08
abril 2024
«Frente
al yihadismo, Occidente ha sido víctima de su propia ceguera»
Diferentes
analistas plantean que las políticas de apaciguamiento con regímenes
totalitarios no funcionan
El
pulso entre el islam suní y chií opera como un espejismo: los radicales tienen
un objetivo común lejos de sus regiones
El
yihadismo asesinó a 9.572 personas en el mundo en 2023
El
islam suní – ortodoxo – y chií – minoritario – están en guerra de religión,
guerra nacional y patriótica, guerra institucional, subversiva, terrorista,
yihadista, en un centenar de los 197 Estados reconocidos por Naciones Unidas.
Sin embargo, la guerra del islam contra Occidente es la más grave y
desestabilizante para Europa y el futuro de nuestra civilización. Los orígenes
del conflicto son bien conocidos, pero suelen olvidarse, y hay algunos hitos en
su cronología que son básicos para comprender cómo hemos llegado hasta aquí:
El
3 de diciembre de 1979, el ayatolá Jomeini se convertía en líder supremo de
Irán. Era partidario de la guerra de religión revolucionaria.
El
6 octubre de 1981, Anwar el- Sadat fue asesinado en El Cairo: el yihadismo
amenazaba cualquier diálogo entre Israel y los países árabes.
El
11 de septiembre de 2001 se consumó el ataque terrorista más importante de la
historia, más de 3.000 personas perecieron en el atentado contra las Torres
Gemelas de Nueva York.
El
7 octubre de 2001 comenzó la guerra en Afganistán.
El
11 de marzo 2004 se produjo la matanza en Madrid, en la estación de Atocha y
otros apeaderos cercanos; las bombas se cobraron 192 víctimas mortales (se
acaba de celebrar el 20 aniversario).
Entre
2001 y 2012 tuvo lugar la mundialización de los atentados islamistas.
El
7 de enero de 2015, matanza en París en la redacción del semanario satírico '
Charlie Hebdo'.
El
13 de noviembre de 2015, serie atentados en París, el más sangriento de ellos
en la sala Bataclan.
Entre
2013 y 2019, el autoproclamado Estado Islámico (Daesh) surgió en las fuentes
bautismales de la inmigración; en ese periodo, Francia es el país europeo más
amenazado, y Alemania, Bélgica, el Reino Unido y España están en el
disparadero. En el periodo 2019- 2024 se contabilizan una docena de atentados
yihadistas en Francia.
El
7 octubre de 2023, Hamás realizó un ataque relámpago contra Israel y mató a
1.200 personas, provocando una guerra en Gaza cuyas consecuencias llegan hasta
el día de hoy, y más allá.
El
22 de marzo de 2024, el Daesh del Jorasán atacó una sala de fiestas en Moscú
asesinando a 140 personas. En ese marco, el ataque terrorista contra el Crocus
City Hall, en la capital rusa, y el de Hamás en octubre pasado nos recuerdan,
con precisión el origen último de la guerra en curso y su ambición
desestabilizante para Occidente – y Europa, en particular –.
Globalización
del terror
Boualem
Sansal, uno de los grandes escritores argelinos y francófonos de nuestro
tiempo, me explicaba, hace unos años, los orígenes de la mundialización del
terror islamista, la guerra santa contra Occidente, de este modo: «El Estado
Islámico se comporta con la lógica imperial del nazismo. El islamismo en la
forma más inquietante de la globalización del terror». Tras las últimas
masacres, Sansal llegaba a estas conclusiones: «Los islamistas, incluso si
están peleados entre ellos, cuidan su coordinación. A los seis días de la
matanza en Israel, un profesor francés, Dominique Bernard, fue asesinado en
Arras. Otros tres colegas fueron heridos gravemente. Hamás aspira a destruir
Israel, bastión occidental en Oriente Próximo. El asesino de Arras, Mohammed
Mogouchkov, tenía la nacionalidad rusa. Era un islamista nacido en Asia
central, la matriz del islamismo ruso. Los islamistas de la matanza de Moscú
habían estado precedidos por los islamistas de origen ruso autores de atentados
terroristas en Francia».
Hace
cuatro años, el 16 de octubre de 2020, otro profesor francés, Samuel Paty, fue
asesinado en Conflans- Saint- Honorine, al oeste de París, por un islamista
franco- marroquí, Abdelhakim Sefrioui, fundador de un colectivo defensor y
propagador de las ideas de Hamás en Francia. Céline Berthon, directora general
de la Seguridad Interior, establece la relación indirecta pero profunda de esos
crímenes: «En Francia, como en otros países europeos, la amenaza yihadista es
interior y exterior. Los mismos grupos que matan en el corazón de África son
contemporáneos de los del Cáucaso refugiados en Ucrania. Y muchos refugiados
ruso- chechenos en Francia, Alemania y otros países europeos comparten las
mismas convicciones. No necesitan formar parte de la misma organización.
Comparten objetivos». Primeras víctimas Tras el atentado de Moscú, el Consejo
de la Defensa Nacional reunido por Emmanuel Macron llegaba a la misma
conclusión: «La misma organización que reivindicó el atentado de Moscú también
amenaza a Francia, Alemania y otros países europeos. De ahí la necesidad de
declarar el estado de máxima urgencia antiterrorista».
En
su día, la Fondation pour l'innovation politique (Fondapol) estableció un
balance muy provisional de las muertes causadas por los distintas ' familias'
yihadistas en cinco continentes entre 1979 y 2022: Estado Islámico, 52.619
muertos; talibanes, 39.733; Boko Haram, 22.287; Al- Qaida, 14.680; Al Shabaab,
10.392; Front Al- Nosrah, 2.978; Hizbolá, 1.335; Hamás, 881, y otras
organizaciones yihadistas, 22.191 muertos.
Desde
la primera versión de esta estadística hasta hoy, el número de muertos ha
crecido de modo vertiginoso. Según el Observatorio Internacional de Estudios
sobre Terrorismo (OIET), en 2023, si bien se produjo un incremento leve de
atentados respecto al año anterior (2.304 frente a 2.270), lo que sí aumentó de
manera significativa fue la cifra de víctimas, 9.572 frente a 8.305, lo que
supone un 15% más que en 2022. Los países del Magreb, Oriente Próximo, África y
Asia son las primeras víctimas de tan ensangrentadas guerras islámicas.
Francia, EE. UU., el Reino Unido, España, Alemania, Bélgica, Italia, Austria,
Noruega, Grecia y Holanda son las primeras víctimas de la yihad contra
Occidente.
En
su día, EE. UU. lanzó su pulso mundial contra el terrorismo, cometiendo un
error estratégico capital: lanzar una guerra 'convencional', cuando, en verdad,
la guerra islámica contra Occidente es una guerra irregular de nuevo cuño, que
no siempre tiene la fisonomía de los conflictos convencionales, con ejércitos y
fuerzas armadas. Es una guerra de religión.
Las
más de las veces son crímenes ' solitarios' cuya coordinación se consuma de
manera irregular a través de la propagación de la fe religiosa, la fe en el
crimen yihadista con el que los fanáticos aspiran a ' conquistar' el cielo tras
escuchar los sermones de la clerecía islámica, presente y temible en cinco
continentes.
Visión
pesimista
Alexandre
del Valle, analista reputado y estudioso de las relaciones entre Europa y los
países árabes, tiene una visión bastante pesimista del proceso en curso:
«Durante muchos años, EE. UU. y Europa apostaron por el diálogo con los países
árabes, cuando, casi siempre, se ha tratado de regímenes ultraortodoxos,
totalitarios, en cuyo origen ha podido crecer una visión del islamismo radical
que se ha propagado en muchas direcciones. En Washington y Europa se ha deseado
cerrar los ojos ante el crecimiento incontrolado del islamismo político y
subversivo. Esos Estados, esas organizaciones, pueden estar en guerra entre
ellos, pero siempre tienen en común el mismo convencimiento de la superioridad
de su religión sobre los valores fundacionales de Occidente, víctima de su
propia ceguera».
La
guerra imperial de Vladímir Putin contra Ucrania amenaza con propagar en muchas
direcciones esas semillas. Históricamente, los islamismos que florecieron en
los escombros de la antigua URSS se transformaron en guerras locales o
regionales, en la Rusia oriental, en el Cáucaso y los Balcanes. Huyendo del
terror ruso, muchos emigrantes islamistas, de origen ruso, se instalaron en
Ucrania y la UE.
Tras
la guerra de EE. UU. y Europa contra el Estado Islámico, en Oriente Próximo
muchos islamistas huyeron hacia Europa o África, donde crearon nuevos
grupúsculos, en guerra entre ellos y contra las antiguas potencias coloniales,
terminando por conseguir, con la ayuda de Rusia, la retirada de Francia, el
último bastión europeo contra el islamismo en el continente africano. Esa nube
tóxica de personajes vagabundos y errantes en Europa son una amenaza real.
Francia ha comenzado por decretar el estado de alarma antiterrorista nacional.
Los
Juegos Olímpicos de París tienen, sin embargo, un atractivo inquietante para
esos ' lobos solitarios'. «El Gobierno está tomando las medidas policiales más
enérgicas. ¿Será suficiente?», me comenta un portavoz oficioso del Ministerio
del Interior, agregando: «Es relativamente fácil luchar contra un enemigo claro
e identificado. Pero es muy difícil hacerlo contra un asesino solitario que
puede poner una bomba en una de las millares de escuelas que no siempre es
sencillo proteger».
Opinión:
Aparte del extenso memorándum (y muy bien presentado) en cuanto
a estadísticas sobre terrorismo y sus consecuencias, solo un detalle.
No hubiera estado de más comentar también sobre los
atentados del denominado 17-A en Catalunya en lugar de englobarlos en el
párrafo que cita, textualmente “entre 2013 y 2019, el autoproclamado Estado
Islámico (Daesh) surgió en las fuentes bautismales de la inmigración; en ese
periodo, Francia es el país europeo más amenazado, y Alemania, Bélgica, el
Reino Unido y España están en el disparadero”.
Quizás sea más importante recordar a las víctimas de Anwar
el-Sadat fue asesinado en El Cairo… a algunos les “debe pillar más cerca”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario