martes, 15 de diciembre de 2020

15 diciembre 2020 (2) El País

 15 diciembre 2020 

 


 

El flirteo del imán de Ripoll con Al Qaeda

Abdelbaki Es Satty, ‘cerebro’ del 17-A, mantuvo contacto desde 2000 con personas vinculadas a la organización terrorista, pero logró eludir el radar de los investigadores

El imán de Ripoll, cerebro de los atentados de Barcelona y Cambrils, siempre frecuentó las malas compañías. En agosto de 2017, Abdelbaki Es Satty escribió una nota para celebrar los atentados que pensaba cometer como soldado del islam “en la tierra de Al Andalus”. La dejó escondida en el interior de un libro con tapas verdes, en la casa de Alcanar (Tarragona) cuya explosión acabó con su vida y fue el preludio del atentado del 17-A.

Es Satty reivindicó los ataques en nombre de Estado Islámico, que en 2017 seguía bien asentado en un vasto territorio entre Siria e Irak. Muchos años antes del auge y caída de Daesh, sin embargo, el imán ya había mostrado su cercanía hacia la otra gran franquicia del yihadismo internacional: Al Qaeda.

El imán fue, en cualquier caso, el “agente radicalizador” de la célula del 17-A: la persona que convenció a un grupo de jóvenes de Ripoll con lazos de sangre y de amistad para atentar. “Era el único que tenía las capacidades para motivarles a morir matando”, detalló este lunes, en una nueva sesión del juicio en la Audiencia Nacional, el mosso que firma los informes de inteligencia del caso.

El mosso ha estudiado con detalle la biografía de Es Satty y sus vínculos con Al Qaeda a partir de dos investigaciones judiciales en España sobre yihadismo en las que aparecen personas con las que mantenía contactos.

A partir del año 2000, el imán estuvo “en contacto directo con una red de Al Qaeda” que finalmente fue desarticulada en la Operación Chacal, detalló el agente. La mezquita Al Furkan de Vilanova era el epicentro de aquella investigación y el lugar en el que Es Satty mantuvo reuniones con dos de las personas detenidas, que llegaron a viajar a Siria e Irak. El nombre de Es Satty llegó a aparecer en algún momento de la investigación, pero nunca fue procesado: era un actor secundario en aquella trama que dejaba el papel protagonista a Mohamed Mrabet. Conocido como “el carnicero de Vilanova” (porque regentaba una carnicería), fue detenido en 2006.

Según los testigos, Es Satty compartió piso en Vilanova con otro personaje que tendría un papel muy relevante en la historia del terrorismo internacional: el argelino Belgacem Bellil, con quien también había convivido anteriormente en Jaén. El 12 de noviembre de 2003, Bellil condujo un camión cisterna hasta una base italiana en Nasiriya (Irak). La explosión mató a 28 personas, en su mayoría miembros de los Carabinieri.

El que sería futuro imán de Ripoll logró volar bajo todo ese tiempo, sin llegar a entrar en el radar policial o judicial. Sus relaciones con los implicados en la otra causa examinada a fondo (la Operación Tigris) fueron aún más “indirectas”, ahondó el testigo. Es Satty mantuvo contactos con un primo de Youssef Belhadj, persona vinculada con el atentado del 11-M de Madrid que “logró huir de España gracias a la célula” terrorista que fue desarticulada en Tigris.

Belhadj reivindicó la matanza de Atocha con el sobrenombre de Abu Dujana, a quienes también rindieron tributo los cinco terroristas abatidos por los Mossos en Cambrils la madrugada del 17 al 18 de agosto. Tres de ellos lucían un pañuelo rojo en el cuello en alusión a Dujana, contemporáneo de Mahoma que salía a combatir con esa prenda en el cuello. El agente detalló la simbología de esa prenda, usada en atentados en todo el mundo: “Con el pañuelo rojo legitimaban la acción terrorista y reforzaban su determinación de seguir hasta morir”.

 

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