11 noviembre 2016
Un ejército
terrorista amenaza a la UE
Para el director de
Europol estamos pasando de la
Unión de la economía a la de la defensa y la justicia
Es probable que la dimensión de las implicaciones que
suponía la noticia no se apreciara en toda su magnitud. El asunto no centró las
tertulias, ni suscitó los comentarios que a priori se suponía que provocaría y,
sin embargo, el director del Centro Europeo contra el Terrorismo de
Europol, el coronel de la Guardia Civil Manuel Navarrete, lo expuso
abiertamente la mañana del miércoles 26 de octubre. Lo hizo durante una reveladora
jornada sobre terrorismo auspiciada por Eurocop –la organización sindical
europea de policías– celebrada en Barcelona por ser anfitrión el sindicato de
Mossos d’Esquadra SPC, miembro fundador de esta agrupación. El director
policial dijo: “El Centro Europeo contra el Terrorismo de la Unión Europea tiene
fichadas a 65.000 personas vinculadas al terrorismo yihadista. El dato surge de
la suma de informaciones facilitadas por las policías de los 28 estados
miembros de Europol más los de otros 13 países asociados”.
Poco antes, el magistrado belga
Paul van Tigchelt, nuevo patrón de la
Ocam , el Organismo de Coordinación para el Análisis de la Amenaza , había explicado
que la célula yihadista autora de los atentados de París y Bruselas se componía
de un total 30 terroristas, sumando los de acción y los destinados al apoyo
logístico. Una cifra que se repite cuando se trata de grandes atentados, como
los de Atocha (Madrid) en el 2004, los de Londres del 2005 o los ya enunciados
de Francia y Bélgica del año pasado.
La primera ecuación que surge de estos datos es evidente.
Basta dividir el número de fichados por 30 y resulta que en Europa pueden
surgir en cualquier instante más de 2.000 comandos yihadistas de gran calado.
Pero, antes de seguir, una salvedad: las cifras, que proceden del fichero de
Europol de nombre Hydra, hablan de sospechosos con un perfil similar al que tenían
los autores de los atentados cuando aún no los habían cometido. Es decir, que
desde el punto de vista legal estamos ante un contingente de personas que
podría llegar al terrorismo. Hecha la observación,la segunda consecuencia de
las reiteradas fichas también es evidente: Europa está ante la amenaza
potencial de un ejército de terroristas nunca visto ni imaginado ya que su
número supera la suma de todos los grupos terroristas históricos tales como
ETA, el IRA, las Brigadas Rojas, los Grapo y la Fracción del Ejército
Rojo, juntos. Además, mientras los grupos clásicos eran de ámbito local, el
yihadismo es una amenaza global, sin fronteras, que alcanza a toda la Unión Europea por
igual.
Lo más acertado es tomar estas
cifras como el termómetro de una amenaza que no cesa de aumentar. Sea como
fuere, es un concepto admitido y asimilado por las policías europeas que la Unión se encuentra ante la
mayor, al menos en número, coacción terrorista de su historia.
Sin embargo, paradójicamente, la
situación ha acarreado algunas consecuencias que pueden considerarse positivas.
Y es que en los despachos de la UE
ya se habla de coordinación policial y legal en unos términos hasta ahora sólo
reservados para los grandes temas económicos. En palabras del coordinador de la
lucha antiterrorista, “estamos pasando de la Europa de la economía a la de la defensa y la
justicia”. No hay duda. Sólo hay que escuchar a los distintos responsables de
las policías europeas para comprobar que la afirmación es compartida por todos
ellos en busca de soluciones políticas y legales que propicien la mejor
colaboración entre policías para luchar contra un enemigo común.
Sobre la mesa del debate hay dos
modelos policiales, siendo cualquiera de ellos de urgente implantación pese a
su complejidad, que supone intromisión en las soberanías de los estados
miembros. Un modelo, que a estas alturas casi se presenta como perdedor, toma
su inspiración de la policía federal de Estados Unidos –el FBI–, mientras que
el otro deja las cosas como están pero con nuevos mecanismos de cooperación
policial automática. Esta última opción es la que a fecha de hoy puede llevarse
el gato al agua. La primera propuesta, la del FBI, consistiría en una única
policía europea con capacidad de actuar por toda la Unión para perseguir terroristas.
Su idea fuerza es “si ellos no tienen fronteras para matar, nosotros tampoco
para atraparlos”. Pero el modelo presenta graves problemas de homologación
legal. Por ejemplo, en caso de detención, ¿a disposición de qué tribunal
pondrían a los arrestados? o ¿cómo se acomodaría el FBI europeo a las
diferentes legislaciones de los estados miembros? En cambio, la agilización de
la colaboración entre unidades antiterroristas de todos los miembros de la UE y asociados mediante un gran
organismo de coordinación inmediata y permanente puede ser la solución que
buscan los agentes. Mientras tanto están Europol e Interpol, pero sin la
agilidad ni competencias que exige la actual amenaza. Hay mucho de buena
voluntad policial aunque por fin se hable de la Europa de la Seguridad , como otra
medicina para contrarrestar el avance de los partidos xenófobos o fascistas que
usan el miedo para afirmarse.
El asunto está muy vivo y mientras
miramos las derrotas yihadistas en Mosul y Raqqa otra rama del yihadismo se
rearma rabiosa. El Estado Islámico (EI), a pesar de los reveses militares,
mantiene su capacidad de propaganda y de inspiración de ataques terroristas en
todo el mundo. Hace poco, Richard Clarke, el alto asesor acerca de terrorismo
de tres presidentes norteamericanos, públicamente conocido al saberse que poco
antes del 11-S advirtió a la Administración Bush del riesgo que suponía Al
Qaeda, ha dicho: “La amenaza es en realidad ahora peor. Ha hecho metástasis y
se ha extendido geográficamente... y eso es mucho más grande que cualquier cosa
que tuviéramos hace 15 años”.
La incógnita de Donald Trump y su
casero atlantismo puede acelerar el debate y el estudio en marcha hacia un
deseado Ejército Europeo. Claro que los analistas del Pentágono intentarán que
Europa pague su Defensa, pero al mismo tiempo que no cree unas Fuerzas Armadas
Europeas que compitan con ventaja en el control del Mediterráneo, del Atlántico
y de sus áreas de influencia. Ni Rusia ni Estados Unidos están por esa labor y
a ninguno le hace gracia que a Europa le crezca un músculo defensivo que les
marque límites. Pero ese es otro tema que se debate en otra mesa europea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario