29
abril 2024
Desinformación
y su efecto letal en la democracia
Ainhoa
Unzu, parlamentaria foral del PSN-PSOE de la Comisión de Presidencia e Igualdad
La
desinformación es la construcción de un relato creado de manera
malintencionada, en base a información falsa con el único objetivo de manipular
y engañar a la opinión pública, por intereses, casi siempre, políticos y
económicos.
Que
el señor Aznar protagonizara el momento ético más bajo de nuestra democracia
mintiendo sobre la autoría del 11-M en víspera electoral es el más triste de
los ejemplos de bulos y de intento de manipulación hacia todo un país.
No
sé si alguien se podría poner en los zapatos de Begoña Gómez y aguantar la
máquina del fango de la desinformación a todo trapo, con acusaciones
deshumanizadas que solo el tiempo, con el daño ya hecho, aclarará.
Desinformación
es afirmar que este gobierno quiere expulsar a la Guardia Civil de Navarra por
haber acordado la competencia de tráfico, porque eso es mentir de manera
deliberada y malintencionada para sembrar un relato de odio, enfrentamiento y
polarización.
Acusar
sin pruebas y de manera continua al Gobierno de Navarra de cometer ilegalidades
con el ánimo de hacer creer a la ciudadanía que el gobierno poco menos que es
corrupto es otro muy buen ejemplo de bulos.
La
desinformación puede tener muchas caras, pero la más peligrosa es la que tiene
una finalidad política, con ataques para erosionar gobiernos, instituciones
democráticas, y cuestionar, por encima de todo, los valores democráticos. En
definitiva, crear un magma de desconfianza en el que la ciudadanía perciba que
todas las opciones son igual de malas, todos los políticos son iguales, y
alejar a la ciudadanía de la política, es decir, de la democracia.
Es
extremadamente preocupante la degeneración del discurso público, que intenta
provocar todo tipo de extremismo, intolerancia, polarización y crispación
social. Es muy preocupante que los titulares de un mandato elegidos
democráticamente sean insultados, amenazados, violentados y atacados de manera
inadmisible cuando desempeñan sus funciones, por el simple hecho de representar
una institución. Ejemplos recientes los tenemos en Navarra, con insultos,
ataques a la presidenta, o el intento de asalto al Parlamento.
Pero
nada es casual. La desinformación va de la mano del populismo de la
ultraderecha, que arrastra al resto de derechas en esa absurda y peligrosa
competición por ver quién degrada más la política, constituyendo un auténtico
reto para la democracia a todos los niveles. Que los bulos, el exabrupto y el
insulto pierdan la vergüenza convirtiéndose en costumbre, sólo abochorna a la
ciudadanía y crea desafección política.
Esto,
sin duda, exige que los partidos, como garantes de la participación
democrática, se abstengan de lo que viene siendo habitual: expresiones de
incitación al odio, mentiras, y desinformación como un claro y desesperado
intento de obtener rédito político.
La
sociedad navarra no merece las consecuencias de enfrentamiento y polarización
por la estrategia de determinados grupos políticos. Porque quienes defendemos
una sociedad plenamente democrática, donde el respeto y la convivencia entre
diferentes son valores básicos, no debiéramos permitir ese peligroso discurso
contaminado.
Y
es que los bulos constituyen un verdadero riesgo, capaz de amenazar a las
sociedades e instituciones democráticas a todos los niveles, y con un gran
poder destructivo. Podría citar el caso pizzagate contra Hilary Clinton y que
se saldó con la victoria de Trump, o la campaña del Brexit, basada en mentiras
flagrantes sobre lo que suponía al Reino Unido su pertenencia a la UE.
De
hecho, la desinformación es una de las mayores preocupaciones a nivel europeo,
siendo una de las mayores amenazas para las democracias y libertades. La UE
alerta que la combinación del uso masivo, la falta de responsabilidad y el
anonimato en las plataformas sociales y determinados medios sobre todo
digitales, que sin rigor ni ética periodística se hacen eco de bulos amparados
en una más que cuestionable “libertad de expresión”, hace que en muchas
ocasiones no sea fiable la información que se nos transmite.
La
Constitución española nos dice que la ciudadanía necesita de una información
veraz, porque las democracias se deben cimentar en lo verdadero, igual que las
dictaduras se cimentan en lo falso. El catedrático López Garrido mantiene que
la democracia y las libertades se nutren de la política, mientras el despotismo
y el fascismo se fundamenta en la antipolítica. Y tiene razón. No es casualidad
que nos adviertan que gente joven empieza a ver los regímenes dictatoriales
como algo socialmente aceptable. Algo que nos debiera hacer estar en alerta y
reflexionar profundamente.
Debemos
ser una sociedad más formada contra la mentira. Una sociedad que se lo piense
dos veces antes de creerse y compartir algo que ha recibido en su teléfono, que
ha leído en las redes sociales, o en un pseudomedio digital. Ser capaces de
distinguir a quién creer, y tener un sentido crítico que nos prevenga ante
estas posibles manipulaciones.
Siempre
han existido las fake news, pero hoy son una auténtica amenaza de especial
gravedad en tanto en cuando pretende minar el sistema convivencial democrático,
la libertad y la pluralidad de la sociedad, así como la confianza en las
instituciones.
Opinión.
Es muy cierto que existen medios de “comunicación” que no
son más que sistemas para generar “fake news” o dicho de otro modo, mentiras.
Comentarios u opiniones, que no noticias o información,
que se redistribuyen gracias a las redes sociales y a gente que se ganan la
vida con esa labor que se puede denominar tóxica.
Qué lejos quedan aquellos años en los que, SIEMPRE y sin
distinción, un periodista te llamaba para comentar sobre un tema y lo primero
que solicitaba era que documentaras y probaras lo que les estabas diciendo. Aun
quedan muchos que hacen lo que deben, contrastar y certificar antes de publicar…
pero desgraciadamente no son todos como lo eran antes.
Ahora, en muchas ocasiones, vende lo rápido, lo urgente y
mayormente lo falso… solamente para hacer daño.
Al menos, en este humilde blog ofrezco mi opinión personal
sobre la cuestión envuelta en la victimología terrorista. Y muchos medios
contactan para que, antes de “reproducir” mis palabras, les explique si puedo corroborar
y probar lo que opino.
Esa es la manera de informar. Lo demás es otra cosa.
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