21 diciembre 2020
Sucedió en Sabadell
Sus nombres eran Juan José Escudero, Eduardo Hidalgo, Juan Gómez, Miguel Marcos Martínez, Francisco Pérez y Ramón Díaz. Eran Policías Nacionales y el día 8 de diciembre de 1990 iban a vigilar un partido de fútbol entre el Sabadell y el Má- laga. Montiagudo y Erezuma, los mismos autores junto a Zurieta que participaron en el atentado de Vic, pusieron un coche bomba que estalló a su paso: allí murieron los seis, otros dos policías resultaron gravemente heridos, Enrique Fernández y Cruz Adeva.
Ni tan siquiera hubo juicio al caer abatidos Montiagudo y Erezuma pocos días después del atentado de Vic. Zurieta se había incorporado más tarde al comando, hoy ya está en libertad.
Para muchos son solo unos nombres más a los que recordar exclusivamente cuando se conmemora un número redondo del atentado. Yo no los he olvidado nunca, porque ellos cambiaron el sentido de mi vida. Fernando Valdivia con quien compartía grupo en la universidad era Juez en Sabadell, le llamé y le dije que si las victimas necesitaban algo estaba a su disposición, recibí una llamada y me dijeron que estaban tratando de organizar en Cataluña la delegación de la AVT, me puse a su disposición para cuanto fuera necesario.
Esa tarde en la Facultad de Derecho hice algo que algunos entendieron como una provocación, guardar un minuto de silencio y rezar un padre nuestro por los policías asesinados. Al terminarla se me acercaron emocionados dos personas: Vicente, un policía que estuvo dos años y medio infiltrado en una banda de narcotraficantes, y Javier, fundador de uno de los sindicatos policiales y perseguido durante el franquismo. Con ambos trabé amistad Ese atentado cambió ante todo la vida de mujeres, hijos, familiares, compañeros y amigos de aquellos héroes, pero también la mía. Desde entonces, en los momentos de flaqueza, pienso en las Navidades que debieron pasar aquellas familias y me repito «ellos sí sufrieron de verdad».
El viernes pasado acudí al homenaje tributado en Sabadell, allí habían muchas autoridades, lo hice acompañado de David José y David Miquel, dos mossos que querían participar solo con su presencia en ese homenaje a los compañeros caídos.
En el coche a la vuelta un único sentimiento, por su memoria, por la de tantos otros entre ellos su compañero Santos Santamaría, «nunca olvidaremos, nunca daremos un paso atrás». Dios bendiga a estos y a todos nuestros héroes.
Opinión:
Pues ciertamente, aquel fue el atentado por el que conocí a Jose María Fuster-Fabra y pude trabajar conjuntamente con el en la antigua AVT desde 1991 hasta 2003 y, más tarde, hasta mi marcha de la asociación catalana en septiembre de 2009.
Mucho del trabajo realizado en aquellas dos décadas está reflejado en el libro que me han encargado y que, cuando tengo tiempo suficiente, voy escribiendo gracias a los apuntes que tengo en mis agendas de trabajo de aquellas épocas.
Agendas que, me consta y además me divierte, molestan a ciertos personajes porque muestran que jamás estuvieron donde dicen que estuvieron, ni colaborando ni haciendo nada por nadie (excepto por sí mismos).
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