02 julio 2019
Víctimas de ETA y de la violencia estatal dialogan para
mitigar su dolor
"Estos encuentros fáciles no son. A mí me dejan
agotada", resopla Rosa Lluch, hija del exministro asesinado por ETA Ernest
Lluch, a dos sillas de distancia de Axun Lasa, hermana de Joxean Lasa,
torturado y luego enterrado en cal viva por los GAL, que a su turno apunta:
"A mí me ha llegado muy dentro del alma. Me da fuerzas para seguir porque
es el único camino".
El Colegio de Periodistas de Barcelona ha acogido este
martes un encuentro entre víctimas del terrorismo de ETA y de dos violencias de
Estado distintas: los asesinatos de los grupos parapoliciales de los GAL y la
represión de la conocida como "matanza del 3 de marzo", que dejó
cinco muertos y un centenar largo de heridos durante el transcurso de una
huelga general en Vitoria en 1976.
A la derecha del moderador se encuentran Roberto Manrique,
que sobrevivió al atentado de ETA en el Hipercor de Barcelona en 1987, y Axun
Lasa; a la izquierda, Rosa Lluch y Andoni Txasko, golpeado por la policía ese 3
de marzo hasta el punto de perder casi de forma total la visión.
El Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) ha organizado junto
al Foro Social Permanente de Euskadi este "diálogo público" entre
"víctimas de ETA y del Estado", el primero que se celebra en Cataluña
siguiendo iniciativas similares llevadas a cabo en Euskadi.
El debate de esta tarde ha sido el colofón a dos días de
agenda apretada: una reunión en el Parlament junto a representantes de todas las
fuerzas excepto Cs y el PPC, que declinaron participar, y dos almuerzos
-"muy buenos", apuntan los comensales- que sirvieron para romper el
hielo entre estas víctimas de índole diversa.
Manrique, en la mesa redonda, reivindica que "las
víctimas de otras actividades delictivas que han hecho tanto daño merecen los
mismos derechos" que quienes sufrieron el terrorismo de ETA.
Unas palabras que agradece Txasco, que señala que "ha
sido liberador poder compartir" experiencias, escuchar y ser escuchado, y
asegura que "todas las vulneraciones de derechos humanos deben ser
reconocidas por igual": "Si así hubiera sido, la empatía y el
acercamiento entre las víctimas habría sido mucho mayor".
Concuerda Lasa, que con un nudo permanente en la garganta
llama a "salir del entorno cómodo en el que nosotros tenemos siempre toda
la verdad" y a compartir experiencias y dolor porque "a veces tienes
que hacer cosas que te resultan difíciles" pero que resultan necesarias,
remata Lluch.
Además de los cuatro protagonistas, entre el público
escuchan atentas víctimas de los recientes atentados de Las Ramblas, de otros
de los Grapo y de grupos de extrema derecha, todas ellas con penas parecidas en
el fondo del alma.
"La sintonía y la empatía entre víctimas es necesaria.
El dolor y el sufrimiento es igual para todas las víctimas", resume
Txasko, que además apunta hacia las diversas instituciones del Estado y
reivindica: "A igual vulneración, igual trato y reparación".
Acaba la mesa redonda. Emoción, dolor -aunque
"mitigado"- y cansancio: tres en uno para estas víctimas de
sufrimientos similares procedentes de orígenes distintos, más cercanas hoy las
unas de las otras tras mirarse a los ojos y escucharse.
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