22
abril 2024
Hemos
convertido el País Vasco en esto
Decir
que ETA ha acabado es impreciso, porque el terrorismo no tiene aristas nítidas
para distinguir dónde empieza y dónde termina
Cuando
la única victoria del constitucionalismo en el País Vasco consiste en que Bildu
no haya logrado superar al PNV es que la derrota exhibe un tono casi
irreversible. Nunca en la historia de la democracia hubo un Parlamento vasco
tan nacionalista y esta hegemonía dolorosamente incontestable debe mucho a la
normalización de Bildu, a la cooperación necesaria del PSOE y a la incapacidad
del PP para rentabilizar la defensa, ya en exclusiva, del marco del 78.
No
es un error. Ni una casualidad. Es la consecuencia de casi medio siglo de
ingeniería social que nos demuestra que el ser humano puede ser cualquier cosa:
el animal más terrible o la más sublime de las criaturas. En nuestra condición
inacabada, la sociedad troquela nuestros gustos y nuestros valores. Por eso es
tan importante la política, porque funciona como un instrumento de justicia y
progreso cuando es acertada, y es un veneno para el ánimo cuando toma un rumbo
desviado. La labor del nacionalismo radical y de tantos años de violencia ha
sido capaz de impactar sobre el alma de cera de millones de vascos hasta hacer
deseable, por encima de la dignidad de tantos, que los herederos políticos de
ETA sean hoy una fuerza hegemónica.
Hemos
convertido el País Vasco en esto. Decir que ETA ha acabado es impreciso, porque
una banda terrorista no es un poliedro con aristas regulares, limpias y
nítidas, que nos permiten distinguir dónde empieza y dónde termina la figura.
Su herencia se asemeja más a una mancha de aceite, que huele y traspasa
superficies incluso hasta lo más insignificante. El universo terrorista no solo
está en los 'ongietorris', en las herrikos ni en las pinturas murales
amenazantes que todavía hoy persisten en numerosos pueblos del País Vasco y
Navarra. Su mejor señal está en el suelo simbólico de la sociedad, en esos
centímetros que inconscientemente inclinan el terreno cultural en el que viven
los vascos y que, sencillamente, te hacen más difícil vivir si no eres de la
cuerda.
Construir
esta alteración atmosférica requirió del concurso de muchos. Desde la carcundia
farisea de Arzalluz hasta el ruido atronador de las bombas del fascismo etarra.
Del mismo modo que los héroes necesitan que los poetas canten sus gestas, el
universo aberzale ha requerido también una colección de cronistas y aedos.
Algunos desde dentro, para intentar legitimar directamente la trayectoria
asesina. Otros, desde más lejos, cultivando una ambigüedad irresponsable. Estos
últimos fueron clave, porque el ' ethos' de un pueblo siempre acaba colapsando
por la inacción de los tibios. La partida material contra la banda la ganamos
los demócratas cuando estuvimos unidos. Salvada esa victoria aislada, ha
bastado que el PSOE deje de hacer lo que siempre había hecho para que perdamos
en todo lo demás.
Opinión:
Desconozco si el señor Diego S. Garrocho recuerda o conoce
aquellas palabras del entonces presidente del gobierno español cuando dijo lo
que acompaño a continuación. Y se lo digo, con todo respeto, como víctima del
terrorismo de la banda asesina ETA en Hipercor y no como un recién llegado a
esta temática.
Son muchos años, casi 35, escuchando a cientos de víctimas
de la banda terrorista ETA y compartiendo un único deseo: que nadie más
sufriera lo mismo que ya habíamos sufrido nosotros. Y debo aclarar que, en
multitud de estas ocasiones, he escuchado y hablado con víctimas de las que
todavía ahora ni conozco (ni tengo por qué conocer) sus criterios o sus ideales
políticos.
Pero sí coincidimos en una cosa: trabajar para conseguir
lo que tantos anhelábamos y deseábamos con nuestra labor de asistencia
integral. En esa asistencia también se incluía el colaborar conjuntamente para
que el terrorismo etarra cesara de una vez por todas.
Y si luego, por las causas que fueran, se cumplían los
deseos del entonces presidente del gobierno en 1998… el trabajo posterior y las
explicaciones pertinentes ya dependerían de la clase política.
¿Se han cumplido los deseos del señor Aznar? Pues ahora
que expliquen las razones que a algunos les mueve a olvidar esas palabras.
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