25
abril 2024
Sobre
madres y víctimas, carta a una simpatizante del PP
Víctor
Sampedro Blanco, Catedrático de Comunicación Política en la URJC, es autor de
Voces del 11-M. Víctimas de la mentira (Planeta, 2024); cuyos beneficios van
íntegros a la Asociación 11M.
Querida
amiga:
Te
escribo pensando en los votantes del PP que me sois muy queridos. Aparco los
prejuicios poniéndote una cara conocida. Y asumo la crítica que aquí expreso
como propia. Porque nos siento, nos sé próximos: vecinos, familiares y amigos.
Esa condición común nos obliga. Necesitamos entendernos, evitar que las arengas
partidarias sobre las víctimas del terrorismo nos enfrenten. Defendamos su
dignidad y memoria por igual. La identidad de las víctimas del 11-M ha sido
saqueada, al negarse la identidad de sus verdugos durante 20 años. Hasta los
ladrillos del monumento erigido a su memoria en Atocha se subastan en Wallapop.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo lo seguimos permitiendo?
Hay
quien nos emplaza a una guerra electoral permanente. El ruido para hacerse oír
y el cierre de filas impregnan la política cargada de un belicismo que exige
compadecernos solo de "nuestras" víctimas. Compadecerse del enemigo
es desertar. Padecer y sentir la misma pérdida, arropar a todas las víctimas en
una única mortaja y honrarlas en un duelo conjunto constituye un acto de
traición. Compartir un funeral une más que una boda. Establece lazos más
duraderos. Un velatorio no es un adiós, sino una bienvenida a morir juntos.
Imagínate una acogida, un ongi etorri en memoria de todas las víctimas, para
rendir homenaje a todas ellas.
Sin
embargo, querida amiga, hemos permitido que nos enfrentasen. Han, hemos usado a
las víctimas y abusado de ellas como munición electoral. Vosotras, las votantes
del PP, presuponéis que solo hay víctimas de ETA y que todas os son afines o de
Vox. Tendéis a considerarlas guardiaciviles que lo dieron "todo por la
patria". Nosotros, izquierdistas de coleta y progresistas de medio pelo,
reivindicamos a los republicanos que están en las cunetas y olvidamos a los de
las checas. Los más enajenados han llegado a considerar a los etarras Ché
Guevaras con txapela.
Incurrimos
en lo inadmisible cuando, unas y otras, pasamos a imputarnos las víctimas. Nos
las hemos lanzado como armas arrojadizas; llamándonos fachas, terroristas y
golpistas. Nos criminalizamos como etarras o franquistas, clavándonos
banderillas rojigualdas o tricolores. En esa tauromaquia guerracivilista, los
afectados por el 11-M no tienen cabida.
El
atentado yihadista de 2004 asesinó a 192 personas; en su mayoría, trabajadores,
estudiantes y migrantes. Una tropa de desarrapados, sin bandera ni uniforme.
Multitud anónima, sin carnet de partido ni rango militar. Pero representan a
uno de cada dos madrileños que han sido víctimas del terrorismo en la Comunidad
de Madrid. Y a uno de cada cinco en toda España. Por eso al principio dijimos
que todos íbamos en aquellos trenes de cercanías. Pero lo olvidamos para
subirnos a ellos de nuevo. Y luego permitimos expoliar su memoria.
A
lo mejor, querida amiga del PP, crees que miento o exagero. Y no me extraña.
Porque resulta difícil de creer y más aún de asumir que sea posible. Pero
puedes pujar por un ladrillo del monumento del 11-M que estaba antes en la
Glorieta de Atocha. Anímense a especular con esos bloques de cristal. Si se
llevan varios, hay descuento y pueden hacerse una mampara, apropiada para
ducharse o como tragaluz.
El
abandono y la hostilidad institucionales, nuestra indiferencia hacia las
víctimas del yihadismo se debe a que si abren la boca y se hacen presentes
desarman el discurso antiterrorista oficial. La Asociación 11-M Afectados del
Terrorismo, que representa a la inmensa mayoría de víctimas yihadistas y que
comenzó dirigiendo Pilar Manjón, no recibió dinero alguno de la Comunidad de
Madrid en sus ocho primeros años de existencia. Sigue vetada o ninguneada en
los actos institucionales. Siendo este año el 20 aniversario de aquella
matanza, Isabel Díaz Ayuso inaugurará hoy un supuesto II Congreso Internacional
de Víctimas del Terrorismo. Pero no cuenta con una sola sesión, ni siquiera un
ponente, que aborde el 11-M, siendo esta la peor masacre terrorista perpetrada
en Europa. Todo es ETA, en boca de portavoces y cargos del PP o de Vox y medios
conspiranoicos, viejos y renovados, públicos y privados. Siendo el 11 de marzo
el día de las Víctimas del Terrorismo en la Unión Europea, el atentado
yihadista de 2004 será recordado, como no podía ser menos, a la chita callando,
con "un homenaje" silente: una "exposición" de diez fotos
de EFE. Ni siquiera una por cada año transcurrido.
Los
"afectados" del 11-M, como prefieren llamarse, han sido acallados.
Permanecen estigmatizados y vejados debido a su talla moral y compromiso
cívico. Si se hacen presentes, exponen la indignidad de quienes aún les
revictimizan. Para empezar, al considerarse afectados (y no víctimas) renuncian
a mostrarse superiores moralmente. No exhiben su dolor. Declinan sacar provecho
de él. Se brindan ayuda y cuidados mutuos. Y, como no aceptan prebendas, no
pagan tributos. Se niegan a figurar en listas electorales y a ocupar cargos
públicos.
Su
independencia les ha permitido mostrarse solidarios e internacionalistas.
Siempre denunciaron la guerra de Irak como desencadenante de la tragedia que
sufrieron. Evitaron caer en la islamofobia o la arabofobia. Defendieron el
estado de Derecho acatando unas sentencias que consideran demasiado benévolas.
Y, a pesar de ello, defendieron a los testigos, peritos, policías, fiscales,
jueces y magistrados que, como ellos, sufrieron acoso conspiranoico. No
contentos, lograron que se asistiese a las parejas de hecho y a los migrantes.
Creen en el reconocimiento de las víctimas al margen de contratos civiles o
religiosos y pasaportes.
Por
si fuera poco, los afectados del 11-M también defienden los derechos civiles de
sus verdugos. Proponen abordar las causas de los diferentes terrorismos para
combatirlos del único modo posible: en su especificidad y desactivando sus
causas (religiosas, ideológicas, políticas, económicas...) sin recurrir solo a
la represión. Quien mantenga que todos los terrorismos son iguales renuncia a
perseguirlos. No siente el dolor de las víctimas. O el rencor le impide
compadecerse de ellas.
El
protagonismo de una ciudadanía con semejante calado democrático, el de Pilar
Manjón y sus sucesores, resulta imprescindible para regenerar la esfera
pública. Sus derechos son vulnerados por un trato institucional en demasiados
casos vejatorio, sostenido en un discurso del todo extemporáneo. Está fuera del
tiempo y desgastado por el uso, después de que ETA desapareciese hace más de
una década. Y está fuera de lugar. Las víctimas que reclama como propias han
acabado revictimizadas.
La
hermana de un concejal del PP asesinado por ETA, Consuelo Ordóñez, pide que no
se le victimice invocando a Txapote. El asesino de su hermano y el de ningún
hijo, jamás debiera servir de banderín electoral. Pero los correligionarios de
Consuelo le acusan (a ella y a otras muchas víctimas díscolas) de sufrir el
síndrome de Estocolmo. Es decir, les tachan de ser portavoces de ETA, aún
rehenes, abducidos por la banda criminal. Acerca de Pilar Manjón, la madre de
Daniel, asesinado con 21 años el 11 de marzo de 2004, dijeron de todo: le
negaron la maternidad (haber tenido aquel hijo), la paternidad (conocer al
padre) y la identidad de los verdugos; imputando los atentados a ETA, llamaron
"puta" y "etarra" a Pilar.
Dice
Santiago Alba Rico que erradicaríamos la pena de muerte si pensásemos en las
madres de los reos. El dolor materno, innato e insobornable, desmiente que se
pueda ajusticiar, impartir justicia, matando. La maternidad desarma la
violencia estatal y la subversiva. El luto de las Mujeres de Negro señala la
primera verdad que se cobran todas las guerras, incluidas las
(anti)terroristas. Una madre recuerda que ninguna víctima es colateral porque
ocupa el centro de su existencia. Y de la nuestra.
Imagínate,
querida amiga del PP, que desde hace 20 años cuestionan la identidad de quienes
destrozaron y marcaron tu vida. Y que no colocan una placa o una lápida que
denuncie a los verdugos de tus seres más queridos. ¿Es posible cerrar así un
duelo? Imagínate que en cada aniversario, abren de nuevo las tumbas para
practicarles una autopsia eterna. Rebuscan la verdad que se niegan a reconocer.
Escupen infundios desmentidos hasta la saciedad.
Te
pido, amiga, que condenes la prepotencia indolente de quienes dirigen el
Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid hacia las víctimas del yihadismo.
Reemplázalos por otros para seguir ganando en las urnas, pero sin denigrarnos
ni degradar las instituciones. No te mereces esos líderes, ni ellos tu voto.
Cuando quieras, por supuesto, hablamos de los nuestros.
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