02
noviembre 2015
“Siento no poder
reparar lo irreparable”
Carmen Gisasola (Markina, Biz-kaia, 1958) entró en ETA en
su juventud. Salió de prisión en 2014, tras cumplir 24 años de cárcel.
Carmen Guisasola (Markina, Bizkaia, 1958).
Entró en ETA en su juventud, durante la Transición. Pronto pasó a la
clandestinidad y según la policía alcanzó responsabilidades en la dirección de
ETA. Detenida en Francia en 1990, fue condenada por varios asesinatos. Fue
expulsada de ETA en 1998, estando en la cárcel, por cuestionar la actividad
terrorista. Fue pionera de la vía Nanclares de reinserción en 2008. Salió de
prisión en 2014, tras cumplir 24 años de cárcel. Guisasola narra a EL PAÍS su
evolución, desde su militancia a la disidencia en ETA. Y pide a la izquierda
abertzale que asuma responsabilidades políticas por su complicidad en la
actividad de ETA.
Pregunta. ¿Cómo una persona como usted entró
en ETA durante la Transición?
Respuesta. En mi juventud, en el ambiente en
que yo vivía era bastante normal meterse en ETA.
P. ¿Por qué?
R. Tras la Guerra Civil el franquismo
metió un miedo tremendo. ETA era la nueva resistencia y un reclamo para la
juventud. Se nos decía que íbamos a alcanzar la independencia y el socialismo.
Nos movíamos en un esquema simple, pensando que la revolución estaba a nuestro
alcance.
P. Sí. Pero de ahí a matar.
R. A escala mundial había un movimiento revolucionario,
guerrillero. Funcionaba el lema “el pueblo armado, jamás será aplastado”. No
estaba mal vista la lucha armada para la liberación de los pueblos. Hoy en día
el respeto a los derechos humanos y el derecho a la vida son incuestionables.
Ha habido un enorme cambio cultural.
P. ¿Cuándo se desmarcó de ETA?
R. Me expulsaron en 1998 por escribir
una carta pública con otros compañeros en una cárcel de Francia. Eran los
tiempos del Pacto de Lizarra y las negociaciones con el Gobierno de Aznar.
P. ¿Qué decía la carta?
R. Que ETA no se había sentado a
dialogar con una reflexión seria como en Irlanda, de dejar la lucha armada y
pasar a la política. Es más. La kale borroka reapareció con más fuerza. Se la
enviamos a la dirección y no nos respondió. La hicimos pública y nos expulsaron
por indisciplina.
P. ¿Cómo llegó a ser crítica con ETA?
¿Cuál fue su evolución?
R. Fue un proceso lento. Empecé con la
crítica política y luego llegué a la crítica ética. Empecé dudando de la
validez de la lucha armada. Vi que la democracia se asentaba en el Estado
español y que no había sitio para ella. Antes de pasar a la clandestinidad, ya
me había dado cuenta de que gente significativa que animaba la lucha armada, no
se comprometía con ella.
P. ¿Cómo vivió ETA en la
clandestinidad?
R. Conocí ETA por dentro y el mito se
esfumó. La gente pensaba que ETA era algo grande y era todo lo contrario. El
Estado era mucha más fuerte. El fracaso de las conversaciones de Argel en 1989
fue un punto de inflexión. Gente que votaba izquierda abertzale, nos empezó a
cerrar puertas y nos hacia más vulnerables para la policía. Hasta que me
detuvieron.
P. ¿En qué medida la cárcel influyó en
su alejamiento de ETA?
R. Cuando me detuvieron en Francia me
encontré en la cárcel con una militante del IRA, que me transmitió que ya
cuestionaban la vía violenta Con otra de las Brigadas Rojas italianas confirmé
lo que vi en ETA, que la disciplina era el valor absoluto. Las opiniones no
cuentan. Allí seguí la catástrofe de la estrategia de la socialización del
sufrimiento de ETA, a mediados de los noventa. Se abrieron brechas enormes en
la sociedad. Y pronto empezaron las ilegalizaciones.
P. Usted dice que tras la reflexión
política vino la ética.
R. Cuando hacíamos los atentados
éramos conscientes de que hacíamos daño. Por eso los hacíamos. Yo no quería
pensar en las consecuencias. Pero hubo un atentado que me afectó especialmente.
P. ¿Cuál?
R. El atentado contra Irene Villa.
Estaba en la cárcel y una amiga madrileña me dijo que no entendía que se
hubiera hecho aquella barbaridad en una niña de la edad que su hijo. Me afectó.
En esa época leí a Malraux, combatiente por la República española, que decía
que ninguna idea valía más que la vida de una persona. Comprendí que gente de
primera no se tomaba a la ligera el sufrimiento ajeno.
P. ¿Qué le diría a una víctima de ETA?
R. Que lamento no poder volver atrás
para que no hubiera sucedido. Siento no poder reparar lo irreparable. Pero a
las generaciones jóvenes tenemos que decirles que los autores de auténticas
burradas no éramos monstruos sino gente normal que estábamos en una vorágine
loca y abducidos por la idea de que la revolución dependía de nosotros.
P. Usted fue pionera de la vía
Nanclares en 2008.
R. Tras el fracaso de las
conversaciones de Loiola en 2006 y al conocer que ETA continuaba con la
violencia, el Gobierno socialista nos ofreció una salida condicionada al
abandono de la lucha armada, al reconocimiento del daño causado y a la
deslegitimación de la violencia para lograr objetivos políticos Sabíamos que no
iba a haber otra oportunidad.
P. ¿Para qué sirvió la vía Nanclares?
R. Me cuesta valorarla porque ha sido
una pena que este Gobierno no la siga. Pero fue positiva. Quiero resaltar la
reflexión crítica que hicimos y los pasos dados en pro de la convivencia por el
grupo denominado Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz.
P. Usted ha pasado 24 años en la
cárcel. Salió hace un año ¿Qué cambios ha percibido?
R. La sociedad ha pasado página y
tiene otros problemas. Para los jóvenes de hoy, ETA representa lo que para mí
la Guerra Civil. La juventud rechaza totalmente el uso de la violencia para
alcanzar fines políticos. Es un fenómeno mundial. Existe mayor sensibilidad
hacia los derechos humanos.
P. ¿Se ha adaptado a la vida normal?
R. No tengo problemas para estar con
la gente. Mi vida ha ido a salto de mata, empezando de cero. No es fácil. Pero
es lo que quiero y me siento fuerte.
P. ¿Cómo le han acogido en su pueblo?
R. Bien. Los principales problemas los
tuve, estando en la cárcel, cuando rompí con el colectivo de presos de ETA. Me
hicieron pintadas en mi pueblo.
P. Hace más de un año que el colectivo
de presos de ETA anunció que asumía la legalidad penitenciaria. Pero no se ha
hecho nada. ¿De quién es la responsabilidad?
R. Los presos están a la espera de las
directrices de fuera. Es difícil interiorizar que tu salida va a ser por la vía
legal cuando te han dicho que ibas a salir por una negociación. La izquierda
abertzale tiene que coger las riendas por la responsabilidad política que le
corresponde. Ellos aceptaron la legalidad en sus estatutos para volver a las
instituciones. Los presos también tienen que asumir la legalidad y la izquierda
abertzale se tiene que comprometer.
P. ¿Cree que la izquierda abertzale
reconocerá su complicidad con el daño causado por ETA?
R. El sufrimiento que hemos generado
está reconocido. Tenemos que admitir que fue injusto. Está pendiente en la
izquierda abertzale y ETA. La izquierda abertzale debe asumir responsabilidades
políticas. No todo acaba con los autores materiales. Hubo gente que teorizó
sobre la lucha armada, pero escudándose en no practicarla, hoy está sentada en
puestos relevantes ¿Resulta que ahora no va a ser responsable? ¿Tampoco el que
pasó información? ¿Van a abandonar a los presos a su suerte?
P. ¿Qué consecuencias tendría que no
asumieran responsabilidades?
R. Las víctimas van a quedar
decepcionadas porque van a ver cómo salen los presos y son bien acogidos en sus
pueblos. Y los familiares de los presos que siguen en la cárcel
responsabilizarán a las víctimas de la situación de sus familiares.
P. ¿No cree que ETA tiene más
responsabilidad que la violencia parapolicial por el apoyo político que tuvo?
R. La violación de los derechos
humanos es la misma, sea ETA o GAL. Pero ETA ha creado mucho sufrimiento al
tener mucho apoyo político. Por eso extiendo la responsabilidad a la izquierda
abertzale. Pero el PSOE tampoco tiene las manos limpias con lo del GAL. Hoy ETA
ya no representa nada. Pediría su desaparición. Favorecería a los presos.
P. ¿Cómo se ve usted?
R. Miro hacia atrás y reconozco que lo
que hice estuvo mal. Esa mirada no la tuve entonces. Desgraciadamente, pasó y
no se puede cambiar lo que pasó. Dentro de unos años todos pensaremos, menos
algún rezagado, que nunca debió existir violencia en Euskadi.
Opinión:
Difícil decisión tener que plasmar la opinión como victima
cuando hablamos de una terrorista. Dejando a un lado la contundencia de las
condenas (le fue aplicado el Código Penal de 1973), al menos se ha conseguido
que un grupo de miembros de la banda terrorista hagan lo que muchas victimas
les hemos exigido durante años que hicieran: reconocer el daño causado y la
estupidez de los actos que cometieron. Puede que algún bobalicón aparezca
diciendo que el castigo es mínimo y no le faltara razón; el problema es que ese
castigo es el que marca la ley y jamás por mi parte ni por parte de muchas
victimas hemos pensado y menos reclamado que la ley deba ser incumplida.
Dicho esto, es innegable que poder ver a asesin@s
reconociendo lo inútil de su "lucha" y de su existencia, me
reconforta y me hace ver que se ha conseguido el objetivo de muchas victimas:
que l@s asesin@s pertenecientes a una banda terrorista hayan pagado por sus
atentados y hayan reconocido el dolor causado.
Pero no podemos desmerecer algunos datos. Lo importante es
que existan miembros (o exmiembros, me da igual) que sean capaces de decir
públicamente que hay quien tiene una responsabilidad por lo ocurrido, a nivel
político.
Por cierto, un detalle: ¿negociaciones con el Gobierno de
Aznar en 1998?
Lo que hoy se publica en el diario El País me reafirma,
todavía mas si cabe, en lo acertado de mi decisión al aceptar el encuentro de
carácter “reparador” con Rafael Caride Simón.
Otros que me acusaron de aceptar ese encuentro no aportan datos que les
tocan muy de cerca… todo saldrá algún día. Y será divertido…
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