05 abril 2024
Cataluña y los catalanes
Mariano Berges
Algunos ya estamos hartos de la identificación de Cataluña con la totalidad de los catalanes, santo y seña de los separatistas catalanes. Los catalanes, como todos los habitantes de todas las CCAA, son de todos los pelajes políticos y culturales, y tienen nociones distintas sobre Cataluña y tratamientos políticos distintos para Cataluña.
Cataluña (el conjunto de todos los catalanes) es una parte muy importante de España: supone el 20 % de la economía española y es la segunda comunidad más poblada después de Andalucía. Y siempre ha sido muy querida por el resto de los españoles, a pesar de los brotes separatistas en momentos históricos concretos. Los españoles queremos tanto a Cataluña que no deseamos que se separe y haremos todo lo posible para que así sea.
La situación actual, desde 2017, es uno de esos momentos de exacerbada sensibilidad independentista por parte de algunos catalanes. Cierto que, en estos últimos años, tras los indultos a los líderes del intento separatista de 2017, ha habido un desinflamiento y la situación se ha normalizado bastante. Tan es así que la ley de amnistía, en trámites de aprobación, no existiría si los 7 votos de Junts no hubiesen sido necesarios para la investidura de Sánchez. Y ésta es una cuestión ya muy debatida desde las elecciones del 23J, por lo que no me parece oportuno entrar en ella. Aunque sí mencionaré algunos matices que pueden ser interesantes de cara a las elecciones del 12 de mayo en Cataluña.
En los próximos comicios hay tres líderes importantes: Illa, Aragonès y Puigdemont, citados en el orden preferencial de las últimas elecciones. Los tres representan distintas propuestas e intereses, según ya han declarado ellos mismos. Illa, socialista, se autopresenta como el único que garantiza que los catalanes pasen página de lo acontecido en los últimos años, que abandonen la retórica épica del separatismo y que se dediquen a las cosas, o sea, a gobernar, o lo que es lo mismo, que los catalanes aspiren a que su Estado de bienestar sea lo más pujante posible. Puigdemont, líder de una fuerza derechista como es Junts, apela a la vieja retórica caudillista y separatista, sin mencionar para nada cómo sería su gobierno, ya que no aspira a gobernar sino a trabajar en favor de la independencia de Cataluña. Insiste en «lo volveremos a hacer». Y dejo en tercer lugar a Aragonès, líder de ERC, porque presenta un discurso ambiguo en el que habla algo de gestión, pero también declara su «lo volveremos a hacer», que plasma en su reivindicación del referéndum de autodeterminación. Su informe presentado este martes 2 de abril, justificando la constitucionalidad de un referéndum consultivo sobre la independencia de Cataluña, así lo atestigua. Pero el artículo 92 de la CE que esgrimen lo manipulan, y esconden que el único sujeto político para decidir sobre España es el conjunto de todos los españoles. El discurso de Aragonès es difícil, pues ERC es un viejo partido nacionalista que quiere pasar al ámbito de la gestión, pero teme que se le escapen muchos votos independentistas por no subrayar suficientemente ese referéndum de autodeterminación. Poco confían en la racionalidad de los catalanes.
A esos tres líderes citados, habría que añadir un cuarto, que no es otro que el omnipresente Sánchez, sin cuya ley de amnistía todo hubiese sido distinto. ¿Qué habría pasado si, tras el 23J, se repiten las elecciones generales, despreciando los 7 votos de Junts? ¿O no estando dispuesto a pagar con algo que no le pertenece, como es la unidad territorial y la igualdad de los españoles? No lo sé. Lo que sí sé es que no hubiese habido esta esquizofrenia nacional que afecta al presente y futuro de España y a la identidad del propio PSOE. Si ya había polarización en nuestro país desde el 11M de 2014, con el intento separatista de 2017 se acrecentó, y con la ley de amnistía se incrementó todavía más. Si la amnistía hubiese sido con el objetivo de pacificar la situación catalana, podría haber estado justificada. ¿Pero era ese el objetivo? ¿O era la investidura de Sánchez, ahora con el argumento añadido de que no gobierne la extrema derecha? La postura del PSOE de Sánchez no está nada clara, aunque la del PP de Feijóo, vistas las primeras medidas de sus gobiernos autonómicos, todavía están menos claras. ¿O sí lo están? Posiblemente, la Cataluña que aparece tras los indultos hubiese sido suficiente para el apaciguamiento catalán, pues se demostró que el Estado español es demasiado fuerte para que un intento separatista sea posible. Lo que no entiendo es que las soflamas indepes sigan arraigando en los corazones catalanes. Yo pensaba que eran más inteligentes y no tan crédulos con unos dirigentes que enmascaran sus intereses y sus corruptelas en el engaño-promesa de una independencia inviable y que, además, no produciría un mayor bienestar en sus vidas.
Opinión:
Dice el señor Berges que “Algunos ya estamos hartos de la identificación de Cataluña con la totalidad de los catalanes”. Pues bien, como catalán que soy, puedo entender su reflexión… pero reconocido esto, me gustaría aprovechar el espíritu de esa frase concreta para recordar que no me consta que ni el señor Berges ni nadie haya dicho nunca que “algunos ya estamos hartos de la identificación de las víctimas del terrorismo con la totalidad de lo que dice un partido político concreto”.
Se entiende que generalizar no es bueno. Tampoco lo es meter a todos en el mismo saco…
Creo que la metáfora (o la comparación) se entiende a la primera.
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