30 mayo 2015
Amedo, junto
a las víctimas de los GAL
Anteayer me llamó José Amedo, condenado a 108 años de cárcel por su
pertenencia a los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), y me preguntó o
pidió si lo acompañaba a un acto que organizaba la Parroquia San Carlos
Borromeo de Entrevías (Madrid) por la
Paz y la convivencia en Euskal Herria. También me dijo que
habría víctimas de ETA y de los GAL, que él quería estar, dar un paso y
demostrar que “la reconciliación es posible”. Y apostilló: “Quiero hacer
público, con mi presencia, que renuncio al pasado”. Dije “sí, te acompaño”.
Ayer, a las 10.30 horas, Pepe, como lo llamamos
todos sus conocidos, ya estaba en el lugar acordado, Auditorio Marcelino
Camacho. Y todas las miradas, las de las víctimas y familiares que sufrieron
los atentados de los GAL, y los otros, los que padecieron el horror de ETA,
centraron su atención y comentarios sobre el ex subcomisario de Policía.
También las cámaras, los focos y las grabadoras de los compañeros periodistas
buscaron la imagen, impoluta del que fuera capataz del GAL azul, el de la Policía.
Amedo, siempre a mi lado, se sentó en la tercera
fila del auditorio. Y, como me prometió, no habló y no intervino; sólo quería
estar ahí y reconocer, asumir los errores del pasado. Desde la mesa central,
que moderó la periodista Angels Barceló y donde estaban entre otros Axun Lasa –hermana
de Josean, asesinado por el GAL verde y enterrado en cal viva–, Karmen Galdeano
–hija de Xabier Galdeano, ejecutado por el GAL azul–, Rosa Rodero –viuda de
Joseba Goikoetxea, matado por ETA–, se evocó en dos ocasiones el nombre de José
Amedo, ninguna en sentido negativo ni despreciativo. Fueron el actor Carlos
Olalla y Rosa Rodero quienes lo hicieron para reconocer el paso dado por el ex
galoso.
Amedo, algo nervioso, escuchó con suma atención la
intervención de Karmen Galdeano, hija del periodista del diario Egin asesinado
el 30 de marzo de 1985 en San Juan de Luz por los GAL. Pepe asumía con su
cabeza las palabras de Karmen y, cuando terminó, se sumó, como uno más, a los
aplausos de reconocimiento del público.
Karmen Galdeano, a la que conozco desde que cubrí el
juicio que se celebró en Pau en 1987 contra el comando que eliminó a su padre,
me dijo tras saludarnos y antes de que comenzara el acto que, pese a asumir que
estuviera Amedo, no le gustaría que interviniera. El ex policía no intervino y
Karmen me lo agradeció. Fue un paso, pequeño, hacia esa difícil y complicada
convivencia.
Axun Lasa recordó, mirando hacia el sitio que ocupaba
Amedo, que a su hermano, José Antonio, lo asesinaron en octubre de 1983 junto a
José Ignacio Zabala y que a los dos los enterraron en cal viva. En ese momento,
el ex subcomisario, que siempre estuvo a mi lado, tragó saliva y jugó, de puro
nervio, con sus manos.
Las horas pasaban, el acto terminó a las 14.00 y
Pepe tan sólo se levantó en una ocasión para fumarse un pitillo, un Ducados.
Después, con toda discreción y sin querer ser protagonista de nada, se retiró y
en la puerta del auditorio se fumó dos más.
Fue un día difícil, complicado, lleno de tensión y
nervios, pero se dio un nuevo paso por la paz y la convivencia. Y fue la
primera vez que un ex miembro de los GAL asumió y reconoció ante las víctimas
sus errores. Me dijo: “Para pasar página hay que escribir la Historia y siguen faltando
los autores intelectuales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario