13
julio 2015
Reorganización
policial ante la alerta terrorista
Ertzaintza y Policía Nacional
perfilan sus estructuras en el nuevo escenario
Los recientes
atentados yihadistas ocurridos en Francia, Túnez y otros países hicieron que
España y, en cadena, el País Vasco elevaran su alerta antiterrorista hasta el
nivel 4 de 5.
En un reciente seminario sobre la materia organizado
en Bilbao por el Sindicato Unificado
de Policía (SUP), el
comisario de la
Policía Nacional José María Borja
Moreno fue claro sobre el riesgo que entraña también aquí
esta amenaza global: "No hay que vivir con psicosis. Pero mañana mismo, en
una iglesia [católica] de Bilbao, alguien se puede poner en la puerta y cortarle
el cuello a dos. España puede ser escenario de atentados".
Desde hace unos meses, desde que Daesh (el
autoproclamado Estado Islámico que no es más que una organización terrorista)
proclamó el califato y se unió en una pretendida guerra santa a Al Qaeda,
responsable del 11-S o del 11-M, las distintas fuerzas de seguridad se han
reorganizado internamente. La Ertzaintza, que hace nada se quitaba la pesada
carga de la amenaza de ETA y prometía korrikas o patrullas a pie, ha recuperado
los chalecos antibalas y las medidas de autoprotección (la antigua Instrucción
53 ahora es la Instrucción
79).
Asimismo, la Policía Nacional,
como adelantó EL MUNDO en marzo, ha creado dos nuevos grupos especializados en
islamistas radicales con personal antes centrado en ETA. La Guardia Civil y el Centro Nacional de
Inteligencia (CNI) también
trabajan la materia.
Los servicios de información de la Ertzaintza menguaron
considerablemente tras el final de los atentados de ETA, hecho público en 2011.
La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de
Heredia, en el cargo
desde 2012, priorizó el refuerzo de otras áreas. Se calcula que en la base
central de Erancio de la antigua Unidad de Información y Análisis (UIA), ahora
Oficina Central de Inteligencia (OCI), hay una quincena de especialistas en
terrorismo islámico, que tienen el apoyo de analistas de las tres delegaciones
territoriales de la OCI.
Esa avanzadilla analiza la información sensible que
llega a la Policía
vasca por distintas vías, trabaja la relación con los confidentes -esenciales
para conocer los movimientos en mezquitas muy concretas como el centro
salafista de Barakaldo y en otros puntos clave para la comunidad musulmana- y
coordina las posibles operaciones. El cambio fundamental respecto a la lucha
contra ETA es que la OCI
ya no contará con unidades de Investigación propias. Serán los equipos de
Investigación Criminal que habitualmente llevan casos de homicidios,
narcotráfico o crimen organizado los que trabajen sobre el terreno.
En la cúpula policial se apuesta por este modelo
porque el volumen de activistas relacionados con el yihadismo no tiene nada que
ver con las operaciones abiertas contra ETA y su entorno hace unos años. Entre
los integrantes de los servicios de Investigación Criminal, sin embargo,
denuncian que no se creen grupos especializados. "No puede ser que hoy
estemos con un 'narco' y mañana con un tema de éstos. No tenemos formación
específica", critica un agente afectado. En la Policía Nacional ,
la brigada de Información abarca todas esas funciones.
Lo que sí tiene continuidad respecto al modelo
anterior es el grupo ERLO,
encargado de hacer seguimientos a sospechosos. Tras el final de ETA, estos
ertzainas colaboraban también en otro tipo de casos. Es un grupo altamente
especializado. La estructura se completa con la Brigada Móvil y las patrullas de
Seguridad Ciudadana, que se encargan de realizar controles de
carretera y de tener bajo vigilancia los denominados como puntos
"estratégicos", los lugares susceptibles de ser potenciales objetivos
terroristas.
En este escenario, la coordinación policial resulta
esencial. ¿Es fluida entre laErtzaintza y las Fuerzas de Seguridad del Estado?
Desde el Gobierno vasco se ha denunciado que el Ejecutivo central no permita a la Policía autonómica acceder
a toda la información antiterrorista de relevancia. Desde el otro lado, se
denuncia que en la
Ertzaintza no hay voluntad de colaboración.
"Dos no toman un café si uno no quiere",
resume el comisario Borja para describir las relaciones existentes. Aunque es
cierto que en las últimas semanas ha habido contactos para analizar los niveles
de alerta, el mando de la
Policía Nacional constata las diferencias respecto a la
relación Estado-Cataluña. "Con los Mossos d'Esquadra, hay reuniones
trimestrales en Barcelona y Madrid", reseña.
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