16
noviembre 2015
El control de armas y
explosivos en España, claves para combatir el terrorismo
En nuestro
país aún no se han formado los guetos musulmanes de París o Marsella
Por qué Francia se ha visto sacudida en lo que va de
año por una docena de ataques
terroristas, cometidos por células que portaban kalashnikov y
explosivos? Y, ¿por qué España, de momento, se ha librado de este tipo de
atentados, pese a estar también en el punto de mira del Estado Islámico y Al
Qaeda? Los expertos no encuentran una respuesta precisa, más allá de que la eficacia de las Fuerzas de
Seguridad da sus frutos pero, eso sí, advierten de
que nuestro país puede ser en cualquier momento escenario de atentados.
En medios de la lucha antiterrorista se recuerda que
España se enfrenta a un nivel de amenaza
de atentado yihadista similar al de otros países de Europa, lo
que incluye a Francia. En primer lugar, porque se trata de un país ocidental, y
lo que pretenden el autodenominado EstadoIslámico (EI) y Al Qaida es
desestabilizar para luego liquidar las democracias. En el caso de España, el
riesgo se incrementa por la vieja reclamación de Al Andalus, además de Ceuta y
Melilla. Los dirigentes yihadistas también reprochan la gran eficacia mostrada
por las Fuerzas de Seguridad, traducida en 60 individuos
detenidos en lo que va de año.
Y tienen sus motivos, porque lo cierto es que varios
de los 26 operativos
desarrollados en 2015 han permitido frustrar varios planes para
atentar en próximas
fechas en España. En una de las comunicaciones interceptadas a los tres
individuos arrestados en Madrid hace escasas semanas se aseguraba que ya había
llegado la hora de atacar nuestro país. En los nueve primeros meses de este
año, los dirigentes de Estado Islámico y de Al Qaida han lanzado una decena de
amenazas directas contra España, con referencias a salir a las calles de Madrid
empuñando cuchillos. El retornado de Siria detenido en junio en Varsovia, con
información aportada por la
Guardia Civil , tenía la misión de preparar atentados en conciertos
de rock. Al parecer
en España, donde había residido durante cuatro años.
En fin, estamos en la diana de los grupos
yihadistas, lo que justifica que los expertos recomendaran al Ministerio del
Interior activar el nivel 4 de alerta por riesgo alto de atentado. Los expertos
tienen la percepción de que, además de la eficacia, «estamos teniendo suerte».
Pero la suerte del que trabaja constantemente, sobre todo en labores de
inteligencia y prevención, porque para combatir el terrorismo yihadista es vital la anticipación. Son individuos imprevisibles, a los
que basta con disponer de un arma para atacar. Para atentados indiscriminados,
y sin importarles un plan de huida, no necesitan muchos preparativos.
Resulta importante, también, el hecho de que, al
menos de momento, en España no se ha llegado al asentamiento de guetos con población musulmana hacinada,
como ha ocurrido en Francia durante los últimos años. Y no solo en barrios
desfavorecidos de París, sino también de importantes ciudades como Marsella, Lyon y Estrasburgo.
El coctel
suburbios-paro
El departamento de Seine-Saint-Denis, en los
suburbios al norte de París, es un claro ejemplo. Allí se hacina un elevado
número de musulmanes, que no acaban de integrarse en la sociedad francesa, con
una alta tasa de
desempleo, que alcanza hasta el 30 por ciento. Muchos son ya
inmigrantes de segunda y tercera generación. El nombre Mohamed es el más
extendido en Seine-Saint-Denis y en Marsella. Paro, desarraigo, incierto
futuro...Muchos jóvenes y adolescente que han crecido en estos suburbios no
necesitan experimentar un proceso de radicalización a través de internet o
visitando la mezquita de un imán integrista. Los graves disturbios registrados
en Saint Denis en 2005, y que en años sucesivos han tenido algún rebrote, deja
al descubierto un terreno abonado.
El caso es que mientras en Siria e Irak hay unos 130 combatientes procedentes
de España, los que han partido de Francia superan el millar.
Es similar la proporción de quienes, tras permanecer unos meses en aquellas
zonas, regresan a sus países de origen. Es decir, si a nuestro país han
retornado unos 13, al vecino país han vuelto, en principio, cien.
La mayoría de los yihadistas que han atentado en
Francia tienen la
nacionalidad gala, porque son hijos e incluso
nietos de inmigrantes. Esto dificulta las investigaciones. Algunos de los
autores de los últimos ataques en París estaban catalogados como «radicales»,
pero eran ciudadanos franceses con todos sus derechos y, por tanto, con solo
ese indicio no se les puede intervenir el teléfono o hacer un seguimiento más
exhaustivo.
Tras los atentados del 11 de
marzo de 2004 España mejoró, y mucho, todo lo relativo
al control de explosivos, para evitar su robo en canteras y minas. Pero de
antes ya tenía experiencia en el control de armas. ETA las adquiría en el
mercado negro que existía en el eje Amberes-La Haya-Bruselas o en el este de
Europa. También se las fabricaba en bases instaladas en Francia y más
recientemente, cuando necesitó suministrarse de más, las robó en el vecino
país. Y no en España, salvo casos aislado en la década de los ochenta. Francia,
por el contrario, tiene un grave problema con un mercado negro que gira en
torno al crimen organizado
instalado en Marsella y su zona de influencia. No es difícil
hacerse allí con fusiles de asalto.
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