12
abril 2024
«La
tortura de Estado se reconoce de forma global, pero no a cada una de las
víctimas»
El
festival de Cine y DD HH que arranca este viernes proyecta 'Indarkeriaren
oi(h)artzunak', donde Amaia Merino y Ander Iriarte abogan por el derecho «a que
se conozca la verdad»
Arranca
con fuerza la 21 edición del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia.
'El salto', la última película de Benito Zambrano, es la encargada de inaugurar
este viernes este certamen y en la misma sesión se entrega el premio especial
que anualmente se concede a un cineasta comprometido con los derechos humanos y
con la denuncia de su vulneración. En esta ocasión es Fernando León de Aranoa.
Hasta
el próximo viernes se van a proyectar 45 películas –26 largometrajes y 19
cortos–. Uno de esos filmes es 'Indarkeriaren oi(h)artzunak'. 'Que se sepa' en
su título en castellano. El documental plasma el testimonio en primera persona
de Tamara Muruetagoiena, cuya familia sufrió la doble violencia de ETA y del
Estado a finales de los años 70 y principios de los 80. Ahora, cuarenta años
después relata ante las cámaras su experiencia, sus sentimientos, sus carencias
y su búsqueda de la verdad de lo que sucedió siendo una niña. Este jueves, sus
dos directores explicaron qué les había llevado a recoger este testimonio y
estrenarlo en el Festival de Cine y Derechos Humanos.
Documentales
anteriores
Amaia
Merino y Ander Iriarte, que ya habían tratado temas similares vinculados a la
denuncia de la tortura en películas como 'Non dago Mikel?', la primera, y
'Karpeta urdinak', el segundo, coincidieron en que había que dar a conocer el
caso de Esteban Muruetagoiena, pero en esta ocasión, en lugar de mostrar el
hecho en sí mismo «hemos puesto el foco en el derecho que precede a la
reparación y a la justicia: el reconocimiento de la verdad» porque, «se
reconoce la tortura de Estado desde una perspectiva global, abusos policiales
la llaman, pero no a las víctimas individualmente».
Para
Iriarte, tratar el tema del padre de Tamara era una especie de deuda porque el
cineasta nació en Oiartzun, donde Esteban Muruetagoiena era el médico del
pueblo y él «veía casi a diario la placa en su recuerdo colocada en el
ambulatorio».
Antes
de iniciar un plan de rodaje propusieron a la hija de la víctima que contara su
experiencia. Cuando terminó lo tuvieron claro: ella misma iba a ser la
película, sin testimonios añadidos de algunas personas que podían aportar datos
como el abogado Txema Montero o el antropólogo y forense Paco Etxeberria, que
de una manera u otra han estado vinculados con la historia. Sí optaron por
complementar los hechos con una animación realizada por Adur Larrea porque
«muchos de sus recuerdos parten de su mirada infantil, cuando ella era una
niña, y nos parecía que era una buena forma de reflejarlos. Todavía se me eriza
la piel cuando recuerdo cómo fueron esas intensas horas de rodaje».
Violencia
de ambos bandos
Lo
sucedido en la familia Muruetagoiena fue un cúmulo de situaciones que se
vivieron en Euskadi, pero que con la distancia parecen casi una historia de
terror. Primero recibieron una carta de ETA exigiendo el pago del impuesto
revolucionario y obedecieron. Pocos años después, cuando Tamara tenía cuatro
años, un grupo de personas que se había implicado en un tiroteo llegó de noche
a su casa en Oiartzun y pidió al padre que atendiera a uno de ellos, herido de
bala. Los mantuvieron secuestrados en la vivienda durante más de dos semanas
hasta que el herido pudo abandonar la cama que había ocupado, la de Tamara.
A
partir de ahí se convirtieron en víctimas del otro lado, del Estado. La
protagonista del documental narra cómo su padre fue detenido en 1979, acusado
de haber atendido a un militante de ETA herido de bala en 1977. No se sabe
quién lo contó a la Policía. El caso fue sobreseído, de modo que quedó libre y
sin cargos. La tensión entró de lleno en la relación de los padres de Tamara,
que acabaron separándose. Un tribunal militar prosiguió con la instrucción y
volvió el médico a ser detenido en 1982. Esta vez le llevaron a Madrid. Diez
días después fue puesto de nuevo en libertad, pero con claros síntomas físicos
y psíquicos de haber sufrido una tortura brutal. A los tres días falleció en su
domicilio. La autopsia fue encargada a un doctor sin experiencia forense que
decretó, sin diseccionar el corazón, que un infarto de miocardio había sido la
causa.
La
vida de Tamara Muruetagoiena desde entonces ha estado orientada, primero a
conocer la verdad que durante mucho tiempo se le ocultó y después a que se
reconozca a las víctimas de las torturas y al uso del diálogo como herramienta
principal para la resolución de los conflictos.
La
protagonista estará en el Victoria Eugenia este sábado a las 19.00 horas, junto
a los directores, en la proyección de 'Indarkeriaren oi(h)artzunak' en la
Sección Oficial del Festival de Cine y Derechos Humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario