15 octubre 2024
Caso
Lasa y Zabala. La lucha de Pili Zabala por la exigencia de justicia y la
construcción de la paz
Recordamos
a José Ignacio Zabala con su hermana Pili y hablamos de la lucha de esta por la
reconciliación con los profesores Annabel Martin y Txetxu Aguado
El
capítulo 62 de 'La ventana de la memoria' recuerda el secuestro, tortura y
asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala por los GAL. El 15 de
octubre de 1982 los dos jóvenes fueron secuestrados en Bayona (Francia). Fueron
trasladados al cuartel de la Guardia civil de Intxaurrondo en San Sebastián y,
de allí, al Palacio de la Cumbre de la misma ciudad, donde fueron salvajemente
torturados. Los enterraron en cal viva en Alicante, tras obligarles a cavar su
propia fosa. Dos años más tarde se encontraron sus cadáveres, aunque no fueron
identificados hasta 1995 por el forense Francisco Etxeberria. El coronel de la
Guardia civil Enrique Rodríguez Galindo; tres agentes del Instituto armado:
Ángel Vaquero, Enrique Dorado y Felipe Bayo; y el gobernador civil de Gipuzkoa
Julen Elgorriaga fueron condenados por el crimen a penas de entre 71 y 75 años
de cárcel.
Pili Zabala
era seis años menor que su hermano José Ignacio, Joxi. Le recuerda como el
prototipo de chaval de la década de los 60, con bastantes inquietudes:
sociales, de Justicia, lingüísticas y de política. "Me sorprendía, sobre
todo, su bondad. Me llamaba la atención la capacidad que tenía de darse cuenta
de que había algún tipo de injusticia, principalmente social", cuenta.
Sobre su relación con él, destaca que "con nosotros, los pequeños, mi
hermano jugaba. Recuerdo que mi hermano, el pequeño y yo, solíamos coger todos
los libros de la casa y jugar a librerías, a tiendas de ultramarinos, esas
cosas que se hacen de niño...Pues Joxi siempre se ponía a jugar con
nosotros". De su hermano, Pili aprendió a amar la naturaleza "porque
a él le gustaba mucho la naturaleza". Se acuerda de lo habilidoso que era
con las manos. Y lamenta que no pudiera cumplir sus proyectos de futuro:
"sus ganas de vivir y construir una sociedad más justa; su ilusión de
terminar sus estudios de delineación y sus sueños para poder vivir con su
pareja".
Lasa
y Zabala fueron secuestrados el 15 de octubre de 1983. La familia supo
"que algo no iba bien" el día 18. "Llegaron dos hombres a casa
diciendo que eran representantes del comité de Refugiados Políticos del País
vasco. Nos contaron que Joxi y Joxean, la noche del 15 al 16, no habían ido a
casa a dormir. Supimos que algo les había pasado, porque el coche que iban a
coger estaba abierto, había sido forzado. Dentro había una cazadora de mi
hermano con un mechón de pelo. Y la gasolina estaba en el mismo nivel de cuando
la dejó su dueño" relata Zabala.
11
años sin noticias
Lasa
y Zabala habían cruzado la frontera francesa dos años antes, recuerda Pili. Por
lo tanto, lo primero que intentó hacer la familia fue interponer la denuncia en
Bayona. Pero, los GAL todavía no se habían dado a conocer (no reivindicaron
ninguna acción hasta el secuestro de Segundo Marey en diciembre). "No
había cadáver. ¿Con qué pruebas vas a ir y a dónde? Y aparte, en nuestra casa,
obviamente no teníamos ni idea de qué se hacía en una situación de estas
características", explica. Fue el primer episodio de "la indefensión
familiar y el desamparo institucional vivido" a lo largo de aquellos años.
"Siempre se dice que los restos de mi hermano aparecieron al año, pero
nosotros no tuvimos constancia hasta la llamada de Ignacio Gordillo y Baltasar
Garzón, de la Audiencia Nacional, once años después", cuenta. La
identificación de los restos por parte del forense Francisco Etxeberria en 1995
"obviamente para la familia fue un alivio, sobre todo, porque los vas a
poder traer y los vas a poder honrar en casa".
El
juicio se celebró el año 2000 y se saldó con condenas ejemplares para el
coronel de la Guardia civil Enrique Rodríguez Galindo; tres agentes del cuerpo:
Ángel Vaquero, Enrique Dorado y Felipe Bayo; y el gobernador civil de Gipuzkoa
Julen Elgorriaga. "Para mí lo más importante de la sentencia fue el hecho
de que se validara la verdad social de que Joxi y Joxean desafortunadamente
sufrieron y padecieron lo indecible antes de acabaran con su vida. Era una
verdad extendida y que clamaba a voces, pero que no se podía hacer nada porque
no teníamos ningún tipo de prueba", recuerda.
Sin
embargo, hay muchos aspectos del juicio que le dejaron una sensación agridulce.
"No se llegó a probar que se cometió el delito de torturas ni que los
condenados pertenecían a banda armada", explica y destaca que el
magistrado Joaquín Jiménez en la sentencia del Supremo aseguró que "se les
provocó la muerte dolosamente". "¿Cómo se puede no considerar probado
el delito de torturas cuando dices que se les provocó la muerte
dolosamente?", pregunta. Otro detalle, que califica de "error
histórico", es que no fueran reconocidos como víctimas de desaparición
forzada, porque, explica, el Código Penal español no tiene tipificado el delito
de desaparición forzada, "pese a todas las desapariciones forzadas en la
Guerra civil y la dictadura franquista". Por último, Zabala denuncia que
"a la hora de realizar la ejecución penitenciaria, no se tuvo en cuenta
para nada el dolor de las víctimas. En ninguna Constitución de ningún país, en
ningún Código Penal de ningún país, se permite que los condenados a penas
ejemplarizantes de 75 años de cárcel, no cumplan ni siquiera un año de pena
privativa de libertad y, en cambio, a las víctimas no las consideren víctimas
del terrorismo". "Lo más desestabilizador emocional es la impunidad
permanente de la que han gozado en todo momento los autores materiales e
intelectuales, incluso una vez condenados en sentencia judicial firme",
cuenta.
Esa
es ahora una de sus peleas: que se materialice el reconocimiento de la
condición de víctima del terrorismo de su hermano. La familia ha apelado, sin
éxito a Estrasburgo y al Constitucional, que denegó su petición con el voto en
contra de la magistrada Adela Asúa, porque, a su juicio, no se había tenido en
cuenta la presunción de inocencia. "Asúa dice: “La justicia se exige” y,
es de justicia que mi madre, Felipa Artano Sagastume, tras el fallecimiento de
su hijo, pueda disfrutar de los derechos que le asisten como víctima indirecta
de terrorismo", reclama Zabala. A día de hoy, trabaja en promover la
educación y cultura de derechos humanos, la construcción de paz, la rendición
de cuentas de los responsables, el acompañamiento psicosocial a personas que
han padecido una vulneración de Derechos Humanos en Euskadi. "Todas estas
acciones son requisitos necesarios si queremos garantizar el “nunca más”,
concluye.
Su
ejemplo en Estados Unidos
'Coming
back from the dead: Finding justice for Joxi – An interview with Pilar Zabala
Antano' es el título de la entrevista en profundidad que los profesores de
Darmouth College, Annabel Martín y Txetxu Aguado, realizaron a Pili Zabala para
el International Journal or Iberian Studies. Martín y Aguado son originarios de
la margen izquierda vizcaína, pero llevan años impartiendo clases en la
Universidad americana. De su juventud en Euskadi recuerdan "por
supuesto", el caso Lasa y Zabala, "por edad y porque los vivimos muy
directamente. En nuestros primeros años de de Universidad siempre nos
impactaron mucho". Con los años intentaron "dar forma teórica o
investigadora, a todos estos sucesos que nosotros llamamos de terrorismo de
Estado".
Al
conocer a Pili Zabala, decidieron que su ejemplo era trasladable a Estados
Unidos y podía interesar a los jóvenes de su universidad. "Nos interesaba
su trabajo sobre la desaparición forzosa y su reconocimiento en los códigos
penales, y sobre la reconciliación en la sociedad vasca, sobre la justicia
restaurativa. Trasladar estas nociones al contexto norteamericano, al contexto
de la lucha racial de este país" cuenta Martín. "Estados Unidos no es
una república inocente. Nuestros estudiantes saben que en Guantánamo se han
producido detenciones forzosas, desapariciones forzosas, torturas...",
explica Aguado, para quien lo que más llama la atención de los alumnos es el
concepto de justicia restaurativa y reconciliación, porque viven "en una
sociedad profundamente dividida y están acostumbrados a un sistema legal
punitivo, centrado en el crimen". El ejemplo de Zabala rompe esa
"lógica muy economicista, que no piensa en las necesidades de la víctima.
Y eso les abre un mundo y les afecta personalmente".
En
el mismo número de la revista, explica Martín, entrevistaron también a víctimas
de ETA, como Maixabel Lasa e Iñaki García Arrizabalaga. "En ellas he visto
cómo su propio proceso de recuperación personal exige entenderse en los ojos de
otra persona: entender, entenderse y verse en los ojos de sus
victimizadores", asegura Martín, para quien Zabala "levanta un espejo
en el que se tienen que mirar las instituciones. Es un espejo donde se necesita
por parte del Estado reconocer el terrorismo de Estado".
"Un
centro clandestino de detención en Donostia"
La
reflexión final de 'La ventana de la memoria' corre a cargo del forense
Francisco Etxeberria, el antropólogo forense que identificó los restos de Lasa
y Zabala. "¿Cómo es posible que en el centro de la ciudad Donostia
tuviéramos un centro clandestino de detención, que escapaba al control de
cualquier otra autoridad judicial? Eso ocurrió en el Palacio de la Cumbre, un
lugar de memoria", se pregunta.
Este
es el contenido íntegro de la conversación mantenida con Pili Zabala, Annabel
Martín y Txetxu Aguado
Link
entrevista:
https://cadenaser.com/euskadi/2024/10/14/caso-lasa-y-zabala-la-lucha-de-pili-zabala-por-la-exigencia-de-justicia-y-la-construccion-de-la-paz-ser-vitoria/
Opinión:
Solo una breve reflexión. He tenido la oportunidad de
hablar constantemente con Pili Zabala y también con Axun Lasa, incluso compartiendo
jornadas y conferencias varias. Por ejemplo, en el acto de homenaje por el 37
aniversario del atentado en Hipercor, del cual ya informé en este mismo blog.
Y cada vez que hablo con alguna de ellas, o con ambas,
estoy más convencido de la decisión que tomé un ya lejano septiembre de 2009.
Quien me conoce bien ya sabe a qué me refiero. Y el porqué
una de las razones tiene relación con el llamado “caso Lasa y Zabala”.
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