01 julio 2019
Muere a los 73 años el exfiscal Eduardo Fungairiño
Sus 26 años en la Audiencia Nacional se saldaron con elevadas penas para
los terroristas de ETA y numerosas actuaciones polémicas
Eduardo Fungairiño Bringas (Santander, 73
años) exfiscal de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo,
ha muerto este domingo por los problemas cardiacos que arrastraba desde hace
tiempo, según han confirmado fuentes de la Fiscalía General del Estado. En silla de
ruedas desde los 19 años por un accidente de tráfico que le causó una
paraplejia, su actuación, mucha veces polémica, estuvo definida por su rebeldía
ante las órdenes de sus superiores y la dureza en sus peticiones de pena a
terroristas. La primera le terminó costando finalmente el puesto. La segunda le
llevó a pedir –y conseguir- condenas de miles de años para algunos de los
dirigentes etarras más destacados, como José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri; Francisco Múgica
Garmendia, Pakito; o Santiago
Arróspide, Santi Potros, pero también para
convertirse en objetivo de la organización terrorista en varias ocasiones. En
1990, la banda le envió un paquete bomba que pudo ser desactivado. El año anterior
había visto como ETA asesinaba en Madrid a su compañera en la fiscalía Carmen
Tagle, con la que estaba muy unido.
Con una memoria privilegiada
-que le habían convertido en “un archivo andante” en palabras de los que
trabajaban con él, por su capacidad para recordar nombres, alias y todo tipo de
datos de las causas que llevaba-, Fungairiño comenzó a ejercer como fiscal en
1973 en Barcelona y siguió siéndolo hasta su jubilación en mayo de 2018, ya
como fiscal de Sala del Tribunal Supremo. Sin embargo, donde consiguió renombre
fue en la Audiencia Nacional ,
a la que llegó en febrero de 1980 y donde se mantuvo durante 26 años, los
peores del terrorismo de ETA, pero también de los GRAPO y el yihadismo. Allí
fue el fiscal delcaso
del síndrome tóxico, el mayor envenenamiento masivo de la historia
de España que produjo más de 500 muertos y 25.000 afectados. Fungairiño
solicitó elevadas penas de prisión para los industriales aceiteros responsables
y reclamó para las víctimas indemnizaciones económicas muy superiores a las que
por entonces, 1987, concedían habitualmente los tribunales.
Sin embargo, su fama vino por
sus acusaciones en los juicios de terrorismo y por sus polémicas. Él fue el
instigador de la denominada rebelión de los indomables, la sublevación de cinco fiscales de la Audiencia Nacional contra el que entonces era su máximo responsable,
José Aranda, después de que este presentase la querella contra el banquero
Mario Conde por el caso Banesto. La polémica se saldó con la salida del puesto
de Aranda y un expediente para los rebeldes, pero no para Fungairiño. Sí se le
abrió, sin embargo, tiempo después por ocultar pruebas en el sumario por el
atentado que sufrió en 1995 José María Aznar, entonces líder de la oposición, a
manos de un comando de ETA. Fungairiño, teniente fiscal en aquel momento, había
apoyado la decisión de la fiscal del caso, María Dolores Márquez de Prado, de
no aportar a la causa una prueba pericial que exculpaba al etarra Mikel
Azurmendi, Hankas, de su participación en el atentado.
Por ello fue expedientado por
falta muy grave, lo que no impidió que fuera propuesto para ocupar el cargo de
fiscal jefe hasta en tres ocasiones por el entonces fiscal general Jesús
Cardenal. En las tres, obtuvo cero votos en el Consejo Fiscal. El rechazo no impidió
que Cardenal lo propusiera para el cargo al Gobierno del PP. La decisión
provocó un auténtico terremoto en el Ministerio Público que convirtió su toma
de posesión en mayo de 1997 en un cúmulo de ausencias de protesta. Allí se
mantuvo en el mismo hasta 2006, cuando el en aquel momento fiscal general,
Cándido Conde Pumpido, le forzó a renunciar al puesto tras meses
de desencuentros y sucesivos incumplimientos por parte de Fungairiño de sus
instrucciones. Pasó a la fiscalía del Tribunal Supremo, donde ejerció su labor
hasta que se jubiló hace ahora 13 meses.
Atrás dejaba numerosas
polémicas intervenciones tanto en los tribunales como fuera de ellos. En julio
de 2004, con España aún impactada por los atentados del 11-M, Fungairiño saldó
su comparecencia en la Comisión parlamentaria que investigaba la
masacre yihadista con un cumulo de respuestas evasivas que provocaron el
estupor de los diputados. El entonces fiscal jefe de la Audiencia Nacional mostró aquel día un sorprendente
desconocimiento de la causa y restó valor a pruebas, como la cinta de casete
con versos coránicos encontrada en uno de los coches de los terroristas, que
apuntaban ya desde el primer día a la autoría islamista de los ataques. Incluso
no descartó una posible colaboración de ETA con Al Qaeda y negó cualquier
relación entre el 11-M y la invasión de Irak porque los terroristas "no
necesitan motivos ni detonantes".
Además, Fungairiño se opuso a
que los delitos de genocidio cometidos en los años 70 durante la dictadura de
Argentina fueran juzgados en España al considerar que no constituían
terrorismo. Tampoco quiso que se investigase en la Audiencia Nacional el accidente del Yak-42 que costó la
vida en 2003 a 62 militares españoles. En ambos
casos, fue obligado a rectificar. En febrero de 2018, un mes antes de
jubilarse, concedió una entrevista a El Español, en la que se mostró partidario de
instaurar la cadena perpetua y de ilegalizar los partidos independentistas.
Tras su salida de la fiscalía, colaboraba con una ONG, aunque su delicado
estado de salud le había hecho permanecer hospitalizado en los últimos meses,
hasta su fallecimiento este domingo.
Opinión:
Asistí a mi primer juicio
contra la banda terrorista ETA en octubre de 1989... pensando que era el juicio
por mi atentado, el de Hipercor... pero me encontré que era el de un atentado
anterior, el del 2 de abril de 1987 que causó la muerte del civil Joan
Fructuoso Gómez y heridas a varios guardias civiles (el objetivo real del
coche-bomba).
Me quedé unos días más en
Madrid para asistir al de Hipercor.
Pasaron los meses y contacté
con la Asociación
de Víctimas del Terrorismo... la antigua, evidentemente...
Y fue a partir de marzo de 1990
cuando empecé a asistir a otros juicios contra bandas terroristas... ETA,
Grapo, Terra Lliure... y en muchas de estas ocasiones me encontré con Eduardo
Fungairiño con quien tuve una relación muy cordial...
Aprovecho a decir que me
sorprende ver que hoy aparecen personas hablando de Eduardo Fungairiño a las
que jamás vi en juicio alguno... ni tan siquiera en la puerta de la Audiencia Nacional
mostrando su apoyo a las víctimas que, en aquellos años tan duros, nos jugábamos
el físico defendiendo los intereses de cientos de víctimas absolutamente abandonadas.
Cuando leo según qué memeces,
no tengo mas remedio que llamar a los compañeros de la antigua AVT y echarnos
unas risas sarcásticas...
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