, cómo “fabricar explosivos para principiantes desde cero”. En un disco duro de su propiedad (abandonado en Alcanar) aparecieron fotos de posibles objetivos: la fiesta de la Tomatina de Bunyol, la Alhambra de Granada e incluso la Audiencia Nacional, el tribunal que ahora está juzgando a los tres acusados por el 17-A. Driss Oukabir, Mohamed Houli y Said Ben Iazza, afrontan penas de prisión por parte de la fiscalía de entre 8 y 41 años de cárcel.
De Houli, herido en la explosión de la casa ocupada, los Mossos analizaron un móvil hallado en Alcanar. En los días previos al atentado —el plan inicial era atacar con bombas la Sagrada Familia—, llamó a empresas “de financiación inmediata, como Moneyman”, detalló otra agente. El abogado Antonio García, de la asociación 11-M, también intentó poner contra las cuerdas a Driss, que basa su defensa en la tesis de que bebe, fuma y no es creyente. García recordó que Younes guardaba en un pen drive un artículo sobre la doctrina takfir, que permite a los musulmanes eludir los preceptos del islam en nombre de la yihad.
Visita de Trapero
El juicio por los atentados de Barcelona y Cambrils empezó hace apenas un mes, pero ya ha conocido a dos jefes de los Mossos d’Esquadra. El hasta hace poco máximo responsable del cuerpo, Eduard Sallent, asistió como público a las primeras jornadas del juicio para dar apoyo a los agentes que están declarando como testigos. A los pocos días, una vez confirmada su absolución por el referéndum del 1-O en Cataluña, Josep Lluís Trapero fue restituido en el cargo de major y relevó a Sallent. Este miércoles, Trapero —que fue la voz y la imagen del cuerpo en los días de los atentados— acudió a la vista con el mismo propósito.
Nada más abrirse las cortinas de la pecera donde aguardan los tres acusados, Trapero les miró a la cara y permaneció sentado, atento a las explicaciones de sus agentes. El major volvía así al polígono de San Fernando de Henares donde se encuentra una de las sedes de la Audiencia Nacional, el mismo escenario en el que fue juzgado por sedición y en el que afrontaba una petición de 10 años de cárcel. Al llegar al edificio, Trapero comentó que asistía a la vista “con mucha tranquilidad” y alabó la “potente” investigación de los Mossos.
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