10 octubre 2024
El
PP recluta a la hermana de Miguel Ángel Blanco para salvar el cuello a Feijóo
Feijóo
y la dirección del PP responden a los ataques en la derecha por el error
relacionado con los presos etarras utilizando a María del Mar Blanco en el
Congreso con la esperanza de que se olvide la negligencia del grupo
parlamentario
La
reforma que convalida las penas en el extranjero no afectará al etarra Txapote
Los
parlamentarios del Partido Popular se van a dejar el sueldo del mes en terapia.
Acabarán como Tony Soprano echándose a llorar al ver a un grupo de patos
alzando el vuelo. Todos se miran entre ellos preguntándose si Génova dejará
correr el presunto error sin forzar dimisiones o si impondrá cambios en el
funcionamiento del grupo parlamentario. Todo parece indicar que será lo
primero, aunque nadie está muy seguro. Las heridas autoinfligidas son las que
dejan la cicatriz más dolorosa.
A
grandes males, grandes remedios audiovisuales. El departamento de marketing
tuvo una idea genial. Traer al hemiciclo a María del Mar Blanco, hermana de
Miguel Ángel, para absolver a Alberto Núñez Feijóo de todos sus pecados. Ella,
que es senadora, se presentó en el Congreso durante la comparecencia de Pedro
Sánchez con el fin de otorgar el sello de santidad al líder del partido y posar
su mirada sobre el presidente. No desde el principio de la sesión. Había que
buscar el efecto adecuado. El show debía contar con el mayor impacto posible.
Ocurrió
en el minuto 35 del partido que había comenzado a las nueve de la mañana. Al
verla, los diputados del PP se pusieron en pie e iniciaron una larga ovación
interrumpiendo a Sánchez. Lo propio hubiera sido que se arrodillaran y pidieran
el perdón. Por algo había dicho Miguel Tellado en la reunión del grupo del
lunes que “aquí no hay culpables, todos somos responsables”. Todos habían
pecado, según la versión interesada de Génova. Feijóo y Cuca Gamarra besaron a
Blanco, que se sentó al lado del primero.
A
Blanco se le había visto muy tocada el día anterior en el inicio del pleno del
Senado. Francisco Javier García Gaztelu, conocido como Txapote y condenado como
autor del asesinato de Miguel Ángel Blanco, es uno de los presos de los que se
decía que podrían verse beneficiados si se computaban los seis años y nueve
meses que pasó encarcelado en Francia. La senadora decidió prestarse a
participar en la medida de control de daños. A fin de cuentas, el PP es su
partido, que le ha dado la oportunidad de tener una carrera política desde
2009.
La
futura situación de Txapote era uno de los temas más sensibles. Su foto
aparecía en la portada de ABC del martes junto a otros 24 presos de ETA que se
iban a ver beneficiados. En su caso, el periódico decía que podría salir de
prisión el próximo año. No es cierto. Su condena no se cumplirá hasta 2031,
como ya estaba previsto al consumir en esa fecha el periodo máximo de estancia
en la cárcel. La Audiencia Nacional lo aceptó en 2014, bajo el Gobierno de
Rajoy, tras un recurso del preso para que se le acumulara la pena ya cumplida
en Francia.
Feijóo
necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Por la mañana, debía de haber
leído la opinión de un columnista de ABC que era bastante representativa del
estado de ánimo en la derecha: “La rebaja de penas a etarras deja a la
oposición ante una tesitura diabólica. La de pasar por traidores o por
idiotas”. Ninguna de las dos opciones es buena para Génova. Los idiotas no
gozan de una gran esperanza de vida al frente de un partido y los traidores,
mucho menos.
Por
eso, Feijóo comenzó su discurso en estado hiperventilado. Tenía que transmitir
un enfado superlativo nada más comenzar. “Ha hablado usted de la dignidad de
los migrantes. Le pido expresamente que retire la ley que deja sin efecto más
de 300 años de prisión a los condenados por terrorismo de ETA”, dijo. Hablaba
después de la comparecencia de Pedro Sánchez para dar cuenta de la cuestión
migratoria, solicitada por el PP. El partido tenía el miércoles otras
prioridades.
Esta
es la semana en que la Audiencia Provincial de Madrid ha dado vía libre a la
investigación de Begoña Gómez por el juez Peinado, con excepción del asunto del
rescate de Air Europa. El PSOE ya no puede decir que esto es una locura de un
juez en concreto dispuesto a hacer un gran favor a la derecha antes de su
jubilación. Blanco y en botella, decían, incluido el ministro de Justicia.
Sólo
hay unos indicios que están muy lejos de poder ser definidos como un delito de
tráfico de influencias, una tarea difícil como viene a admitir la propia
Audiencia, pero Peinado podrá tomarse el tiempo que quiera. Y eso es mucho
tiempo en la justicia española. La duración de una instrucción judicial se
suele medir en años, no en meses.
El
primer intento de encajar el golpe había concluido con un sonoro fracaso de la
ministra portavoz del Gobierno. El martes, Pilar Alegría dijo en rueda de
prensa que “la Audiencia señala que hay una investigación prospectiva, genérica
e imprecisa”. También señaló a los sorprendidos periodistas que “con esta
resolución, lo que parece claro es que se aproxima el archivo de esta causa”.
Las
dos afirmaciones son falsas. Como mucho, pueden reflejar las esperanzas que
tenía la defensa de la esposa del presidente. Como análisis del auto judicial,
carecen de todo sentido y restan credibilidad a todas las afirmaciones futuras
de la ministra que habla cada semana en nombre del Gobierno.
Se
avecinaba una semana dura para Sánchez. Ahora no puede creerse su buena suerte.
El patinazo del PP ha llenado todos los titulares y ha vuelto a poner en
cuestión la entidad del liderazgo de Feijóo y el trabajo parlamentario de su
escudero, Miguel Tellado.
Sánchez
lo aprovechó a fondo en el pleno del miércoles. “¿Usted sabe lo que vota o
no?”, dijo. A Feijóo le cayó un sarcasmo tras otro. “El problema de este país
es una oposición que no tiene a nadie al volante”, afirmó en una frase escogida
para hacer daño, porque esto último es lo que dijo la presidenta de la
Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), por lo demás gran aliada del PP,
en su primera reacción.
Sánchez
ni siquiera se cree la hipótesis del error involuntario del PP, producto de una
negligencia. Negó que hubiera una “rebaja de condenas”, ya que “sólo se tiene
en cuenta el tiempo pasado (en prisión) en el extranjero”. De ahí que vendiera
la idea de un complot chapucero. “Ustedes lo sabían y por eso votaron a favor.
Sabían lo que votaban”, acusó a sus rivales.
Para
finalizar, la humillación definitiva: proyectar la sombra de Isabel Díaz Ayuso.
“Usted no decide nada. El problema es que la jefa no le deja”. Lo repitió en
cuatro frases consecutivas y, como no le pareció suficiente, volvió a utilizar
la frase en una quinta ocasión. Había convertido su comparecencia en una sesión
de control de la oposición.
En
la sesión de control propiamente dicha unos minutos después, el PP reincidió en
el intento de exonerarse a sí mismo. Tellado, cuya gestión del grupo
parlamentario está siendo cuestionada, se apropió sin escrúpulos de los nombres
de los cargos electos socialistas asesinados por ETA. Enseñó un montaje
fotográfico con los rostros de doce de ellos. “¿Van a poder mirarle a la cara a
sus familiares?”, preguntó a la vicepresidenta Montero.
No
era suficiente para Tellado. Ya sentado en su escaño, siguió hablando y
enarbolando las imágenes cuando el ministro Óscar López estaba respondiendo a
otra pregunta. La diputada Macarena Montesinos se reía y señalaba las fotos. Un
ejercicio de hooliganismo parlamentario que no está contemplado en el
reglamento de la Cámara.
“¿Dónde
estaban estos dos energúmenos cuando ETA existía?”, se preguntaba Gorka
Landaburu, que sobrevivió a un atentado de ETA. “Han traspasado todas las líneas
de dignidad y de respeto mínimo que hay que tener”.
La
respuesta más contundente a Tellado la recibió de Maria Jauregi, hija de Juan
Mari Jauregi, gobernador civil de Gipuzkoa y asesinado por ETA en el año 2000.
"A ver si eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que no volverás a
usar la imagen de aita como arma arrojadiza y a ver si de una vez por todas
respetas su memoria”, le dijo en Twitter.
El
líder de los socialistas vascos le recordó el caso de Juan Priede, concejal del
PSE en Orio, cuya foto también aparecía en el collage de Tellado. El
acercamiento a cárceles vascas del etarra que lo asesinó años más tarde se
produjo con el Gobierno de Aznar cinco meses después del asesinato de Miguel
Ángel Blanco, afirmó Eneko Andueza. “En 2000 fue excarcelado, también con Aznar
como presidente. Apenas un año y medio después, asesinó a nuestro compañero
Priede”. Nadie en el PSOE aprovechó ese crimen para acusar a Aznar de cómplice
de los terroristas.
Los
dirigentes del PP tienen el derecho y la obligación de mantener viva la memoria
por los suyos que fueron asesinados por ETA, por los que en definitiva dieron
su vida por defender ideales democráticos. Lo que también hacen es utilizarlos
como materia prima esencial de su labor de oposición y de sus golpes de efecto.
Hay que preguntarse en qué lugar del “abismo moral” mencionado por Feijóo se
encuentra esa estrategia. Los cadáveres no deberían formar parte de los trucos
de la política con los que se intentan ganar titulares o elecciones.
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